Adrián García Aguirre / CDMX
*Es el compositor del mexicanísimo “Huapango”.
*Dicen que esa música suena hasta en el pozole.
*Historia del músico genial y su obra maestra.
*Patriotas aseguran que es el segundo himno nacional.
José Pablo Moncayo nació en Guadalajara, Jalisco, el 29 de junio de 1912, y antes de seguir adelante con esta historia, dígase que México tiene dos canciones que entran en disputa por ser distinguidas como el himno nacional, como dicen los patriotas.
Antes de poner sal, limón y orégano al pozole, seguro hay que escuchar el Huapango de ese mexicano hoy ínmortal, quien ha sido glorificado por un poema sinfónico de su autoría que suele reproducirse no solamente en septiembre con motivo del Grito del 15, y también del 16 para celebrar el inicio de la guerra de Independencia.
“Esa pieza musical es la obra sinfónica mexicana más famosa que existe, puesto que se trata de una obra alegre, que te levanta el espíritu”, según afirma el pianista, compositor y director de orquesta Samuel Pascoe.
Debido a esas características, el Huapango de Moncayo se disputa con La Marcha de Zacatecas de Genaro Codina -otra de las canciones que suelen ser populares no solamente en esas épocas, sino todo el año- la distinción de segundo himno nacional mexicano.
¿Qué es el Huapango? ¿Cuál es su historia y dónde se interpretó por primera ocasión? Que suene el requinto, el arpa, la guitarra y hasta el violín y la jarana porque lo vamos a contar.
José Pablo Moncayo fue un compositor que falleció en la capital mexicana, días antes de su aniversario número 46, el 16 de junio de 1958, sobre cuya muerte Samuel Pascoe considera que su partida de este mundo -sus restos descansan en la Rotonda de las Personas Ilustres- fue una desdicha.
Moncayo fue pianista, percusionista, maestro de música, compositor y director de orquesta, quien recibió cátedra de Carlos Chávez en el Conservatorio Nacional de Música, para luego convertirse en ejecutante de varios instrumentos en la Orquesta Sinfónica de México.
Además, se trataba de un alpinista aficionado que frecuentemente escalaba el Popocatépetl, el Iztaccíhuatl, el Pico de Orizaba y el Volcán de Colima, y en sus obras buscaba plasmar los paisajes mexicanos.
“El huapango tradicional se escucha en la sierra y en toda la Huasteca, donde se interpreta con requinto, arpa, guitarra, uno o dos violines y jarana”, subraya Pascoe al reflexionar sobre la misión de crear el Huapango, que no fue solo de José Pablo Moncayo.
“En las postrimerías del nacionalismo de la década de 1930 y conocedor del talento de Moncayo, Carlos Chávez encargó a su alumno la misión de viajar al puerto de Alvarado, Veracruz, para que conociera a detalle el huapango tradicional y crear una obra sinfónica.
Moncayo se fue a estado de Veracruz y conoció los ritmos, tradiciones y forma de vida de la época, empeñando su talento y sensibilidad para lograr captar el sentido festivo y alegre del huapango de la Huasteca, asimilando los ritmos y las melodías para crear una pieza musical.
En el Huapango, José Pablo Moncayo transformó sones, adaptó el copleo de dos cantantes huapangueros a través de la trompeta y el trombón solista, explica Pascoe, con un punto de vista académico y universitario.
De acuerdo con él, el Huapango “es una obra genial, por la forma que utiliza la armonía: el arpa y los violines rasgando sus cuerdas con los dedos, cuando de repente su sonoridad suena a guitarras, logrando un sonido único y característico del maestro Moncayo, siempre original y bello”.