Por Norma L. Vázquez Alanís
(Segunda y última parte)
Aunque la tradición decimonónica presenta a un Bernal Díaz del Castillo que vive rodeado con toneladas de libros y entre papeles, lo cierto es que no hay certeza de que supiera escribir ni firmar, aseveró el doctor Christian Duverger, quien ante la discordancia que encontró entre el texto de la ‘Historia verdadera de la conquista de la Nueva España’ y el perfil cultural de su autor, decidió realizar una investigación exhaustiva para determinar si hubo alguna trampa.
La hipótesis de la que partió Duverger -graduado en Derecho, Letras, Filosofía y Ciencia Política en la Universidad Sorbona de París, Francia- fue que Bernal Díaz del Castillo no habría podido hacer ese libro, porque existían dudas sobre su capacidad para manuscribir.
El doctor Duverger participó en el ciclo de conferencias “La reconciliación con nuestra historia”, convocado por el Centro de Estudios de Historia de México Carso (CEHM), de la Fundación Carlos Slim, con el tema ‘La crónica de Bernal Díaz del Castillo’, y compartió con los asistentes los pormenores de su minucioso trabajo.
Bernal Díaz del Castillo es un personaje prácticamente mítico porque ninguna obra proporciona datos sobre su vida. Lo cierto es que sí existió un Bernal Díaz bajo ese nombre a partir de 1544 en Guatemala; antes de esta fecha no hay huellas de alguien llamado así, expuso el doctor Duverger, quien es profesor de la cátedra de Antropología social y cultural de Mesoamérica en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de la Sorbona.
Este Bernal Díaz, que seguramente tuvo una relación con Cortés por ser soldado, continuó el conferenciante, ingresó como concejal en la Alcaldía de Santiago de Guatemala y a partir de este momento, para darse una personalidad más importante, agregó Del Castillo a su apellido; entonces, es a partir de 1552 cuando aparece el apellido Díaz del Castillo.
Tras la huella del presunto escritor
“Busqué las huellas de Díaz del Castillo en todas las actas del Cabildo de Santiago de Guatemala y encontré muchas firmas; había un estudio similar de los años 50 del jesuita Carmelo Sáinz de Santamaría, quien rastreó el fondo de archivo de Guatemala y halló como 30 o 40 firmas de Díaz del Castillo. En mi exploración encontré mucho más, como 150, explicó el doctor Duverger.
El investigador tenía la seguridad de que Bernal no sabía escribir porque en una de las cinco cartas que se conocen de él, dijo “no soy letrado”, o sea ‘no sé escribir’, “por eso pago a un escribano para que lo haga”, así que quiso establecer si sabía firmar, y encontró rúbricas que cambiaban de manera permanente, lo cual tenía sentido porque durante su trabajo en el Cabildo ejercía la firma por delegación, es decir, que otra persona firmaba en su lugar, pues al pasar las actas a otra mesa alguien las signaba a su nombre, y por eso varían sus firmas.
Así, Duverger -quien fue consejero cultural de la Embajada de Francia en México- consideró que probablemente Bernal Díaz del Castillo era incapaz de haber escrito la ‘Historia verdadera de la conquista de la Nueva España’.
Por ello llevó a cabo una comparación de los textos de Gómara y Díaz del Castillo, y el resultado le dio la certeza de que eran la misma obra. “La tarea de un historiador, de un cronista, es seleccionar los hechos porque no se puede contar todo, y la estructura de la ‘Historia verdadera de la conquista de la Nueva España’ y de la crónica de Gómara son idénticas: la manera de escoger los hechos, la sucesión de los mismos y las personas que intervienen en ellos es exactamente simétrico” en ambos, explicó el conferenciante.
Cortés, autor del texto atribuido a Díaz del Castillo
Este fue un indicio, dijo el doctor Duverger, porque a partir de ese momento tenía la certeza de que la ‘Historia verdadera’ había sido escrita por Cortés y de manera equivalente a la crónica de Gómara. Pero, para tener mayor seguridad, trabajó en algo que normalmente se ignora: la influencia de la prosodia latina utilizada por Marco Tulio Cicerón en sus discursos. Se trata de una manera de señalar que se va a terminar la frase y que el autor va a desarrollar otra parte de su pensamiento con otra locución; esa pequeña música rítmica que indica el final de las frases se llama cláusula, puntualizó el ponente.
Entonces, con una buena edición del texto de Bernal, la de José Antonio Barbón que es muy precisa, a partir del manuscrito de Guatemala y de la ‘Historia verdadera de la conquista de la Nueva España’ Duverger advirtió que este soldado raso (que siempre decía que estuvo en medio de las batallas) utilizaba en su texto la estilística y los ritmos latinos de Cicerón, algo raro porque si Díaz del Castillo declaró no ser letrado, lo que significa saber escribir, cómo podría emplear la extensión Latina, se cuestionó el conferencista.
