Sergio Gómez Montero*
No esperaron ni un día para iniciar los ataques. Se aprestaron de inmediato para decir “Ni madres, pérense, aquí estamos nosotros” (algo así más o menos). Sí, los dueños de los capitales más fuertes del país, por medio de sus intermediarios (los agentes de Bolsa), desde la madrugada del lunes lanzaron un ataque despiadado para desestabilizar la economía luego de darse a conocer los resultados preliminares (aún no definitivos) de las elecciones recién efectuadas. Ese intento de madruguete, no tuvo –para bien– los efectos esperados, pero sí anuncia lo que ya se está maquinando.
De la misma manera, si bien la derrota electoral onerosa a nivel nacional, en lo inmediato dejó anonadados a los opositores (dolorosa fue la tremenda derrota de la Ciudad de México), nada tardaron en hablar de fraude y un conteo minucioso de los votos, sabiendo que ello es pura faramalla, pues la contundencia de la votación con nada la podrán borrar, como quedará plenamente confirmado después del conteo oficial de los votos, que puede aún encerrar sorpresas positivas para Morena en Jalisco y la Ciudad de México.
Con todo y esos resultados, desde luego que los ataques continuos de los opositores al nuevo modelo de país que desde hace seis años atrás se viene construyendo con la participación decidida de gran parte de la población no va a cesar. Por el contrario, en la medida en que el nuevo modelo se vaya consolidando y evolucionando en favor del pueblo es de seguro que se incrementarán los ataques crueles, sucios, de mala leche de quienes son abiertos enemigos de esa tendencia. Para ellos, la transición sedosa que tan beneficiosa resulta para los dueños del capital es un modelo imperfecto porque no son ellos (esos dueños del capital) quienes también tienen el control político de la Nación, y eso les causa una inquietud extrema, que origina el que, de continuo, manden a sus huestes abiertas (la marea rosa) y oscuras (las que promueven entre otras cosas las guerras sucias) a tratar de minar los cimientos del nuevo país que se está construyendo.
Ahora bien, sí hay dilema: ¿cómo seguir adelante con los cambios que el país requiere para ser cada vez mejor? Por ejemplo, ¿de las reformas pendientes cuáles concretar en lo inmediato? ¿O será mejor, acaso, entrarle de lleno al proyecto de una nueva Constitución, ahora que se cuenta con una mayoría legislativa calificada?
Quizá la construcción de realidades políticas en los tiempos contemporáneos ya no se puede ajustar de manera esquemática a las ideas marxistas de los siglos XIX y principios del XX, pero sí puede aún encontrar en ese marxismo clásico ideas que, ajustadas, pueden ayudar a construir las realidades sociales de los inicios de este siglo XXI, teniendo siempre presente que el capitalismo ya no es opción de futuro. Así de sencillo.
Sea como sea, lo que no se puede perder de vista es que la oposición conservadora no dejará de seguir poniendo piedras, piedritas y rocas en el camino.
*Profesor jubilado de la UPN/Ensenada