Sergio Gómez Montero*
Un compañero o compañera
que aún en condiciones terribles de vuelo
no suelte la presa sobre los campos feraces
de la guerra y el amor
E. González Bernert: “No busco un padre en la poesía”
En memoria del entrañable compañero Raúl Moreno Wonche
En periodismo, creo, escribimos siempre, quienes opinamos, en búsqueda de la verdad. Quien no lo hace así (los intelectuales orgánicos de las clases dominantes) lo hace en búsqueda del mendrugo que sus patrones les ofrecen.
Esa ecuación es simple y sencilla y su resolución, por no ser dificultosa, no causa ningún tipo de dudas. Así, por ejemplo hoy, cuando la crítica de mala fe en contra de AMLO y la 4T se concreta, uno piensa, casi siempre, en quién energetiza ese motor, no porque la crítica en contra de ellos esté prohibido realizarla, sino porque, por lo común, no está sustentada ni argumentada; es sólo un conjunto de sentimientos acumulados que no abonan para una discusión razonada. De ahí entonces el que sea uno el que abone a la crítica razonada que no existe.
Así hoy, por ejemplo, hace casi un año que se inició en Baja California, la investigación judicial por parte del gobierno del estado para fincarle responsabilidades diversas al anterior gobernador de la entidad, Francisco, “Kiko”, Vega de Lamadrid, y, obvio, hasta hoy, aquí en el estado, no se sabe nada de los delitos cometidos por ese personaje (más allá de lo que vox populi señala), que implican enriquecimiento ilícito en grado sumo con bienes de la Nación.
El silencio al respecto, pues, causa dudas, a la vez que la inacción judicial. Desde luego no es uno el que debe opinar al respecto. Allí el fiscal o ministerio público debieran aportar pruebas. Pero aún no se sabe en dónde está el proceso, de la misma manera que no se sabe qué es del juicio al señor Lozoya, cuál va a ser, finalmente, el destino de sus declaraciones condenatorias.
¿Nos falta árbitro allí también, de la misma manera en que eso sucede en cuestiones electorales, que no confiamos en el árbitro actual? Puede, en efecto, que al respecto esté operando la tradicional desconfianza de nosotros en todo lo que proviene del gobierno: si él dice negro, seguramente es blanco o a lo más es gris; si dice lluvia habrá sol; y si dice culpable…, pues sí, pero quién sabe. La desconfianza, pues, al respecto, pareciera ser, sin duda, una tradición difícil de borrar entre nosotros. Pero de que es necesario hacerlo, creo que nadie debe tener dudas, y por eso es urgente que hoy, en cuestiones judiciales, se finque la verdad por sobre todas las cosas. Por eso, ya que desde tiempo atrás se discute en torno a la reforma de ese componente esencial de la República –el Poder Judicial–, una de las cuestiones claves al respecto es cómo recuperar la confianza no sólo en él, sino en todo el gobierno de la Nación, pues ello es una de las bases para la sana convivencia entre los miembros de la comunidad (o de la sociedad, como quiera llamársele).
Tarea que no se puede seguir posponiendo por más corrompido que esté el ambiente político del país. Ello no debe ser excusa para que de nuevo la verdad sea el sustento de las relaciones entre nosotros, los miembros de la comunidad.
*Profesor jubilado de la UPN/Ensenada
gomeboka@yahoo.com.mx