Sergio Gómez Montero*
Y yo le dije me parece muy bien:
vives en el poema verdadero
R. G. Aguirre: “El poeta perdido”
En términos de gobierno, es cierto, predomina lo inmediato. No se puede dejar para mañana lo que es urgente resolver hoy. Pero, a pesar de eso, también existe la presión contraria de adelantarse al futuro; es decir, resolver hoy el problema que se puede presentar mañana. Gobernar es, pues, vivir entre problemas y tener siempre la capacidad de anticipar la solución de ellos. Al menos, eso es lo que enseña hoy la teoría, aunque no siempre atina a decir cómo.. Y eso, por ejemplo, es lo que está sucediendo con el cómo gobernar al país, al que un día sí y al otro también sus enemigos gratuitos le surgen por todos lados, bien sea para politizar malignamente los problemas de salud contemporáneos que para anunciar, con la trompetas de Jericó, la caída irremediable de la economía en ja recesión.
En efecto, por ejemplo, no se puede negar que la economía es hoy un verdadero dolor de cabeza porque, aunque no se quiera, la dinámica económica del país está dominada por aquellos sectores que, por cuestiones de carácter estratégico se dejaron en manos del capital externo (industria automotriz, bancos) o del capital interno (teléfonos, minería, medios masivos de comunicación, agricultura intensiva de exportación) y esos sectores estratégicos arrastran al conjunto de la economía nacional y hacen que ella se mueva de acuerdo a como se mueve la economía capitalista en su conjunto, que en la actualidad, se reitera, por las cuestiones biopolíticas por las que se atraviesa sufre hoy, una crisis de validez y de operación más agudas de su historia contemporánea. Frente a eso, es obvio que la economía nacional se ve conmovida fuertemente por los bruscos cambios y ajustes que la economía capitalista a nivel mundial está registrando.
Pero si sólo fuera eso, gobernar al país no tendría el grado de dificultad tan agudo que hoy tiene. Pero no, el problema más agudo se encuentra en el futuro inmediato y tiene que ver con el hecho no de conservar el poder (al que los conservadores, un día sí y el otro también, acosan como perros de pelea un día sí y el otro también, pero que ven su oportunidad más clara e inmediata en 2021, cuando piensan soltar a todas sus jaurías (Fututo 21) tras la presa: poder Legislativo (o parte de él: Cámara de Diputados), gubernaturas y todas las alcaldías que se pueda, tomando en cuenta que siendo el cuarto para las doce, el actual grupo en el poder no sabe aún cómo resolver e; complejo problema de la organización política que ya debiera estar operando para hacerle frente precisamente a lo que ya está aquí, a la vuelta de la esquina.
Puede ser, en efecto, que los afanes protagónicos de AMLO hayan dificultado esa tarea. Pero de no haber sido gracias eso, las fuerzas que hoy están al frente del gobierno puede ser que no estarían. No hay por qué entonces descargar en esa razón toda la culpa. La verdad es que, hasta hoy, no se ha tenido la habilidad suficiente para enfrentar problema tan complejo, que amenaza agarrarle los dedos a las fuerza de la izquierda del país porque no supieron retirar a tiempo la mano antes de que la puerta se cerrara… Y no hay que olvidar que en 2024 ya no habrá otra vez AMLO…
¿O sí?
*Profesor jubilado de la UPN
gomeboka@yahoo.com.mx