Sergio Gómez Montero*
Sales a la calle,
levantando huellas
de zapatos olvidados
Tecolapa Alejo: “Mujer serpiente”
Era natural que los cambios se dieran. No podían mantenerse las viejas reglas del juego. Si todo está cambiando, ¿por qué habrían de conservarse los viejos rituales de la sucesión presidencial? No había razón para que eso sucediera. Está bien. ¿Pero el que ese impulso surgiera del Presidente en funciones fue la mejor manera de anunciarlo? ¿Qué, aparte del cambio de reglas mostraron esas modificaciones?
El que el cambio proviniera del Ejecutivo, mostró, de manera evidente, una de las debilidades más trascendentes del sistema político actual: la inexistencia de un partido político del poder –lo suficientemente sólido y consolidado–, como para ser él el responsable de conducir orgánica y racionalmente los procesos que, por naturaleza, corresponden al sistema político, y que hoy, muy parecido a antes, siguen recayendo en la figura clave del Ejecutivo, lo cual lo lleva a uno a preguntarse si la anulación de los puntos de vista y opiniones de las mayorías partidarias tienen hoy alguna trascendencia y significación. Porque, ¿qué significan las encuestas-dedazo que supuestamente determinan la convalidación de las candidaturas dentro de Morena, y que hasta hoy, sin saber hasta ahorita cómo se tomó esa decisión, será el método a seguir para determinar quién será el candidato presidencial de ese Movimiento?
Haber modificado las reglas del juego está bien, ¿pero hacerlo como se hizo fue la mejor decisión?
Es decir, poco en verdad ayudan a fortalecer la vida política del país ese tipo de decisiones, que si bien ayudan a consolidar la fuerza política del Ejecutivo en la dura batalla diaria que hay que dar en contra de los enemigos del régimen actual de gobierno, no ayudan a airear la vida política de la Nación, la que también necesita, con urgencia, revitalizarse, desde la base (abajo y a la izquierda), en términos de distribuir más equitativamente el poder de decisión. No al pueblo en abstracto le toca tomar las decisiones. En efecto, hay un organismo intermedio entre la conciencia en sí y la conciencia para sí, que hoy, en la 4T, parece no existir: el partido político, y por eso, al no existir partido político, es el Ejecutivo el que unilateralmente decide el qué hacer, restándole así presencia a quien, en realidad, debería estar encargado de tales cuestiones trascendentes: la militancia orgánica contenida y agrupada precisamente en el partido.
Se escribe lo anterior no para dogmatizar, sino sólo para invitar a la reflexión de lo que, sin duda, son cuestiones de suma importancia por estos días.
P.D. Me toca descansar un tiempo largo, por instrucciones del doctor que me está atendiendo de mi diabetes. Ojalá y pueda regresar algún día a retomar esta tarea.
*Profesor jubilado de la UPN/Ensenada
gomeboka@yahoo.com.mx