jueves, abril 25, 2024

ISEGORÍA: Perspectivas del presente

Sergio Gómez Montero*

pero nosotros seguimos discutiendo travesuras de Estado
tonterías más o menos notorias que ponemos en escena
pasos de una comedia triste que salta a los escenarios más insólitos
C. Portiglia: “Verano del 10”

Si bien, en el siglo XIX en América Latina se discutía a profundidad sobre la modernidad (léase el apasionante libro de Julio Ramos, Desencuentros de la modernidad en América Latina, publicado por CLACSO), esa influencia modernista pareciera mantenerse vigente hoy, corporizada por el esquema dual y contradictorio de volver a hacer figurar la lucha de liberales versus conservadores, como si ambas figuras de la modernidad siguieran siendo hoy válidas para caracterizar a las figuras políticas enfrentadas de la actualidad, en donde los buenos se agruparían entre los liberales, mientras los malos, patente, serían los conservadores.

Pero no, obvio, hoy la lucha política no se da en esos términos en América Latina.

Es cierto, en el periodo modernizador de nuestras tierras destaca con luz propia la aterradora insistencia del gobierno de Estados Unidos por aplicar su doctrina Monroe (durante buena parte del XIX y todo el XX), que conllevaba una brutal colonización por parte de ellos de todos los territorios latinoamericanos de manera abierta (intervenciones armadas diversas) o encubierta (por medio de organismos multilaterales como la OEA, el FMI o el BID), como si esos territorios fueran una sola extensión de su república, a los que él, el gobierno de los EEUU, tuviera la obligación de preservar para evitar se contaminaran con ideas extrañas (es decir que implicaran su liberación de ese esquema).

Con el siglo XXI las cosas comienzan a cambiar (desde mediados del XX con la Revolución Cubana): una serie de gobiernos progresistas se comienzan a asentar en América Latina (Brasil, Venezuela, Argentina, Bolivia, Uruguay, Ecuador y hoy México) que buscan reconfigurar el tejido social de sus naciones (leer a Lomnitz sobre tejido social en el número más reciente de Nexos), sin inclinarse abiertamente por movimientos revolucionarios, sino sólo por movimientos de transición que sin romper totalmente con el capitalismo sí les interesa romper con los afanes colonialistas del gobierno de Estados Unidos, para que él se ubique sólo como una nación más en el concierto de naciones del mundo, con tantos derechos y obligaciones, respecto a las naciones de América Latina, como cualquier otra nación del mundo.

Quienes quieren ver de manera despectiva el proceso anterior, no les cuesta trabajo calificar como de populistas a los regímenes que tibiamente defienden los intereses de las mayorías de la población en los nuevos gobiernos de transición que están surgiendo en nuestros territorios, con el fin de así hacerse de argumentos para descalificarlos políticamente, a la vez que, de manera desesperada, buscan provocar golpes blandos que se concreten bien sea a través de la insurrección de sus fuerzas armadas (Bolivia recientemente: golpe de Estado en contra de Evo Morales) o con la invitación abierta para que las fuerzas armadas de Estados Unidos intervengan en el país previamente determinado (como quisieran que sucediera hoy en México), todo a fin de restablecer las viejas relaciones capitalistas configuradas precisamente con la modernidad de los siglos XIX y XX aquí esbozadas.

No, no se vale tratar de confundir en los tiempos actuales.

*Profesor jubilado de la UPN/Ensenada
gomeboka@yahoo.com.mx

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