Sergio Gómez Montero*
Del nacimiento apenas nos acordamos; la muerte apenas la intuimos.
Fortalecer el recuerdo y la intuición, jugar con los comienzos y los finales.
No hay comienzo. Yo era ya antes de ser concebido
Šteger: “Poema”
Sin duda, una de las tareas más complejas que ha tenido que llevar a cabo el régimen actual, ha sido darle concreción a la lucha en contra de la corrupción y la impunidad. En particular en lo que se refiere a ajustar cuentas a quienes fueron los corruptos de los años anteriores (los años del neoliberalismo), a menos que esa tarea se quiera comenzar con los corruptos mayores (los expresidentes de la República) y ya luego, con quienes fueron sus subordinados. Porque hasta hoy, lo que ha prevalecido en ese campo especialmente han sido los principios de la transición sedosa, de terciopelo, que hasta hoy han prevalecido y que se siguen aplicando hasta nuestros días, tratando de no incomodar a nadie.
Así, de dar risa, es lo que acaba de pasar con Ildefonso Guajardo, secretario de Economía con Peña Nieto y a quien se le acusa de enriquecimiento ilícito por la irrisoria cantidad de 9 millones de pesos, que virtualmente no representan nada de lo mucho que ese exfuncionario manejó mientras colaboró en el gobierno del expresidente pasado. Acusación fácil de evadir y que ha dado pie a declaraciones (de él por un lado y de, Alito, presidente del PRI, por el otro) de acoso político, para evitar que tome próximamente posesión como diputado federal. ¿A qué, pues, entonces, está jugando FGR, con este tipo de casos? ¿No se entiende que así, a quien ponen en picota en realidad es al régimen actual en su conjunto?
Hasta hoy, del cúmulo de funcionarios federales que caminaron las vías del neoliberalismo y todos los cuales, puede afirmarse, se ensuciaron las manos con el manejo ilícito de recursos públicos, son hasta hoy básicamente tres los que están sufriendo acusaciones al respecto y sufren penas de diversa naturaleza: Rosario Robles, Emilio Lozoya y, ahora, Idelfonso Guajardo; los tres funcionarios de primer nivel cuyos ilícitos tienen una relativa significación, pero que no son nada, ante el cúmulo que representan todos aquellos recursos públicos que fueron saqueados a la Nación impunemente durante los mencionados 38 años de neoliberalismo y que, sin consultas ni nada que se le parezca, sino tan sólo porque así lo establece la ley, debieran ser detenidos, juzgados y castigados por los delitos cometidos. Tan simple y tan sencillo como eso.
Seguir la vía que hoy se está siguiendo, suena más bien a ganas de dar carpetazo a asuntos que, me imagino suponen los responsables de la 4T, pueden manchar el proceso sedoso y terso que implica la transición que el régimen actual está empeñado en concretar.
En efecto, no se trata de regresar al neoliberalismo, Se trata, sólo, de hacer cumplir la ley. Así de simple y de sencillo.
*Profesor jubilado de la UPN/Ensenada
gomeboka@yahoo.com.mx