Sergio Gómez Montero*
Plena de luz, preñada de metales,
nodriza del maíz y del cacao
T. Leonardi: “Malvinas, 1982”
Para José Luis, Elvira y Luciano Concheiro
Vista a partir de la revolución de 1917, la historia de la clase obrera en nuestra país hasta hoy es una historia zigzagueante que, finalmente, termina, en todo ese siglo, dominada por fuerzas negativas que la mantuvieron sometida de manera indistinta tanto a la fuerza patronal, como a liderazgos obreros corporativos y corruptos que le impidieron ser una fuerza social renovadora y de vanguardia. Ella, parte del Estado malévolo postrevolucionario, se cocina igual que él en la corrupción, en la impunidad, en la carencia de valores positivos como paradigma o valor de ser, desde 1950 a nuestros días.
Caracterizada como corporativa, por las ligas sucias y estrechas que mantuvo más o menos desde ese año hasta recientemente, la clase obrera en México nunca, desde entonces hasta hoy, defendió los valores que por antonomasia la debían caracterizar. Todo lo contrario. El corporativismo siempre significó traición a esos valores y por eso es que a la clase obrera siempre le ha costado trabajo defender sus intereses, y de allí que hoy surja una pregunta interesante: ¿ahora, que poco a poco recupera su independencia (comenzando con los petroleros), cómo le irá a ir en las luchas por venir? Porque, en principio, uno espera que no sólo los petroleros van a recuperar su autonomía e independencia, sino que lo mismo sucederá –como con énfasis lo dice hoy AMLO– con todos los destacamentos obreros del país, sea cercana o no su vinculación con el gobierno del país, y eso, sin duda, sí pareciera ser uno de los movimientos sociales más trascendentes, si es que en efecto se lleva a cabo en los términos que él representa.
Es decir, casi un siglo, más o menos, de carecer de verdadero movimiento obrero independiente y autónomo, ¿qué va a pasar ahora que, se espera, esa autonomía e independencia de la clase obrera se va a recuperar? Por partes. Primero, viene la parte del castigo para todos aquellos que a costa de la clase obrera se enriquecieron, que no son pocos, ni pequeños los montos acumulados ilícitamente. Segundo, castigar también a quienes, socios de esos líderes, desde el gobierno también acumularon grandes fortunas ilícitas (Manlio, Gamboa, Fox, Calderón, Peña Nieto, por dar unos pocos nombres), y tercero, quizá lo más interesante: que regresen a las arcas de la Nación las enormes fortunas que líderes obreros y gobernantes (desde la cárcel en donde estén) despojaron ilegalmente a casi todos los mexicanos. Esas sí que serán tareas llenas de interés.
Es decir, no es poco lo que se juega con la limpieza de la clase obrera en el país.
Porque, cien años hace, se comenzó a trabajar con el PCM en la construcción de una clase obrera que le diera un nuevo rumbo social al país. Desde entonces el PCM ha estado tratando precisamente de lograr que la clase obrera en México ocupe el lugar que le corresponde para que él, como país, sea también vanguardia latinoamericana, en los términos que, por ejemplo, Juan Carlos Mariátegui lo quería, reivindicando él, desde América Latina, los intereses de la clase obrera. Ojalá y hoy, en la coyuntura que se construye en México, Mariátegui pueda ser reivindicado.
*Profesor jubilado de la UPN
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