Francisco Rodríguez
Dice un refrán popular que “entre bomberos no se pisan las mangueras”. Entre el bajo mundo, entre los grupos barriobajeros, adquiere la connotación de apotegma. Forma parte del ADN mismo de la complicidad, de la ley del silencio, de la solidaridad en el extremo de cualquier circunstancia o consecuencia.
Estaba pensando si el hecho de que el sistema complicitado con el narco se arrojara encima del hijo menos involucrado en los negocios de un capo preso en los Estados Unidos, procesado por un juicio mediático que nos contuvo la respiración y comprometido con un dinero fantasioso con el gobierno de la 4T, ¿no puede parecerse a violar el apotegma criminal?
Porque de ser así, tendrían que sumarse varios errores más a la Tragedia de Culiacán. Algunos, si no todos, francamente imperdonables. El Estado quedaría reducido a una condición de chivato de la peor ralea, en el mejor de los casos. Los operadores del desaguisado fatal, a la lista de los más buscados.
El Chapo, protegido de los panistas en una guerra de mentiritas
Y es que luego de haber sido secretario particular de Luis Donaldo Colosio y vocero de Esteban Moctezuma en su breve paso por la Secretaría de Gobernación zedillista, Alfonso Durazo se vendió a los panistas, llegó a ser secretario particular de la Presidencia de Vicente Fox, ¿por su conocimiento de los enredos y de los hilos que llevarían al régimen a un trato negociado, como se acostumbraba con la delincuencia organizada?
Durante ese período, El Chapo Guzmán se fugó con honores de la prisión ultra segura de Puente Grande. A partir de ahí, fue el señor mejor protegido por Fox y por Felipe Calderón, mientras se libraba una guerra de mentiritas contra el narcotráfico. Fue respetado y recibido por las más altas esferas, a las que ingresó a su nómina.
Mientras se batía a todos, a él jamás se le molestó. Carretadas de dinero en efectivo cubrieron los caprichos y las necesidades de los gerifaltes panistas y priístas de turno. El Chapo se volvió a fugar durante la presidencia de Enrique Peña Nieto, el infame jefe de la tolucopachucracia.
Se habla y se ha comprobado de maletas con millones de dólares repartidos entre autoridades civiles, militares y empresarios a población abierta. Todos coludidos en la protección, el envío de caravanas militares en calidad de valets, el fantasmagórico lavado de dinero operado en la Bolsa tenochca de Valores.
Que El Chapo apoyaría programas sociales de la 4T. ¡Y se la creyeron!
Todo un circo. Últimamente a El Chapo se le ocurrió comentar, a través de sus abogángsters, que los 14 mil millones de dólares que había producido su curriculum delincuencial, estaba dispuesto a compartirlo en obras sociales de toda índole con el gobierno de la Cuarta Transformación.
Y lo más espeluznante de este asunto es que… ¡se la creyeron! Los ñoños del sistema nunca pudieron deducir, dado su escaso conocimiento de los grandes entrambuliques, que de ese dinero, la mayor parte ya estaba en poder de los grandes capos estadunidenses, y…
… el porcentaje que le tocaba de comisión a El Chapo Guzmán era imposible de rastrear. Los circuitos financieros internacionales del lavado de dinero procedente de este negocio están absolutamente encriptados, fuera del alcance de diletantes y de aficionados ocasionales. Un real gazapo.
Si pudiera recuperarse con la mejor buena fe de los gobiernos vecinos un millón de dólares de esa orgia, sería un éxito que pudiera inscribirse en el libro de récords de Guinness. Absolutamente impensable. ¿Dónde tienen la sesera los que se atreven a pactar esas cuestiones, los que las anuncian como un hecho?
¿A quién se le ocurrió el gazapo de extraditar a El Chapito Ratón?
