viernes, marzo 29, 2024

ISEGORÍA: Las mínimas fronteras

Sergio Gómez Montero*

Se queja el viento y el fuego de los hogares 

Es una ola estridente de frío

por los cadáveres que ambulan

R. Landa: “Se queja el viento de los hogares”

 

De las fronteras más angostas, mínimas y quebradas que existen en el país, y que por eso mismo son de las que más espantan es la que existe entre poder civil y poder militar, que si bien constitucionalmente está debidamente delimitado, en la vía de los hechos no es sino con Lázaro Cárdenas (sintomáticamente a raíz del Tratado de Bucareli) que, al poder militar se le ponen límites, y se le deja sólo un espacio en el partido oficial, que posteriormente va a perder. Pero lo que no pierde es el poder decisorio que desde los primeros años de la revolución 10-17 tuvo, no sólo por la intervención que desempeñó en esos hechos, sino por algo que se ha estudiado poco e insuficientemente: en el país se han dado muchas actividades de carácter ilegal (desde el narcotráfico al tráfico de personas desde el sur hacia el norte) en donde mal que bien siempre ha estado involucrado el ejército para mediar en la vía de los hechos.

Enseguida, también actúa el ejército en otra actividad oscura, terrorífica, caótica que es la represión de las luchas sociales, en donde ejército, marina e inteligencia militar y civil se encargan de acallar las fuerzas que allí se manifiestan y donde casi nunca permiten la sobrevivencia de los que allí levantan la cabeza porque mucha de la represión que allí se practica se lleva a cabo al margen de la ley (Ayotzinapa es uno de los ejemplos más recientes).

Por el lado bueno, cuando se requiere el apoyo militar y marino en tareas de rescate social siempre se cuenta con un apoyo que siempre ha estado presente y que nadie puede negarse a reconocer.

Entre esas tres actividades, no únicas pero sí muy reconocidas, las fronteras se establecen de manera difusa y confusa, pues si en la tercera el reconocimiento es pleno, claro y preciso, en las dos primeras, que se ejecutan de manera marginal y confusa (basta leer las novelas contemporáneas sobre el narcotráfico en el país), es obvio que nunca queda claro ni quién las autoriza ni quién y cómo se fijan los protocolos de operación y por lo tanto nunca queda claro a quién corresponde castigar o no.

Es decir, hasta hoy, la acción militar en México se mueve entre fronteras demasiado angostas y virtualmente inexistentes en donde nadie sabe allí realmente quién tiene el poder: o los civiles o los militares, y por eso, hasta hoy, no hay suficiente claridad sobre la delimitación de los campos de ambos poderes, y por eso fue que hasta hoy se mantiene viva la polémica que despertó la llamada ley de seguridad interior, que al volver a otorgarle relativa autonomía al poder militar abría un espacio que en México ya aparecía como clausurado: el de darle a los militares poder operativo para intervenir en la vida civil de la nación.

Ojalá y de nuevo las fronteras queden otra vez claramente delimitadas. Sería lo más conveniente para todos en el país.

*Profesor jubilado de la UPN

gomeboka@yahoo.com.mx

Artículos relacionados