Sergio Gómez Montero*
Temí por ti.
Te supuse estropeada y vencida,
Sin defensa ante el acoso
E. Aray: “Un instante de verano”
Desde luego no estamos en Florencia, en la Italia del Renacimiento, y por ende es virtualmente imposible que caminando por la calle nos entrecruzemos con Maquiavelo y podamos preguntarle si él tiene alguna idea sobre lo que hoy está pasando en el país un día sí y el otro también. Pero si bien es cierto que esos encuentros de ultratumba no se pueden concretar, uno sí puede hoy leer El Príncipe y leer también el reciente libro de Piketty Capital e ideología para darse cuenta que no tiene nada de casual ni de eventual la ola de violencia que desde hace un mes, aproximadamente, avanza por todo el territorio nacional y que, desde las filas de los comentócrata (Carlos Loret de Mola) e intelectuales reaccionarios y conservadores (Jorge G. Castañeda), es caldo de cultivo para denostar acremente al régimen de gobierno de López Obrador.
Es decir, tanto Maquiavelo como Piketty señalan en sus libros respectivos cómo, desde las filas de la reacción, siempre existen campañas ocultas de desestabilización gubernamental que requieren ser contrarrestadas por la existencia de aparatos de inteligencia que se encarguen de neutralizar esas campañas, primero identificándolas y luego combatiéndolas con aquellas armas que permitan desaparecerlas, como hoy pareciera ser necesario una vez que se manifiestan de una manera aparentemente imparable y cada vez más malévola. Es decir, ¿son casuales los hechos de violencia que desde Aguililla hasta la masacre de parte de la familia le Baron cerca de Agua Prieta en Sonora se han registrado recientemente en el país? Haciendo un análisis de esos hechos –hasta hoy cinco o seis de esos hechos violentos, incluyendo Culiacán–, bien puede afirmarse que ellos se distinguen no sólo por la existencia de varios fallecidos, sino por algo que hasta hoy poco se ha mencionado: la persistencia de sus registros y sobre todo el despliegue de una violencia militar que enfrenta con el mismo o mejor armamento a las fuerzas de seguridad del Estado mexicano, como si una de sus finalidades fuese precisamente mostrar a esas fuerzas como débiles e insuficientes y fallida la estrategia con que esas fuerzas operan. Si esto último fuera cierto, habría, de inmediato, que denunciarlo y ponerlo en claro, antes de que como táctica desestabilizadora siga avanzando. De que ya nos dimos cuenta de cuál es la finalidad de la campaña de violencia que se está desplegando, ya nos dimos cuenta, pero y ¿qué se hará frente a tanta maldad?
Está bien, sin duda, que el aparato policiaco-militar que operaba en contra de los luchadores sociales de años anteriores recientes (el terrorífico CISEN) haya desaparecido, pero, ahora, quién se está encargando de las tareas de inteligencia que todo gobierno debe desplegar para evitar que él, ese aparato de gobierno, realice con la eficiencia requerida la multiplicidad de tareas que tiene a su cargo y frenar de tal forma las malhadadas tareas de sabotaje que siempre, en ningún momento, dejarán de llevar a cabo los enemigos del orden que busca implantar el gobierno que desplazó a quienes, los neoliberales, quieren a la fuerza volver a gobernar. No se vale hacerles el juego a esos villanos.
¿Quién, pues, entonces, tendrá mayor inteligencia?
*Profesor jubilado de la UPN
gomeboka@yahoo.com.mx