Sergio Gómez Montero
¿Quién inventó las horas?
¿Quién dividió los días en minutos
segundos
angustias
zozobras y simplezas?
G. Pereira: “Relojería”
Las campañas políticas por la presidencia del país, desde siempre han tenido sus reglas y ceremonias que el poder impone de una u otra manera. Hasta que terminó el gobierno de los Ávila Camacho predominaron los actos militares; de ahí en adelante se mezcló lo civil con lo militar, hasta hoy, cuando lo primero es lo básico y esencial en términos de gobierno del país, y por eso es que a ello los candidatos presidenciales les otorgan particular importancia, como es a las significativas pasarelas ante banqueros, empresarios (hasta empresarios rurales), industriales y comerciantes; allí, los campesinos han dejado de tener lugar. Eso pareciera obligar a que esas campañas sean, obligatoriamente, ejercicios plenos de revisionismo. Ese desplazamiento de los de abajo de las campañas políticas (ellos no existen para esas campañas), ¿no te dicen acaso para quién trabajan las elecciones?, me pregunta uno de los camaradas que trabajó muy cerca de Marichuy en su reciente campaña para alcanzar su registro. Es decir que el viejo dilema kaustkyano se mantiene, pero Lenin y Luxemburgo también se mantienen y siguen derrotando al viejo revisionismo de Kaustky. Es decir, a la revolución no se llega por vía electoral; se alcanza el poder, sí, y después puede estallar la revolución –rara vez–, pero por el momento el repudio ciudadano que indistintamente convocan tanto Meade como Anaya, si bien otorgan una aceptación plena para AMLO y hasta hoy una gran ventaja en las encuestas, no garantizan que el revisionismo no se va a colar. Y cuidado con eso. Por ejemplo, la tontería de la pasarela de Meade en el estadio Guadalajara es un error político inconcebible, que sigue abultando la cartera del descontento social que este candidato hasta hoy acumula y que en la medida en que pase el tiempo, nadie se imagina cómo su peso podrá disminuir: al pueblo, hoy, ya no se le puede seguir engañando, como hoy se le quiere engañar inútilmente a López Obrador involucrándolo en un debate anticipado que para él ni para nadie tiene sentido. El ya conoció desde tiempo atrás a quien tenía que conocer, al pueblo, y platicó largo y tendido con ellos y ellos lo conocen a él a fondo y por eso lo consideran hoy su candidato, de la misma manera que hoy, en silencio, sin tener porqué declararlo, muchos banqueros, empresarios, industriales, comerciantes, también conocen a AMLO como su candidato, hoy en silencio que se volverá júbilo explosivo el próximo primero de julio. Por eso, hoy, hay tiempo hasta para noviar. Mas el fantasma del revisionismo se mantiene, pues subsiste la creencia dentro de la izquierda electoral (la izquierda moderna según ellos) de que el país subsistirá mientras no violente de manera sensible el rumbo hasta hoy mantenido: dando a todos lo hasta hoy dado y que todos se mantengan tranquilos con lo que hasta hoy obtienen; es decir, que la distribución de la riqueza se mantenga invariable. Es cosa de pensarlo; pero pues de otra manera, muy parecido, era hace cien años el pensamiento del checo Karl Kaustky.*Profesor jubiladogomeboka@gmail.com