miércoles, abril 24, 2024

ISEGORÍA: ¿Diálogo o capital político?

Sergio Gómez Montero*

yo tenía todo el fracaso que llegó

yo tenía que ir hacia la nada

y allí fui

A. Schmidt: “24 de marzo de 1976”

La lógica de la política es, sin duda, una lógica compleja, cuyas premisas, a veces, parecen escapar a la razón pura y simple porque en ella conviven, a veces sin reglas, praxis y teoría y saber allí a quién le corresponde la razón que se escabulle es un verdadero galimatías. Esa es hoy, sin duda, la difícil situación política del país, en donde la carencia de lo que se debe entender por “izquierda” dificulta, por un lado, el diálogo entre las fuerzas que afirman militar en ese bando, al mismo tiempo que, la “izquierda formal”, la que gobierna pierde aceleradamente fuerza popular en la medida en que sus megaproyectos se alejan cada vez más del cuidado del medioambiente y parecen chocar con los principios de organización que le permitieron llegar al gobierno a AMLO, sustentado en una transición de terciopelo que hoy, en poco tiempo, no llega ni a mezclilla (el militarismo de la Guardia Nacional, ¿la única opción?, ¿olvidar los horrores cometidos por los militares?, ¿darle vigencia así al proyecto de Peña Nieto de ley de seguridad interior?)

Parece que ni doscientos años del nacimiento de Marx ni cien de la muerte de Luxemburgo parecen ser suficientes para enseñarnos a conducir a un gobierno de izquierda hoy. Si bien nuestra derrota más dolorosa (de los izquierdistas) fue la caída del Muro de Berlín en 1961 y el fin del socialismo real por esos años, hoy ni el socialismo capitalista de Rusia y China, ni los regímenes de transición de América Latina (incluido allí hoy México) nos ejemplifican de una izquierda que se asemeje un poco a lo que, en sus escritos, asentaron precisamente Marx, Lenin, Luxemburgo y Gramsci entre otros, y por eso es que hoy, en México, se lucha arduamente por establecer cuáles debieran ser aquellos principios que permitan conducir al país de una manera autónoma y marginal al capitalismo, toda vez que la mayoría de la población pareciera estar de acuerdo en ello. En otras palabras, ¿cuál de las fuerzas hoy en pugna tiene el suficiente capital político como para encargarse de la conducción del país en los términos de autonomía y marginalidad antedichos?

Es evidente que la toma del poder o toma del gobierno representa una acumulación de capital político sensible. Pero también verdad es que la práctica del gobierno desgasta de manera sensible ese capital político, toda vez que más allá de la teoría la práctica resta enormes sumas de capital político. No en balde, pues, que el marxismo se plantea (particularmente Luxemburgo) como finalidad última y primordial de él la organización de las masas y no la toma del gobierno, convirtiéndose en su finalidad primordial la huelga de masas y la lucha en la calle, hasta que las comunas decidan el qué hacer en términos de gobierno. Es allí en donde se consolidan los verdaderos gobiernos de izquierda.

En la teoría de los principales teóricos marxistas, esos momentos culminantes, aparecen claramente establecidos. No aprender a leerlos aún hoy, no es culpa de ellos, es nuestra. Es decir, creo que no hay transiciones duales (de ricos y pobres caminando juntos, como dice Moisés) o de terciopelo; como no hay, tampoco, saltos bruscos de capitalismo neoliberal a un régimen de izquierda. El proceso de organización social para que eso se concrete reclama, creo, esfuerzos múltiples.

Más vale dialogar, de una u otra manera.

*Profesor jubilado de la UPN

gomeboka@yahoo.com.mx

Artículos relacionados