La realidad es que el que se quedó encargado del manejo operativo del disminuido y quebrado Cartel de Sinaloa, fue Ismael El Mayo Zambada. No, por favor, no los hijos de El Chapo, menos El Chapito Ratón que de eso no sabe nada de nada. Los hermanos tampoco. Emma Coronel, para las revistas de adultos.
¿A quién se le ocurrió obedecer a ojos cerrados la orden de extradición proveniente del gabacho? Ése es ahora el culpable de que las fuerzas de tarea de la DEA se ocupen de batir a El Mencho Oseguera, a El Mayo, y a los cincuenta carteles que mandan en el territorio nacional. Una vergüenza si no quiere llamársele traición.
Puede ser que AMLO haya firmado el pacto con crimen y corrupción
Se ha dicho aquí en todos los tonos, desde hace tiempo: el gobiernito está reducido y encorsetado por un Pacto de impunidad que firmó con las cúpulas del narco y de la corrupción del país. Pero también, confinado y disminuido a su mínima expresión por los compromisos entreguistas con el poder de Washington.
Y como “entre los bomberos no se pisan las mangueras”, me queda muy claro que, conociendo al Caudillo y estando tanto en juego durante la sucesión presidencial en materia de libertad, dinero y vidas humanas, los capos y empresarios dueños del cotarro, exigieron que el famoso Pacto hubiera sido formalmente firmado.
No porque tuviera alguna fe notarial, sino para tener la absoluta garantía de que no se violarían sus contenidos ni se faltaría a la palabra. Así, si el Caudillo se les volteaba a medio río, los poderosos tendrían la posibilidad de darlo a conocer a la opinión pública para deslegitimar en el acto cualquier mala pasada.
La lista de corruptos de la tolucopachucracia, maniobra de diversión
Se valdrían todos los excesos verbales del Caudillo, las amenazas mañaneras, las saetas de órdenes de aprehensión contra charales de poca monta. Vamos, hasta la bravata de dar a conocer a través de las columnas de chisme político y financiero los nombres de cien delincuentes menores para quedar bien con el respetable. Sobre todos, iba a caer la fuerza del Estado. Total, no pasaba de ahí.
La opinión pública no se tragó la rueda de molino. Pues es sabido que para empezar, la famosa Fiscalía General de la República, no cuenta con el número de ministerios públicos, ni las computadoras, ni las agujas de Caneva, ni las toneladas de mecate campechano para tejer sobre los lomos de decenas de miles de expedientes trucos. Era una insensatez.
Si la parte más débil no cumpliera, harían público el pacto firmado
El ominoso Pacto, que blinda y protege a los delincuentes de adentro, y a sus patrones, los delincuentes de afuera, donde esté se encuentra a buen resguardo, hasta que las circunstancias de este aquelarre obliguen a la parte más débil a faltar a su palabra.
Si esto último sucediera, no faltará quien aconseje darlo a conocer, filtrarlo a la Nación, delatando que alguien pisó las mangueras. Y entonces sí, ¡que Dios nos agarre confesados!
Los poderosos jamás tendrán la culpa por la sangre derramada, que ya se huele en el extranjero. Los culpables serán quienes los hicieron cómplices y compadres.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: El Fiscal General de la República (FGR), Alejandro Gertz Manero, rechazó que el presidente Andrés Manuel López tenga alguna responsabilidad en el fallido operativo en Culiacán que terminó con la liberación de Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín El Chapo Guzmán. “No es una tarea del presidente de la República una acción como la que se llevó a cabo en Culiacán, hay instituciones, individuos, funcionarios, servidores públicos que tienen esas tareas. Involucrar al presidente de la República me parece, en mi opinión personal, algo absolutamente inaceptable”, dijo Gertz Manero en conferencia de prensa tras participar en la presentación de la reforma con y para el poder judicial, en la Casona de Xicoténcatl, antigua sede del Senado de la República. ¡Pero tampoco es tarea de Gertz exculpar al Presidente! ¡Eso corresponde a un juez! ¿O no?
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