viernes, abril 19, 2024

ISEGORÍA: Búsqueda de equilibrios

Sergio Gómez Montero*

Mohamed, Isaac, yo soy quien los convoca,

soy el gaucho judío, y soy el musulmán,

el afrentado

  1. Simpson: “Mohamed, Isaac”

Era evidente, después de los ajustes recientes que se han generado en todo el mundo recientemente (Siria, Turquía, España, Argentina, Bolivia) que la agitación a nivel mundial crece, porque el centro de las inquietudes registradas es sólo uno, el gobierno de Estados Unidos, que hace ver no sólo la inoperancia de los organismos multilaterales (ONU, OEA) y de sus políticas, sino que obliga ocasionalmente a esos organismos (OEA) se vuelvan cómplices de las acciones que a nivel nacional se emprenden (golpe de Estado en Bolivia). Pareciera ser pues que lo anterior estaría explicando el por qué hoy, desesperadamente, se intenta la búsqueda de equilibrios como una manera de conservar el poder político (el acuerdo reciente entre gobierno y empresarios en México). ¿Será ella una política adecuada y correcta?

Si difícil es mantener un mundo estable y tranquilo, igualmente se vuelve muy complicado lograrlo, en esta etapa, con cualquier país del mundo, pues las garras del capitalismo parecieran tener extensiones, a través del gobierno de Estados Unidos, en el más remoto rincón del planeta. Esa es así, la triste realidad que nos toca vivir y a la cual hay que hacerle frente, pues no queda de otra. Es decir, tener el poder político hoy, en el interior de las democracias representativas, no es garantía de nada, ni siquiera de mantener el orden en un órgano representativo de la República como es el Senado, al que en Bolivia, la señora Añez puede, según ella, patear olímpicamente para autoproclamarse presidenta de su país, insultando a la población indígena mayoritaria y refundiéndola a las runas, donde según ella, les corresponde vivir; mientras, aquí en México, senadoras y senadores del PAN arrasan con el recinto parlamentario y agreden violentamente a sus opositoras para intentar así impedir la toma de posesión de la presidenta de la CNDH. Tristes, pues, las garantías que así ofrece la democracia representativa, lo que obligadamente conduce a pensar si no es tiempo ya de pensar en otra democracia que en verdad garantice con efectividad los derechos de todos, particularmente de los que, por mayoría o tradición, han conquistado esos derechos.

Lo anterior, pues, obliga a pensar en una de las tesis centrales del marxismo: ¿por qué la clase obrera debe encargarse del control social? Y de paso habría que pensar en cuestiones de hegemonía, sujeto  revolucionario, conciencia de clase y otras varias cuestiones que nos hagan claridad, sobre todo aquí, en la Latinoamérica de hoy, en cómo dejar atrás el neoliberalismo actual, que se manifiesta más que nada como un neocolonialismo personificado por un gobierno trumpista agresivo y rapaz que quiere a toda costa impedir que los países de la región alcancen su plena autonomía e independencia.

¿Cómo, pues, entonces, más allá de los necesarios equilibrios que hay que respetar, avanzar no sólo en términos de gobierno social, sino más que nada de independencia económica y consolidación del aparato estatal que se requiere para garantizar lo que sin distorsiones Lenin llamaba dictadura del proletariado, que no es otra cosa que el régimen social que va a permitir, en un futuro lo más corto posible, que habrá para todos, todo, de acuerdo con sus necesidades y capacidades.

El proceso, como sea, no se vislumbra a corto plazo, pues hoy se vive parte de una situación social inédita, en donde la hegemonía no radica en la clase obrera, sino en una mescolanza de clases (hasta evangélicos que terminan con la Biblia en la mano para tomar posesión como en Bolivia o Brasil) que finalmente son quienes entregan el país a los milicos y la reacción. Triste historia de la contemporaneidad esa, que tarde que temprano, algún día, tendrá que cambiar. Habría que esperar, Bolivia mediante… No, México.

*Profesor jubilado de la UPN 

gomeboka@yahoo.com.mx

Artículos relacionados