Como el texto de Díaz del Castillo es una prosa latina, el doctor Duverger lo comparó también con las ‘Cartas de relación’ de Cortés y constató que en ellas al final de cada frase estaba esa pequeña música, que es una especie de marcador estilístico de la escritura del conquistador.
Y al rastrear el texto de Gómara, no encontró la misma extensión latina, lo cual también le pareció extraño porque Gómara era un sacerdote culto de quien existen escritos en latín. Por tanto, conocía el idioma, pero una cosa es conocer el latín y otra utilizar la prosodia latina para escribir, señaló Duverger.
Las cláusulas a la manera de Cicerón, estaban en la ‘Historia verdadera de la conquista de la Nueva España’ y en las ‘Cartas de relación’ de Cortés, lo que obliga a pensar un poco el asunto, insistió el especialista.
Crónica a partir de un narrador ficticio
En este trabajo, el doctor Duverger observó otro fenómeno muy interesante en el texto: algo que Miguel León Portilla llamó ‘difrasismos metafóricos translingüísticos’, que es una manera de repetir la misma palabra a través de sinónimos y que están presentes tanto en las ‘Cartas de relación’, como en la ‘Historia verdadera’.
“Considero que es un préstamo del náhuatl al idioma de Cortés y eso se comprende si entendemos que el conquistador aceptó el mestizaje y lo sabemos porque tuvo hijos mestizos, pero no es el mestizaje reducido a su dimensión sexual, sino la idea de organizar la fusión de una cultura con otra”, detalló Duverger.
Ante este hecho -continuó el ponente- crecía la probabilidad de que el texto de Bernal hubiera sido escrito por Cortés; además existía la coincidencia de que la ‘Historia verdadera’ había sido escrita en Valladolid entre 1543 y 1546, lugar donde Cortés se instaló porque ahí estaba la Corte.
En ese tiempo se dedicó a construir su estatua para la posteridad e ideó hacer dos crónicas al mismo momento: dio información a Gómara que escribió de su lado, con su estilo, con el material de Cortés y con la sucesión de los hechos contada por éste, y en el lado de enfrente Cortés escribió, pero en el anonimato, una crónica a partir de un narrador ficticio, que es un soldado raso, agregó el doctor Duverger.
Pero Cortés lo hizo casi de manera perfecta, pues casi 400 años después la mistificación funcionó porque hasta hoy todavía muchos creen que Díaz del Castillo, soldado raso, escribió la ‘Historia verdadera de la conquista de la Nueva España’, “pero estoy convencido de que eso es imposible”, sostuvo. Y el talento de Cortés fue escribir dos crónicas simétricas, la de Gómara por encomienda y la de su puño y letra después atribuida a Díaz del Castillo.
Explicó el doctor Duverger que, de Díaz del Castillo, está la publicación de Alonso Remón en 1632 y un manuscrito que está ahora en Guatemala, cuyas dos terceras partes son el manuscrito original de Cortés, pero que tuvo tres intervenciones adicionales, una primera corrección hecha por Martín Cortés, unas páginas agregadas por Francisco Díaz del Castillo, hijo mayor de Bernal, y una última que corresponde a la prosa de Alonso Remón, el editor mercedario de la obra.
La idea de Cortés era publicar la crónica de Gómara en España y la crónica del soldado raso -la anónima- en Nueva España; el propósito del conquistador era construir una oposición entre la historia de gabinete, que se hace a partir de archivos y la historia del testigo, que es un poco el periodismo de hoy, finalmente Díaz del Castillo quedó como el periodista actual que es testigo y narrador.
A partir de este planteamiento de Cortés nació la semejanza de esas dos obras; seguramente en la mañana encontraba a Gómara y después él escribía lo mismo, diciendo: ‘Gómara puede decir esto, pero nunca estuvo presente y yo sí’. Ese es el juego donde entró Cortés, aclaró Duverger.
Cortés escribió sus ‘Cartas de relación’ como una manera de conservar la propiedad intelectual de su conquista, para que el emperador no se la robara; se trata de una técnica de comunicación. Hay que recordar que en 1527 Carlos V prohibió las ‘Cartas de relación’ y todos los ejemplares fueron quemados; Cortés nunca pudo recuperar el derecho de escribir; por eso al final de su vida, cuando quiso escribir. tuvo que hacerlo bajo anonimato, concluyó el conferenciante.