FRANCISCO RODRÍGUEZ
Cual mongol, Ebrard Vs. la Gran Muralla China
¿Con cuál de las potencias nos peleamos primero?
¿Seguimos con los guantes puestos en contra del próximo gobierno estadounidense?
¿Y de refilón con la Administración canadiense que nos está mirando feo?
¿Empezamos a arremangarnos la camisa y a mano limpia nos defendemos de lo que China puede llegar a hacernos?
Si Donald Trump es belicoso, Xi Jinping no está atado de manos. Y Justin Trudeau, desesperado ante las presiones de los gobernadores de las provincias, ¿quién sabe cómo va a reaccionar?
La Presidente formal Claudia Sheinbaum se encuentra en una encrucijada. Y el gabinete que le impuso López Obrador no le ayuda. Por el contrario, la embarca en más problemas.
Porque ¿qué necesidad había de reaccionar a botepronto en contra de los comerciantes chinos ubicados en la céntrica avenida Izazaga de la capital nacional y darle tal publicidad al evento que a la postre resultó jocoso por las nimias cantidades de productos “asegurados”?
Lo que trascendió fue que, ahora como titular de Economía, como antes lo fuera de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard se volvió a doblar ante Trump, a quien debe valerle madres cuantos artículos chafa de la japonesa Hello Kitty dicen que se van a incinerar… si es que luego no aparecen en alguna bodega gubernamental para su reventa.
¿Por qué toleraron durante años la existencia de esa plaza? La mismísima señora Sheinbaum, como regenta de CDMX, actuó con disimulo ante su existencia. Como también lo hizo con muchos otros espacios, también en el centro urbano de la metrópoli, que no son tan vistosos. ¿De cuánto serían los sobornos en yuans, dólares o devaluaditos pesos? ¿Todo para la campaña? ¿Para qué bolsillos?
Y todo el espectáculo de Ebrard fue para voltear el sombrero y mendigar las garnachas al futuro Imperio de Trump.
Todo, también, por mantener a sus chairos embelesados con estrategias de rancho, con argumentos de orate.
Porque, insisto, al republicano lo que le importa es que no haya piezas automotrices en el armado de vehículos que se exportan a su territorio y, mucho más, que no vaya a instalarse en México ninguna planta de armado de vehículos eléctricos chinos que compitan con las de su compinche Elon Musk.
La fayuca le vale una pura y con dos con sal.
Y lo peor fue que, al día siguiente de la pantomima de Ebrard, la plaza seguía abierta y funcionando a todo vapor.
Doblado pasará a la Historia
La versión, negada no sólo por Ebrard, también por López Obrador, fue reconfirmada por el entonces candidato presidencial Trump quien, en un discurso pronunciado en Michigan, en la tercera decena del más reciente julio, relató que presionó al gobierno mexicano para obtener la protección de 28 mil soldados nacionales, mientras él construía el muro fronterizo.
“Hicimos algo muy fuerte con México, cuando estaba construyendo el muro, les dije que necesitaba 28 mil soldados para que nos protegieran mientras construíamos el muro, ellos decían que no y luego les dijimos que les íbamos a cobrar aranceles del 25 por ciento por cada carro que envíen a América”, relató al comienzo.
Después, dijo que “el representante del presidente (sin mencionar el nombre de Marcelo Ebrard) dijo que quería discutir esta iniciativa con el presidente de México y yo le dije que sólo le daría cinco minutos porque tenía cosas más importantes qué hacer. Después vino a decir que con gusto nos darían los soldados para proteger el muro, libre de impuestos, por supuesto.
“Nos dieron todo. Gané. Conseguí todo de México”, enfatizó el republicano.
Ya antes, había dicho que había doblado a López Obrador con esa negociación en la que él tenía todo por ganar y nada que perder.
Trump dobló al gobiernito de la Cuarta Transformación por su manifiesta debilidad, inexperiencia y su soberbia, sobre todo.
Por eso vale preguntar ahora que llegará a la Casa Blanca, ¿el neoyorquino también doblará a Claudia Sheinbaum? ¿La arrodillará como ya hizo con AMLO y con Ebrard?
