sábado, diciembre 14, 2024

ISEGORÍA: Abolir el desarrollo

Sergio Gómez Montero*

La naturaleza realiza su descripción

y nosotros emitimos la fe de nuestro secreto

L. A. Spinetta: “Soneto ultrauterino”

 

Después del primer round y luego de las incertidumbres causadas, la paz pública poco a poco se recupera y las piezas del ajedrez vuelven a quedar en su lugar original (el que deberán conservar hasta el primero de diciembre de este año). Pero ello no impide, muy moderadamente, seguir escribiendo sobre la política y la gobernanza posible del gobierno próximo.

Podría, aquí, para ilustrar y comenzar, citar libros enteros de Varoufakis, pero basta, por hoy, leer estas palabras, ilustrativas precisamente, del maestro griego: “Todavía estamos enredados en la crisis que los acontecimientos de 2008 desencadenaron. Permanecen especialmente en el centro de nuestro presente. La misma crisis está tomando diferentes formas en distintos lugares, migrando de un continente a otro, de un país a otro. Muta de un generador de desempleo a una máquina deflacionaria, a otra crisis bancaria, hacia un maximizador de los desequilibrios globales de comercio y capital. Merma los ahorros de las clases medias en Alemania y Holanda, suprime salarios a lo largo de Occidente, causa burbujas crediticias en China, mantiene a Grecia y a la periferia europea en una permanente Gran Depresión, alienta un Brexit y el descontento en Centroamérica, en Europa. Por último, pero no menos importante, pone en peligro las perspectivas de vida de millones de personas a lo largo de los llamados países emergentes”. La pregunta clave al respecto, me parece, es: ¿y por qué está pasando esto en el mundo?

No es difícil explicarlo, basta con leer, por ejemplo, el libro de Piketty El capital en el siglo XXI y darse cuenta de cómo los altibajos que durante el XX  y principios del XXI tuvo el capitalismo fueron salvados finalmente con la super-explotación del trabajo, mayor durante cada crisis que tenía que enfrentar el capitalismo, particularmente la del 2008 que llevó a la más brutal polarización de la riqueza en todo el mundo, persistente y que genera migración, pobreza y miseria en cada vez más amplios territorios del planeta.

Pero no es realmente hoy ese el problema. El problema para los pueblos que sufrimos los efectos de esos desastres económicos cíclicos del capitalismo es muy simple: tenemos camino por el cual andar, que no sea el trillado “desarrollo” que las potencias capitalistas nos impusieron en cada uno de sus quiebres? Y allí lo primero a contestar es eso: ¿cómo evitar el “desarrollo” como el único camino viable para superar las crisis de pobreza capitalista? No es fácil, pero por ejemplo la vía del “buen vivir”, cuya base es vivir en armonía con la naturaleza (se dice: “Vivir en armonía con la naturaleza, con los dioses, y los espíritus protectores de las vidas existentes en la tierra, los bosques, los ríos y lagunas. Pueblo Kichwa de Pastaza), se practica particularmente entre algunos pueblos originarios de América del Sur, resistentes a las políticas monetaristas de sus países, y como una forma diferente de afrontar hoy la vida al margen de los apotegmas del “desarrollo” que hoy predominan entre nuestros pueblos.

O cambiamos de paradigmas o morimos.

*Profesor jubilado de la UPN

gomeboka@yahoo.com.mx

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