miércoles, abril 24, 2024

ISEGORÍA: Partidos políticos: un futuro incierto

Sergio Gómez Montero*
y resulta que he caído
en el país de las interminables excursiones
y resulta que estoy en otro mundo
T. Skarynkina: “De traje blanco”

No se trata de jugar a las adivinanzas, se trata sólo de analizar tendencias y de ver hacia dónde es que ellas apuntan. Sólo. Así, por ejemplo, el caso extremo es el del PRD cuya suerte está echada y casi todo mundo, hoy, ya da por muerto, sólo con un pequeño empujoncito de los votantes en 2024, si es que todavía, para entonces, esta franquicia tiene arrestos para contender.
Pero el del PRD es un caso extremo, que no es difícil de diagnosticar. Diferente es el caso del PRI, un partido también cuya membresía se ha visto sensiblemente disminuida desde 2018, el año de su debacle, luego de los excesos que con él cometieron sus dirigencias desde Miguel de la Madrid hasta los patriarcas de Atlacomulco, que lo arrastraron en todos los desaguisados del neoliberalismo y particularmente los seis fatídicos años de EPN. Por eso hoy su futuro inmediato se encuentra determinado por una disyuntiva muy compleja. O retorna a su liberalismo nacionalista de antes de Salinas de Gortari y traba acuerdos sólidos de acción con Morena o le es fiel a la tendencia que lo llevó a la debacle: el neoliberalismo. Lo grave es que esa decisión es de muy corto plazo y en su interior, al interior del PRI, las dos tendencias, ahorita, están luchando intensamente para imponerse la una sobre la otra, y obvio, el resultado de esa lucha se conocerá muy pronto. De ese resultado dependerá el futuro de esta agrupación partidaria. Inclinarse por el neoliberalismo puede ser que lo conduzca a su extinción o a su absorción por parte del PAN; tomar por el otro camino le garantizaría, al menos, mantenerse aún como fuerza política.
El caso del PAN es diferente. El, en la actualidad es, en términos numéricos, segunda fuerza partidaria en el país, y siendo, particularmente hoy, el partido que representa a la extrema derecha en México, con todo lo que esto implica de tendencias fascistas y reaccionarias de todo tipo en su interior. Quizá él, en el corto plazo no tiene problemas para sobrevivir, pues él es visto, por quienes ven temerosos el actual panorama político del país, como la única opción para, electoralmente, poder disputar con Morena los votos que se pongan en juego en las próximas contiendas electorales. Con pocas posibilidades de victoria, conocidos los pésimos resultados que sus representantes están teniendo en la CDMX. Y tomando en consideración que aquí, a diferencia de Europa, la extrema derecha, ni por tradición ni por fuerza electoral, tiene muchas posibilidades de sobrevivencia.
El caso de Morena es otro. El futuro de esta organización política, en el corto plazo (de aquí a 2024) seguirá estando determinada por el factor AMLO, que es hoy el preponderante de ese partido aún en formación (gracias al INE) y que lo seguirá siendo al menos hasta 2024, sin conocerse aún cómo es que ese factor se comportará después de ese año. Si, como es probable, él, el factor AMLO, determinará el quién será el candidato o candidata de ese partido en formación, ojalá y ello sea suficiente para que después de tomada la decisión de quién será el bueno o la buena, Morena se fortalezca y comience, ahora sí, a actuar como verdadero partido político y defina con toda claridad sus reglas y principios, a fin de que pueda ser, entonces sí, la fuerza orgánica que aún no logra ser, conservando el control de la vida política que hoy tiene.
Sólo apuntes sobre un panorama complejo que apenas se vislumbra, pues aún no termina de definirse.

*Profesor jubilado de la UPN/Ensenada
gomeboka@yahoo.com.mx

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