miércoles, abril 24, 2024

ISEGORÍA: La nueva máquina de gobernar

Sergio Gómez Montero*

Sueñan con volver a un país que ya no existe

Y que no reconocerían más que en los mapas

C. Peri Rossi: “Estado de exilio”

Muchas cosas, vinculadas al gobierno, me han recordado estos días. Por ejemplo, los años primeros de la revolución rusa y los ejercicios de planificación de aquel entonces; Lenin y sus discusiones con diferentes bolcheviques sobre los planes quinquenales que le permitieron a la Unión Soviética recomponer su aparato productivo luego de que éste había quedado destruido después de la primera guerra mundial. Lo mismo, parecido a lo que hoy sucede, en que si bien había aparato productivo éste no servía sin los mecanismos de corrupción que lo alimentaban y que producían sólo una polarización creciente en la distribución del ingreso. ¿Qué aparato productivo entonces poner en práctica para que operara sobre un esquema que permitiera distribuir más equitativamente el ingreso y borrara de su esquema operativo a la corrupción? ¿Qué hombres y mujeres se necesitaban para realizar tal tarea?

Es decir, pensar en nuevos aparatos de gobierno, hoy, es difícil, pues éstos tienen que dar respuesta a necesidades que escapan a las que se conformaban desde las trincheras capitalistas y que más bien, de pronto, tienen que cambiar de signo radicalmente, toda vez que de pronto tienen que atender, con mesura, las necesidades de aquellos sectores de la población (por lo común, más del 50% de la población) que están en la miseria o en la pobreza extrema, vinculados por necesidad con el crimen organizado y lo más grave: viviendo amarrados por rutinas de consumo (celulares, alcohol, televisión, supermercados) sin recursos para vincularse a ese mundo fatuo de consumo, lo cual hace que sus conductas no se puedan fácilmente modificar (plantar árboles o cultivar la tierra, en lugar de vivir míseramente en la ciudad). ¿Qué tipo de expertos se requieren para el diseño y operación de esos nuevos aparatos de producción: administradores de los antiguos aparatos de producción o preparar a nuevos administradores que entiendan que se trata de administrar con nuevos criterios de gestión y autogestión que garanticen la participación colegiada de todos para todo? Crear, de hecho, nuevos sistemas productivos para nuevos beneficiarios de ellos.

La tarea, se vislumbre por donde se vislumbre, no es sencilla, pues implica cambios radicales en términos de gestión social, para pasar, por ejemplo, de un asistencialismo clientelar a nuevas formas de organización desde abajo en las cuales todos se sientan comprometidos y que conlleven la visión de que quienes no cumplan se verán marginados de los beneficios que tales formas de organización arrastran con ellas. A su vez, el asistencialismo se debe romper no sólo desterrando a la corrupción, sino no permitiendo que la impunidad exista desde ningún punto de vista: el castigo social como forma de aislar a los culpables.

De ninguna manera es fácil, pues, poner a funcionar nuevos aparatos de gobierno, como hoy, con el gobierno de López Obrador se está demostrando, con renuncias, errores, silencios, tareas que no se cumplen o que se sabotean (incendios malévolamente provocados)., y como sea vale la pena seguir experimentando en tal tipo de tareas.

*Profesor jubilado de la UPN

gomeboka@yahoo.com.mx

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