jueves, marzo 28, 2024

ISEGORÍA: Los partidos, partidos

Sergio Gómez Montero*

– ¿Por qué nuestro emperador se levantó tan de mañana, y está
sentado en la puerta mayor de la ciudad sobre el trono, solemne,
portando la corona?
Porque los bárbaros llegarán hoy día

Cavafis: “Esperando a los bárbaros”

 

Es obvio que en una democracia representativa rascuaches los partidos que en ella compiten sean igualmente rascuaches, por un solo y simple hecho: porque esa democracia, aunque nunca lo hayan querido admitir Pepe Woldenberg y sus amigos modernistas, era heredera de un nacionalismo revolucionario liberal que para el siglo XX ya había muerto en manos de las fantasías electorales priistas. ¿Por qué entonces luchar  inútilmente por revivir un cadáver de sus cenizas, en lugar de dar origen a una democracia verdadera y así a verdaderos partidos políticos? ¿Por qué hoy, cuando se suponía que las condiciones estaban dadas con la 4T, el mismo partido de la Cuarta Transformación se resiste a provocar cambios en la democracia electoral y representativa actual y por el contrario alienta para que el PRI de “Alito” (Alejandro Moreno Cárdenas) siga al frente del supuestamente nuevo nacionalismo revolucionario, porque eso es lo que conviene a la Presidencia de la República según lo pregona Yeidckol Polevski, mientras de un brazo se cuelga de Leonel Godoy y del otro de Jaime Bonilla. Así es como hoy se juega en Morena, ¿anunciando así las trapacerías que vendrán en el futuro? ¿Quién lo sabe?

Parte de las dificultades de la lucha política desde la época de Sócrates (a quien sin ningún recato se le envenenó) es que ella, desde el parlamento de aquel entonces, se significaba por la dureza y perversión de sus prácticas, nadie, allí, salía bien librado, pues como escribe Mossé (Las doctrinas políticas en Grecia) “Es fácil darse cuenta del peligro que entrañaba este estado de cosas. La retórica se convertía en técnica del discurso y los sofistas en profesores de elocuencia que enseñaban a sus alumnos más a engañar al pueblo y adularle que a mostrarle sus verdaderos intereses”. Cualquier parecido con la Mañanera es pura casualidad.

Es necesario, pues, urgente, darle una nueva dimensión, una manita de gato aunque sea, a la política en el país. En donde un nuevo proletariado surgido desde las bases, abajo y a la izquierda, se encargue de darle un nuevo sentido a la política, sin mediación de partidos electorales y representativos de por medio, sino de partidos que entiendan la dinámica política contemporánea y sepan, desde allí, direccionar la lucha teórica e ideológica con los enemigos que comparten ideas como con aquellos que son enemigos de clase. Esa es la nueva lucha política que se debe impulsar si realmente se quiere consolidar aquello que se comenzó a construir particularmente a partir del triunfo electoral del primero de julio del año pasado, tarea en la cual participamos más de treinta millones de mexicanos.

Dejar caer esa lucha es fácil. Lo estamos viendo hoy, cuando poco a poco se está cayendo Morena, consumido por sus ansias electorales y búsqueda de puestos partidarios. Tratar de construir así un partido es inútil, si de por medio no existe la sana decisión de cambiar, de ser otros, acordes con las nuevas necesidades políticas del país que pueden resumirse en las siguientes prácticas ciceronianas  y que encontramos lo mismo en Platón que en Aristóteles y Polibio (el mismo libro de Mossé): “… la Justicia es posible en la Ciudad mediante la adopción de la mejor Constitución y, por otra parte, que las leyes no son nada sin los hombres que las hacen respetar”.

Así de simple, así de sencillo.

*Profesor jubilado de la UPN

gomeboka@yahoo.com.mx

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