Francisco Rodríguez
La saña con la que se trató de destruir el cimiento de este país parece que ha tocado fondo. Posiblemente la lucha contra la corrupción desenfrenada de unos cuantos de sus peores hijos no corresponda precisamente a su aparato de justicia, pero para el caso este detalle podría ser intrascendente.
Como usted y este escribidor lo hemos venido platicando desde hace tiempo, los afanes no provienen de otro lugar sino de la Reserva Federal de los Estados Unidos, cuyos mastines, desde Washington hasta Fort Knox, incluyendo a los representantes de la misma en países, agencias, protectorados…
… y paraísos fiscales en el mundo, acatan fielmente la instrucción de buscar, hasta debajo de las piedras, los dólares que necesita la divisa estadounidense para fortalecer su capacidad de soportar todas las negociaciones internacionales que se requieren para sobrevivir como potencia.
Provengan de donde provengan, los dólares son indispensables para ellos. Su economía está algo más que reventada, los niveles de su deuda externa alcanzan proporciones inauditas, su moneda es vista con desconfianza hasta por sus antiguos cómplices, les llegó la lumbre a los aparejos.
Salinas huyó a Gran Bretaña; en chico rato nos lo regresan
Y ante eso no hay reversa posible. Todos los aparatos del sistema están comprometidos en la tarea. Llegarán hasta dónde sea necesario para concretarla. Por ello, aún sin saberlo, aquellos entreguistas que actuaron en nombre del Imperio, como capataces mayores, prestanombres, achichincles y favoritos, tiemblan de miedo.
No se explican por qué ese cambio. Eran los procónsules, ahora son moneda de cambio. La prepotencia se torna en cobardía. Creen que otros asociados en tierras lejanas les pueden dar cobijo en lo que pasa la tormenta.
No alcanzan a explicarse que todos son iguales. Carlos Salinas de Gortari consigue la residencia británica. No se acuerda de la forma en que la Pérfida Albión deja tirados en el lodazal a los que alguna vez pretendieron ser socios de número de la Corte de Saint James. En cualquier momento perderá esa prebenda.
Peña, en España; Videgaray, en Boston; Romero, en Argentina
Enrique Peña Nieto se marcha a la península ibérica a residir en las mansiones que posee o a las que tiene su valedor, Juan Collado, cómplice irredento de los capitales negros amasados en la constante sangría ejecutada contra el patrimonio nuestro y de nuestros descendientes.
¿A alguien con dos dedos de frente se le puede ocurrir que la monarquía española está para protegerlo cuando se trata de obedecer los designios del Imperio? Se debe otra vez a la ignorancia. La Interpol también está al servicio de los deseos de la desastrada Reserva.
Después de ser bateado olímpicamente por BlackRock, la empresa madre de todos sus afanes, Luis Videgaray cree que puede ser blindado por los cubículos del Instituto Tecnológico de Massachussets, cuando sólo fue un recomendado ante ese centro de estudios y amaestramiento para escurrir el bulto. Por cierto, sin dar algún perfil de merecimiento académico.
Carlos Romero Deschamps se refugia en sus casas argentinas, en la mansión acapulqueña poseída de prestado por el huizachero, o en la peregrina idea de que los tentáculos de Juan Collado pueden protegerlo de la vorágine, sin maliciar que éste desde hace tiempo ya está en calidad de soplón.
Diego Fernández de Cevallos utiliza sus plataformas para lanzar dardos de flaqueza contra el Ejecutivo, sin entender que las devoluciones fiscales que transó para los poderosos no sólo están en la tablita, sino que de alguna manera tienen que pagar el pato de haber incurrido en conflicto con capitales externos.
Hoy, acojonados, dispersos, confundidos, sin saber qué hacer
Todo forma parte de la misma masa. Aquí en el rancho grande, la impunidad de los prepotentes ha sido producida directamente por el tamaño de la traición, por los contornos de la sumisión, por la obsesión de enriquecimiento turbo sin medir límites ni consecuencias.
Y helos allí, acojonados, dispersos, confundidos, sin saber qué hacer ni a donde ir. Los nuevos Chespiritos no encuentran la respuesta sobre quién podrá salvarlos. Los que antes eran intocables, son más frágiles que el pétalo de una flor. Los dueños de vidas y haciendas están tirados a su suerte.
Muchos de ellos saben que metieron mano a las maletas de la droga, exponiéndose a que los verdaderos capos del trasiego, los que ofician en todas las oficinas del poder gabacho, algún día tenían que venir por la venganza, pero siempre supusieron que ésta era una posibilidad lejana. El que venga atrás que arree, pensaron.
Al robar y masacrar eran soberbios, inalcanzables; hoy tiemblan
Pero ya llegaron. Y vienen por todo. Tienen que arrasar para recuperarse. Ya sea a través de los dineros producidos por el mercado spot del petróleo, por las cuentas multimillonarias depositadas en paraísos fiscales, o por los saldos en dólares de cualquier cuenta, proveniente de cualquier negociación hecha en su nombre, con santo y seña.
Al robar y masacrar eran soberbios, inalcanzables, caciques de pistola sucia, mandones sobre lacayos sin escrúpulos, intolerantes, antipatrias, desclasados. Ahora son como el pobre venadito que alguna vez habitó en la serranía. Hoy tiemblan de miedo ante cualquier mención que los espante o involucre.
La opinión pública se entera de sus vilezas después de conocer al grado de servilismos e indignidades al que llegaron. No pueden ser los mismos. Primero gritaron y dispusieron, hoy los traicionan hasta los esfínteres, al saber que han sido desarmadas sus guardias repletas de guachomas.
Ya no hay nadie que pueda ayudarlos, todos están en el enjuague
Sufren el patatús, se revuelcan suplicando buenos tratos, les dan teleles al enterarse que vienen por ellos. Lloran, gimen, se transforman. Apelan a todos los beneficiarios que ellos construyeron. Ya no hay nadie que pueda ayudarlos, pues todos están en el enjuague.
Pobres prepotentes y cobardes.
Son de la peor ralea que pudimos imaginar. Si están ahí no es por ninguna razón defendible.
Cayeron en el lugar sin límites, el mismo que pensaron era para los demás.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Cuando todo México esperaba que se anunciara el congelamiento de las cuentas bancarias que en México poseen Carlos Salinas, Enrique Peña y otros evidentes saqueadores del país, la UIF de Santiago Nieto solicitó el aseguramiento de las cuentas del abogado Juan Collado, así como de José Antonio Rico Rico, José Antonio Vargas Hernández, Roberto Isaac Rodríguez Gálvez y Tania Patricia García Ortega, quienes también son investigadas por la probable comisión de los ilícitos de delincuencia organizada y lavado de dinero.
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