Francisco Rodríguez
Ahora sucede que nadie “se halla” en el lugar donde los pusimos el 1 de julio de 2018. El titular del Ejecutivo Federal acaba de confesar que no se halla en Palacio Nacional, pues él está acostumbrado a recorrer el país. Pero casi todos tienen el mismo pálpito. Los secretarios del despacho quieren ser gobernadores; éstos, secretarios; y los ujieres, ignorantes y confundidos, quieren el poder.
Las mamás quieren el puesto de las hijas. Los hijos andan pidiendo el 30% en las comisiones gubernamentales, los padres quieren ser errabundos, y los ideólogos de la Cuarta Transformación brillan por su ausencia. A ningún teórico se le ocurrió qué era lo primero que debían haber hecho al llegar al poder. Todos se sumaron a los garrotazos de ciego. Y para ellos, como dicen Los Ángeles Azules, “de Iztapalapa para el mundo”, nada ni nunca es suficiente.
Nadie “se halla”, y los que “se hallan” no saben qué hacer con lo que tienen. Porque jamás se precisaron, entre otras cosas, los puntos esenciales del nuevo régimen. La ideología de Morena, al conquistar el poder, quedó al garete. No existen los planteamientos fundamentales en ningún lado. Todos los países nos rebasaron por todos lados.
Hasta Noruega, una monarquía parlamentaria, está aplicando los principios del socialismo del nuevo siglo, una receta exitosa que combina la inversión privada con grandes gastos sociales por parte del Estado, provenientes de las ventas del petróleo. Las famosas guarderías y la educación de avanzada son sólo ejemplos a la mano.
El sistema parlamentario noruego ya redujo a cero la corrupción
Controlado todo por la intervención estatal, confirmando la copia de nuestro modelo constitucional de economía mixta, hace tiempo abandonado en México por los tecnócratas entreguistas, el sistema parlamentario noruego ya redujo a cero la corrupción. El país crece inconteniblemente. Nosotros, los que inventamos el juego, seguimos apapachando a los delincuentes.
El modelo noruego evoluciona hacia un modelo económico y social y ecológicamente sustentable que asegura su futuro como Nación y dentro de poco puede ser el ejemplo para las economías emergentes latinoamericanas. Nosotros, en el rezago colonial.
Aunque usted no lo crea, el modelo noruego que reseñamos es el que está en la Constitución mexicana. Pero ni nosotros lo conocemos y nadie de los triunfantes lo ha podido explicar. Para colmo, no aparece en documento oficial alguno de la Cuarta Transformación.
Nadie pone orden… y, mientras, todos ¡quieren parecerse a Slim!
No son los falsos retintines de crecer hacia adentro o hacia afuera, sustituir importaciones, primero crecer para después distribuir, pues esos han sido siempre los garlitos del embuste. Ignorantes y asesinos se llevaron con ellos el gato al agua. Hay que empezar de cero, pero apegados a la Constitución.
La verdad es que, en el mejor de los casos, esos merolicos dizque políticos que hemos padecido jamás leyeron la Constitución. En ella se encuentra procesado paso a paso el camino que debe seguirse, sin embozos ni traiciones. Ahí se detalla que lo primero es el desarrollo agropecuario, y con sus excedentes, abordar la industria y los servicios. No tiene una coma de complejidad.
Pero ni así “se hallan”. Como que se trata de repetir la vieja consigna de matar la gallina de los huevos de oro. Aunque la gallina goce de cabal salud y tenga los depósitos petroleros más grandes del mundo. Nadie pone orden y, mientras, todos quieran parecerse a Slim, ¡así no se puede!
Los pobres seguirán pagando la improductividad de los poderosos.
Los dizque teóricos de la Cuarta Transformación están empeñados en postergar las reivindicaciones esenciales de los amplios estratos de la población. Quieren que con el ahorro nacional se sigan construyendo las costosas infraestructuras para el uso excluyente de los grupos industriales, manufactureros y turísticos sin posibilidad de recuperación, importando bienes de capital para las ganancias de los privilegiados. Añaden cuantiosas exenciones impositivas para mejorar una productividad maquillada. Nunca les cobramos en justicia lo que nos deben.
Todo el proyecto de las instituciones surgidas del maximato callista, el alemanismo y el salinismo – atracomulquismo seguirán funcionando a la perfección para eslabonar la pobreza mexicana al T-MEC, abundancia y plenitud para los inversionistas nylon. Los pobres seguirán pagando la improductividad de los poderosos.
