Sergio Gómez Montero*
Aunque sea la marcha dura
yo gritaré de alegría,
muriéndome en la agonía
C. F. Changmarín: “Cuando la Zona sea mía”
Todo, como era de esperarse, ha sido un proceso largo y sinuoso, desde el momento en que se ganaron las elecciones y se supo que de allí en adelante (o tres meses después) llegaba a gobernar el país un equipo de personas encabezadas por Andrés Manuel López Obrador quien, sin duda, iba a gobernar de manera muy diferente a como, desde 36 años antes, se venía gobernando al país. Sin cambios radicales; con cuidado y sin forzar radicalmente el status quo, sino tratando sobre todo de conciliar para que la etapa de transición se llevase a cabo en un tapete de terciopelo.
Mas, desde que se supo cuál iba ser el futuro inmediato del país, hubo sectores de la población (entre ellos, grupos de la milicia y la policía alentados por empresarios neoliberales y políticos e intelectuales al servicio de éstos) que comenzaron a conspirar para frustrar los cambios y ajustes que la transición, muy poco a poco, ha tratado de poner en práctica. Hoy, cuando se ha llegado a un momento muy delicado de las acciones conspirativas habría que pensar en dónde, políticamente, la cuerda es más delgada y corre el peligro de romperse, pues de que las presiones en contra del gobierno obradorista (o de la 4T, como quiera denominársele) van a seguir, van a seguir, y de allí la urgencia también de cómo actuar en política para contrarrestar e impedir, desde allí, los golpes de la derecha y los conservadores.
Terreno, en efecto, poco tratado desde el marxismo (que poco se pensó como fuerza dominante), no hay que olvidar, nunca, las siguientes frases de Marx y Engels tomadas de La guerra civil en Francia: “… no basta con que la clase obrera se apodere de la máquina del Estado para hacerla servir a sus propios fines”, y que obligan a pensar, a quienes llegan al poder con ideas de transición de un capitalismo feroz a un régimen social menos brutal y expoliador (es decir menos corrupto, expoliador e impune), primero a que tendrán que enfrentar presiones sociales de todo tipo y que para paliar esas presiones se tendrá que luchar, indistintamente, en los terrenos de la ideología, la economía y la política con todo lo que se tenga al alcance si es que se quiere conservar el poder, tratando de no cometer los errores que hoy, por ejemplo, se están cometiendo en Baja California, en donde luego de 30 años la alianza de PAN y PRI dejó virtualmente destrozada a la entidad, la que hoy, supuestamente gobernada por MORENA, tiene incorporados en el equipo de gobierno a quienes, miembros de PRI y PAN, destrozaron con anterioridad al estado (por ejemplo, varios de los diputados que se prestaron al juego de modificar la Constitución estatal para extender el periodo de la gubernatura de 2 a 5 años, hoy son flamantes funcionarios en el entrante gobierno de Jaime Bonilla Valdez, en el colmo del cinismo).
¿Dónde, pues, está la cuerda más delgada: con los enemigos de AMLO o con los amigos de este último, quienes siguen creyendo que la política es jugar con la pirinola que siempre cae en la cara que dice: “”TODOS GANAN TODO”.
*Profesor jubilado de la UPN
gomeboka@yahoo.com.mx
