jueves, septiembre 19, 2024

ISEGORIA: Elecciones convulsas cercanas

Sergio Gómez Montero*
Por vecindad y por cuestiones de calendario, las elecciones presidenciales de Estados Unidos, cuando casi coinciden con las nuestras, se convierten en una caja de sorpresas casi siempre negativas para el país. Ellas no sólo convocan a la ira injustificada en contra de México de varios de sus candidatos (hoy del presidencial y vicepresidencial republicanos, en particular, aunque no sólo), sino que, además, como hoy, convocan sorpresas como la detención inesperada y unilateral de delincuentes mexicanos que, por años, eran virtualmente invisibles y que de pronto, casi por magia, prefieren entregarse en manos de la justicia del país vecino. Y puede ser que esa no sea la única sorpresa electoral.
¿Por qué elegir estas épocas del calendario para destapar unilateralmente estas sorpresas mayúsculas? Porque, obvio, esperan sacar raja de ello: que ello incida, de una u otra manera, en el ánimo de los electores de aquel país que, en efecto, son muy dados a dejarse sorprender por hechos tan impactantes como la detención de un capo u, otro ejemplo, el decomiso de un cargamento de droga inesperado. Pero, nada de fondo, en serio. Puros fuegos fatuos para tratar de animar el ambiente electoral y de paso tratar de moverle el piso al gobierno de su país vecino. Porque, mire usted, qué hace el gobierno de Estados Unidos para disminuir mínimamente el ascendente consumo de droga de su país o para limitar, con seriedad, el tráfico de armas hacia los cárteles de la droga en el país.
Ahora, que si se quiere hablar de tareas conjuntas, ¿por qué –como tanto lo han insistido tanto los gobiernos de México y de otros países de América Latina– no canalizar ayuda financiera estadounidense para mejorar las condiciones de vida en esos países, en lugar de canalizar recursos únicamente para ayuda militar? Ello, sin duda, ayudaría a desaparecer las cajas de pandora que se preparan cada que hay elecciones estadounidenses y fortalecería las relaciones de amistad de Estados Unidos con el resto de los pueblos del continente.
Las relaciones internacionales para cualquier país del mundo son sumamente complejas. Para México esa complejidad –desde la época de Antonio López de Santa Anna- se incrementa, por el hecho de tener de vecino norteño al país que por muy diversas razones es hoy el capitán en jefe del capitalismo mundial. De allí que, eso representa un factor que tiende a desestabilizar de continuo la situación —endeble de por sí— de un país que durante dos siglos ha atravesado por etapas de rapiña y despojo increíbles, que provocaron, a principios del XX, una revolución armada que, en la vía de los hechos, abrió camino a regímenes capitalistas a los que, sólo a principios del XXI, se les pudo poner freno relativo –en lo político–: se desterró ese capitalismo de rapiña y hoy se trata, poco a poco, de canalizar ayudas mínimas hacia los más desposeídos. De allí pues que, aún hoy, de una u otra manera las elecciones de Estados Unidos sean siempre convulsas para México, ya que la vecindad se vuelve excusa para sacar raja de las relaciones crispadas que existen entre los vecinos.
Como sea, el país está curado de espanto. Que los gringos se sigan divirtiendo con sus elecciones.
*Profesor jubilado de la UPN/Ensenada

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