ÍNDICE POLÍTICO
FRANCISCO RODRÍGUEZ
Anoche debió haber llegado a la capital nacional, procedente de Guatemala, la vicepresidenta de los Estados Unidos, Kamala Harris. Visita oficial y –vale subrayar– presencial para en unas cuantas horas desahogar una agenda que, se nos dijo, se centra en el tema migratorio. En realidad, es el económico.
Porque para nadie es un secreto, y lo hemos comentado en estas páginas desde hace dos décadas, que son las crisis económicas y políticas en el seno de los corporativos financieros neoyorquinos, lo que llevó a los grandes trust a seleccionar los caminos de salida a ese atascadero.
La primera señal de alarma de las dos grandes crisis fue el fraude electoral del año 2000, cuando los corporativos manipularon las decisiones judiciales y le dieron un triunfo inopinado a George Bush sobre Al Gore en la Corte de Florida.
Luego, durante lo más álgido de la crisis hipotecaria subprime del 2008, empezaron a aparecer nuevos rostros en el manejo de las finanzas. Entre ellos, los de Warren Buffet, Larry Fink y Elon Musk, entre otros, que por medio de la Reserva Federal se convirtieron en los grandes intermediarios del manejo de los fondos monetarios.
Larry Fink, más poder que Warren Buffet y Elon Musk
Por un lado, los dueños y administradores del dinero desconfiaban de la hegemonía del Partido Republicano para permanecer en el poder. Veían la llegada de los demócratas muy cerca, y era mejor amarrarse el dedo antes de cortárselo. Era mejor decidir que el polo de poder internacional se trasladara a China, antes de sufrir la mayor derrota de su historia.
Por otro lado, era necesario cambiar las cartas del juego. Buffet en los comercios, Musk en el área tecnológica y Fink en el manejo de los fondos de inversión y en los indicadores de las bolsas de valores. Todo estaba fríamente calculado. El Imperio no debía perder la oportunidad para seguir en el pandero, plenamente revitalizado.
De estos tres rostros escogidos, el que llegó a acumular más poder y fortuna para el manejo de la economía trasnacional, Larry Fink, se alzó con el santo y las limosnas. Intempestivamente, acumuló más poder de decisión que el que hubiera llegado a soñar el corporativo de la familia Rockefeller. Aunque todo era prestado y sujeto a cambios en la cúpula.
Golpe de Fink a Salinas de Gortari y a sus cuñados Gerard
El Grupo Rockefeller, el Bilderberg, el conglomerado militar representado hoy por Colin Powell, los jerarcas religiosos de las iglesias católicas y ortodoxas ocuparon un sitio predominante para influir en el curso de los acontecimientos. En parte, esto explica la permanencia de Vladimir Putin en la jerarquía rusa. El apoyo de los ortodoxos ha sido básico.
La influencia de Larry Fink, un militante del Partido Demócrata desde siempre, es y será sustancial en la política mexicana del futuro inmediato. De por sí, se sintió cuando de un plumazo influyó en la decisión de suspender las obras del Megaaeropuerto de Texcoco, para quitar de en medio a una serie de intermediaros de segundo cachete.
Casi al mismo tiempo, Fink, el súper poderoso, vendió las acciones de Sierra Oíl Gas –que supuestamente eran propiedad de la sociedad Salinas de Gortari – Gérard Rivero– a la empresa alemana Deutsche Erdoel AG, y borró de un plumazo a los prestanombres mexicanos. Se sentían los propietarios de las aguas someras de nuestro mar territorial.
Habían obtenido de la Comisión Nacional de Hidrocarburos 9 mil 400 kilómetros cuadrados, una superficie de gran relieve, considerada entre las más productivas del mundo, equivalente a 800 millones de barriles en aceite en volúmenes recuperables.
No hay que perder de vista que la Deutsche Erdoel México ya opera yacimientos en el Golfo de México, desde Tampico hasta Campeche. Las nuevas adquisiciones hacen de la compañía alemana, financiada por la Reserva Federal de Estados Unidos a través de Larry Fink, quizás la más imperante en este ramo, vital para el país.
La política norteamericana ya tomó senderos domésticos
Tampoco hay que perder de vista que Fink es el propietario de la gigantesca BlackRock, principal accionista de Exxon, Google, entre otras marcas mundiales, de casi toda la deuda externa mexicana, de los bonos del fallido aeropuerto de Texcoco, de pozos y plataformas petroleras obtenidas a través de los testaferros locales.
Es un jugador muy importante, a quien la victoria de Joe Biden, su compañero de partido, vino a consolidar indudablemente. Lo amenaza sólo el golpe político que está intentando Trump para echar abajo la elección del 4 de noviembre, utilizando la maña de controlar a los delegados electorales de los estados republicanos. Una aventura que huele a desastre final.
Sin dejar de reconocer que el golpe de mano de Trump, fascista por donde quiera observarse, provocará dos meses de tensión y de incertidumbre en el seno de la sociedad estadounidense, pero al final del día sólo es una golondrina condenada a no hacer verano. Son demasiados los intereses en juego, y los corporativos financieros ya tomaron partido en favor de Joe Biden, aunque aquí en el rancho grande no quiera reconocerse su holgado triunfo.
El sueño chino, así como las invasiones preventivas, excepto la que pueda ordenar Biden sobre Irak, podrán irse relegando para otras épocas de acuerdos republicanos. La política norteamericana tomará senderos domésticos y centrará sus posibilidades de poderío en sus patios traseros. Todo porque falló la polarización y el populismo de los republicanos de Trump.
Con Harris puede ser la última oportunidad de este sexenio
La señora Harris viene a México a enfatizar que el gobierno de AMLO deberá tomar muy en serio los contenidos demócratas impuestos al nuevo acuerdo comercial en los terrenos energéticos, laborales y ambientales. No son amenazas, el compromiso es demasiado serio y de eso depende el futuro inmediato de nuestro país.
La oportunidad que se presentó al principio del régimen para hacer amplias sociedades de inversión con las economías de las potencias emergentes asiáticas, pueden tener otro chance de aplicarse. Si en aquel momento se despreció por obedecer el caprichato de Trump, y sus amenazas lenguaraces, en ésta sería imperdonable esa actitud de sumisión.
Alea jacta est, la suerte está echada. La que puede ser la última oportunidad de este sexenio para recomponer aunque sea un poco el rumbo de su economía está planteada en el realineamiento estratégico productivo y comercial con las potencias emergentes que no tardan en tocar a la puerta.
Harris representa a los demócratas en los pactos financieros
La emisaria es la vicepresidente Harris, digna representante de los intereses demócratas en los pactos financieros de los corporativos comerciales, religiosos, petroleros, ambientales y dentro de las estructuras laborales, cuya observancia ineludible estarán monitoreando las embajadas desde aquí.
Pero para eso se necesitan cerebros sensatos e inteligentes que estén dispuestos a sortear y concretar estas posibilidades de éxito. Si no, es imposible. Seguiremos cantando las rancheras de siempre…. y ¡adiós Nicanor!
¿No cree usted?
Índice Flamígero: ¿Paso en falso de Ricardo Monreal o ansias de novillero? Lo que haya sido terminó en autogol, toda vez que la visita protocolaria de la vicepresidenta de Estados Unidos a la Cámara de Senadores nunca, repito, nunca estuvo en la agenda. Fue una puntada del zacatecano, en una conferencia de prensa, que definitivamente terminó en contra de Morena… y de AMLO.
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