Malagradecidos con Xi Jinping
China y Xi Jinping han tenido grandes gestos amistosos con México que no han sido correspondidos del todo, no sólo por las cláusulas del T-MEC que restringen las relaciones comerciales con el principal rival estadounidense, sobre todo por la pusilanimidad de nuestros “gobernantes” que, buenos para darle la vuelta a lo que nos perjudica a los ciudadanos, no han encontrado la forma de compensar a la potencia oriental.
El más reciente de esos gestos fue la orden que el líder del Partido Comunista chino tuvo con la 4T al fabricar a toda velocidad y enviar a México los enseres de línea blanca que se entregaron a los damnificados por los huracanes que azotaron a la costa de Guerrero.
Y aquí, el doblado Ebrard hace el show para que Fox News se lo reporte a Trump.
Hay que reconocer a China como una potencia global que desafía la tradicional primacía occidental, tal como ilustra el discurso del Presidente Xi Jinping sobre el “destino compartido de la comunidad humana”.
La estrategia china de adaptar prácticas occidentales para impulsar su agenda económica y geopolítica adquiere una relevancia destacada en América Latina, una región rica en recursos. Xi Jinping ha puesto en práctica la estrategia de “poder blando”, que busca influir en percepciones y objetivos específicos más allá de la coerción militar o económica.
Hemos menospreciado a China. Igual ha sucedido con otros mercados mundiales, como el europeo, al que México ha relegado para enfocarse casi exclusivamente en el T-MEC que, repito, en poco ha ayudado para que la economía de las grandes mayorías, antes que mejorar, se deteriore. El caso ejemplificativo es el agropecuario, debido a las obligaciones de nuestros “gobiernos” de adquirir lo que se produce en las grandes planicies del territorio central de los Estados Unidos.
Se no va la nave del nearshoring
Este aislamiento regional no es exclusivo de la 4T. Así ha sido desde que se entregó la economía nacional al manejo de los operadores financieros internacionales. El término “geopolítica”, que para países emergentes significa todo, para nosotros ya hace mucho perdió su valor estratégico.
Hace casi cuarenta años, por lo menos desde que se firmaron las cláusulas de anexión al GATT, en 1987, todas las variables macroeconómicas del posible crecimiento del país quedaron atadas y absolutamente dependientes a los dictados de los rumbos y ritmos de un compás ajeno.
Por ello, ninguna posible estrategia del desarrollo que pudiera detonar nuestras ventajas geopolíticas hacia el extranjero, desde nuestra posición económica o geográfica, tienen alguna posibilidad.
Menos, cuando quienes dirigen los destinos de la Nación carecen de luces para imaginarla, ni para diseñarla, por su ignorancia supina, sí, pero sobre todo por su propensión manifiesta al entreguismo, como lo vimos desde “el primer piso” de la 4T.
Un modelito así es absolutamente lo contrario a la lucha que pueda librar un país serio en los intersticios que los inteligentes se afanan por encontrar en las posiciones estratégicas que ofrece al análisis de la geopolítica global.
En estos momentos no hay un solo individuo con poder político en nuestro país que se ponga esos zapatos. Ni los conocen. Por ejemplo, en los momentos internacionales que se viven, se están abriendo oportunidades insospechadas para poder subirse a otro barco. El del llamado nearshoring.
Pero aquí nadie las ve, vivimos en medio de una severa estrechez de conocimientos e imaginación. Somos náufragos en el océano y no hemos visto que a nuestro lado pasan los trasatlánticos salvíficos.
No queremos darnos cuenta de que el escenario geopolítico está dando un gran viraje.
¡Y todo porque Trump los mantiene doblados, empinados!
Indicios
Usted lo sabe: La Gran Muralla es una antigua fortificación china, construida y reconstruida entre el siglo V a. C. y el siglo XVI para proteger la frontera norte del Imperio chino durante las sucesivas dinastías imperiales de los ataques de los nómadas xiongnu de Mongolia y Manchuria, enseña la Wikipedia. * * * Y por hoy es todo. Como siempre, reconozco que haya leído hasta aquí y le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!
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