Sergio Gómez Montero*
Aquí te amo.
En los oscuros pinos se desenreda el viento.
Fosforece la luna sobre las aguas errantes
P. Neruda: “Aquí te amo”
Ya no desayuno, sino sólo una taza de café, porque no tenemos para más. Aguitados, tristes, nos reunimos una vez más con mis compañeros, maestros jubilados, a quienes el Estado nos suspende una parte de nuestra mísera pensión (y a los maestros estatales el sueldo completo) argumentando que no tiene recursos, mientras el gobernador construye casas y hoteles por toda la Península y nosotros morimos de hambre. La brutal disparidad de ingresos, así vive todo el país: sumido en la miseria y la incertidumbre al no saber qué pasará mañana. ¿Por qué AMLO no comenzó a gobernar el primero de diciembre de este año como constitucionalmente le correspondía? ¿Es bueno o malo el bipresidencialismo actual? ¿Tendrá, López Obrador, conciencia de las incertidumbres que provoca su accionar actual, en un país que se equilibra en la cuerda floja a 20 metros de altura del suelo?
Es decir, si tomamos en consideración cómo se estructura nuestra sociedad: por un lado, 16 supermillonarios a quienes el mundo les vale madre; un porcentaje, alto aún, de una clase media empobrecida (quienes tenemos la suerte de tener una jubilación, un empleo relativamente decente), y finalmente más de 70 millones que literalmente viven en una miseria diversa (desempleados, trabajadores eventuales y domésticos, la mayoría del campesinado, el migrante inicial, etcétera, lo más triste, entre una cantidad enorme de niños y adolescentes cuyo futuro nadie queremos ver). ¿Se imaginan, así, lo que es gobernar este país? La respuesta puede ser sí o no, porque no sabemos (a veces ni nos interesa) qué se vislumbra en nuestra cotidianidad, si la pobreza aumenta y aumenta por lo tanto nuestra angustia, nuestra desesperación. ¿Habrá alguien que me diga, con verdad, qué tanto ha subido la inflación estos días? ¿El futuro? El futuro me vale madre, decimos la mayoría de mexicanos hoy, lo que interesa es el aquí y el ahora. Realmente difícil situación sacar a este país roto al que hemos llegado todos, todos los que aquí vivimos. Y no hay remedio, aparentemente, pues si un país completo no le sirve al capitalismo (Yemen hoy) lo doblega y lo deja morir sin compasión.
Sí, si de por sí somos dados a la tragedia debemos, como dice Alicia Bárcena de la CEPAL, entender que el mundo no se ha acabado y que nuestro país sigue siendo un país que le da la bienvenida a todos aquellos inversionistas que quieran aprovechar las ventajas que aquí se ofrecen basadas en la ley y en la justicia, eso es la nueva política del régimen de gobierno nuevo que inicia el próximo primero de diciembre y que, obligado por las circunstancia, gobierna desde ahora, pero que sobre todo con seguridad no ha olvidado estas palabras de Gramsci: “Una parte importante del Príncipe moderno deberá estar dedicada a la cuestión de una reforma intelectual y moral, es decir, a la cuestión religiosa o de una concepción del mundo”. Entender que la antigua concepción del mundo, basada en la corrupción, el engaño y la perversión se terminó y que una nueva concepción domina a la política: limpieza, dignidad, servicio a los más pobres. Entonces, pues, ¿cuál incertidumbre?
No habría que olvidar que, por necesidad, AMLO desde hoy está gobernando de manera paralela al régimen priista que termina, y que es consecuente con lo que piensa, guste o no a quienes vemos su accionar. Unos, los comentócratas fifís tirarán veneno e incitarán a la violencia reaccionaria, Pero quienes votamos por AMLO por convicción, no se nos queman las habas por tan poco.
*Profesor jubilado de la UPN
gomeboka@yahoo.com.mx