Cuando dejemos de repartir a la población recursos presupuestales…
Sin embargo, no han tomado en cuenta una pequeña cuestión: la ampliación de la demanda efectiva para crecer está en crisis. La gente no consume bienes sociales necesarios porque no tiene los ingresos y la “otra gente” no los produce porque nadie los compra ya.
Y mientras no tengamos resultados en términos de bienestar social, mientras no distribuyamos a la población algo más que recursos presupuestales, estaremos eternamente condenados a seguir midiendo estas abismales diferencias con los instrumentos que el Imperio recomienda a través del Fondo Monetario Internacional y de las casas calificadoras de los financieros neoyorquinos al servicio de los explotadores.
Pero así somos. No queremos entender que tenemos en los inagotables recursos petroleros la base del modelo de desarrollo económico y social. Buscamos siempre lo que no hemos perdido. Las soluciones no están en la estratosfera, sino frente a nuestras narices.
Los que se queden atrás tendrán que pagar su adormilamiento
No hay otra productividad que la capacidad de la sociedad para utilizar en forma racional y óptima los recursos naturales, humanos, científicos y técnicos de los que disponemos, buscando siempre que reciban una participación equitativa los factores que intervengan en la producción. Pero primero hay que aplicar la ley en las costillas de los rateros.
Los que se queden atrás tendrán que pagar su adormilamiento. Pero esto tiene que aplicarse en un país serio, no puede intentarse en uno cuyo gobierno ha renunciado de antemano a su autonomía, que no respete a su pueblo y que abdica de la aplicación de la Constitución y de sus leyes.
Ante un panorama de cinismo, abandono y frivolidad, todos tendremos que pagar los platos rotos. Ninguna de estas recetas pude aplicarse sin la participación efectiva de los campesinos y de los pobres de la tierra. Estamos cada vez más en sus manos, y los tratamos como desplazados y como estorbos para el desarrollo nacional.
Urge que. por fin, se sepa cuál es el modelo de desarrollo nacional
Ésta es la última oportunidad marginal de reordenar nuestras prioridades como Nación independiente. Quien no lo entienda así, jamás podrá “hallarse” en la cima de esta brillante alternativa patria.
Urge que se sepa cuál es el modelo de desarrollo nacional. Lo estamos pidiendo desde que tenemos memoria. Ya estamos hasta la madre de ensayos autoritarios, lejanos de la dignidad y del decoro. Seamos un país serio, de una vez por todas.
Nadie “se halla”, porque no se sabe qué se quiere. Nadie está aquí porque no saben lo que puede esperarnos si no nos ponemos las pilas.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Director general de la revista Macroeconomía, Mauro Jiménez Lazcano dictó una conferencia magistral ante el Club Rotario hace apenas unas semanas. Ahí dijo, entre otras cosas que “en el curso de los siete meses de actuación real de este nuevo gobierno, han quedado claras algunas acciones e intenciones que van definiendo lo que podría ser este nuevo Modelo Económico, Social y Político, aunque hay que partir de la base de que el nuevo gobierno enfrenta una estructura económica, política, jurídica y social muy fuertes, difícil de transformar y más difíciles de destruir, sobre todo si se intenta como dice el Presidente “de una manera pacífica”, porque las otras tres transformaciones o revoluciones fueron armadas y sangrientas… Lo que parecía más fácil para el nuevo gobierno, era la transformación del Modelo Económico Nacional de Economía Libre de Mercado y Globalización, y esto tampoco se ha podido realizar, dada la estructura económica y política internacional. Desde la campaña electoral, se había planteado la crítica al neoliberalismo y a la globalización; incluso, a unos cuantas semanas de tomar posesión, el nuevo Presidente decretó “el fin del neoliberalismo en México”; pero esto no ha sido posible ya que la economía del libre mercado nacional e internacional se ha mantenido en funcionamiento, a tal grado que el Tratado de Libre Comercio México – Estados Unidos (TLCAN), que fue criticado en la campaña, ha recibido el visto bueno del nuevo gobierno, aunque lleve ahora otro nombre T-MEC; y el Senado está a punto de aprobarlo. El comercio internacional, no obstante algunos intentos de limitación ha proseguido adelante y también las inversiones extranjeras, aunque estas se han vuelto más cautelosas, pensando en legislaciones y obstáculos futuros. Las nuevas inversiones nacionales, también cautelosas, se ofrecen exigiéndole al nuevo gobierno respecto al Estado de Derecho…”
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