miércoles, diciembre 4, 2024

ISEGORÍA: Un Estado que a todos mancha

Sergio Gómez Montero*
En memoria de los tres compañeros oaxaqueños
de la CODEDI recién asesinados
Mi pan me sabe a cada uno de ustedes
soñadores fermentos de tierra
que se pisa que no se pisotea
R. Landa: “Este pan lleva de mí
la noche común”

Es cierto, las campañas políticas actuales (llámense como se llamen) no tienen mucho de nuevo, porque ellas se desarrollan en el marco de un régimen social que sólo con ligeras variaciones se mantiene vigente desde muchos años atrás (¿qué les gusta, 68 años atrás, con el inicio del alemanismo?) y que delinea, entre otras varias cosas, al quehacer político de la comunidad nacional y lo ha pintado desde siempre con los rasgos burdos y brutales de la negatividad que conlleva el fraude, la corrupción, el asesinato. Como sea, son épocas de ceniza. Nunca de carnaval.
El panorama, hasta hoy no pinta distinto: tiende a oscurecerse ominosamente no sólo por la cauda de crímenes y corrupción que arrastra (el canto de las sirenas sigue causando estragos, en donde los saltos de un partido a otro se hace sin ningún tipo de escrúpulos con tal de no desprenderse de la ubre política; sino porque, como escribe recién Jorge Castañeda, las cuentas alegres pululan para así tratar de meterle miedo a López Obrador), sino por el tornado que se vislumbra claramente en el horizonte: la rebelión en la granja del PRI, que ni acepta al candidato que no es de ellos ni acepta tampoco a los candidatos que tratan de imponerles (el caso de Baja California y el nacional son ilustrativos, ¿adiós al malhablado de Ochoa Reza?) Ese continuo manoseo de malas mañas que parece no cesar, lo encabeza un Estado que utiliza todo el aparato de inteligencia a su servicio (CISEN, inteligencia militar, todo tipo de “orejas”, sicarios y provocadores) para presionar así a quienes (Ricardo Anaya, Marichuy, López Obrador) se atreven a tocarlo con el pétalo de una rosa, sin ir nunca a fondo de las debilidades que caracterizan a una institución tan sucia y tan corrupta, como recién la acaban de calificar así las agencias de inteligencia del vecino país del norte.
Hacia el sur, en Guatemala nos ha conmovido la reciente detención de Álvaro Colom y diez de sus colaboradores por la malversación de fondos por millones de dólares de que se les acusa, no sólo porque se trata de un expresidente sino porque el fraude se realiza en contra de uno de los países más pobres de América Latina, y porque la ejecución contó con el abrigo y protección, claro, del Estado, lo que nos da una idea de por qué la política hoy en América Latina es una de las actividades más sucias y deleznables que existen, a la que “muchoas” aspiran y a la cual nadie quiere dejar.
Qué tristeza, pues, que toda actividad emanada del Estado en nuestra región pareciera estar teñida por la corrupción y que ello es lo que finalmente la caracteriza. Tratar de escapar a ese destino fatal pareciera ser un objetivo a perseguir por las nuevas fuerzas políticas en el plazo más corto que se pueda. Luchar para lograrlo nos debe de llenar de satisfacción.
*Profesor jubilado
gomeboka@yahoo.com.mx

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