viernes, marzo 29, 2024

ISEGORÍA: Los pasos incompletos de los liberales

Sergio Gómez Montero*
este año es siempre invierno
desciende ahora por dentro de mí dentro
entra por los ojos
R. Oliveira: “Arcilla”

¿Por qué lo que se hace, en apariencia de muy buena fe y por ende con muy buenas intenciones, no termina de aterrizar, pareciendo que se queda a mitad de camino? Por ejemplo hoy, ¿de qué sirve que Romero Deschamps quede fuera de Pemex, si sus delitos ahí están, permanecen, y el Estado, que fue el agraviado, se mantiene impasible, en lugar de aplicar la ley; de dónde, pues, el dejar hacer y el dejar pasar? Es decir, ¿cuánto le adeudan al Estado quienes, nada más, los últimos treinta años, ilegalmente, le extrajeron a él una cauda en verdad incalculable de recursos?;

¿Cuántos de esos recursos se han podido recuperar, luego de reposar, ganando intereses, en Andorra, Panamá o las Islas Vírgenes?

¿Se ha caminado realmente hacia adelante en términos de corrupción? ¿Qué tanto el paso a pasito, dirigido desde la Fiscalía General de la República, abre expectativas de esperanza (de castigo) reales? Es decir, lo repito, en términos políticos la corrupción, primero conlleva la configuración del delito, segundo la captura de los culpables y tercero (que en el México de nuestros días es lo que más se dificulta) el castigo, que por lo común implica confiscar o resarcir los bienes sustraídos. Si ese proceso no se configura y se concreta en su totalidad (que, insisto, en el México de nuestros días no se ha dado), la lucha en contra de la corrupción por parte de la 4T no pasa de ser, como lo es hoy entre nosotros, una declaración estruendosa pero sin resultados (sin dientes, pues), que le hace decir a sus adversarios (sus adversarios verdaderos: los conservadores): “De lengua me como un plato”, como hoy lo pregona Ramón Cossío Díaz, al entrar en defensa del juez que ha otorgado amparos a los empresarios que se oponen a la reforma eléctrica en marcha. Es decir, falta contundencia (falta ley o que la ley tenga dientes, como dicen los legos en la materia) a aquellas acciones que se proponen limpiar el camino de abrojos que representa el volver a transitar, quizá por primera vez, por la legalidad en nuestro país, porque si bien, ahí más o menos, desde 1917 nuestra Constitución nos permitía a los mexicanos fundar en la ley (antes que a los bolcheviques en Rusia, quienes apenas en 1920 lo lograron) una serie de principios que garantizaban un funcionamiento ecuánime de la Nación, resulta que para, aproximadamente 1990, la Constitución había sufrido más de 500 reformas y adecuaciones de fondo que la habían desfondado, claro, y le habían hecho perder su sentido original. De tal forma que el contrato social de 1917 había perdido totalmente su carácter original. ¿De ahí entonces el por qué la lucha en contra de la corrupción no pase de ser un juego entre niños?

Muchas cosas, en efecto y sin duda, le faltan a la 4T para ser en serio un movimiento social modificador del status quo heredado por los liberales formados al amparo de la Constitución del 17. Pareciera que ella, la 4T, defensora rabiosa de la lucha contra la corrupción y la impunidad, es más bien, una variante de los liberales mencionados.

Y si no que lo diga Carlos Romero Deschamps.

*Profesor jubilado de la UPN/Ensenada
gomeboka@yahoo.com.mx

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