Francisco Rodríguez
Censurada por el violento franquismo –como lo fue toda la maciza producción musical de Serrat inspirada en los versos de Machado, Hernández y los grandes poetas españoles de la República–, “La Fiesta” es una canción premonitoria que habla de los estertores de las épocas caducas y anuncia la aparición ineludible de tiempos nuevos, posiblemente impregnados de saldos negativos o de grandes esperanzas:
“…en la noche de San Juan cómo comparten su pan, su alegría y su gabán, gentes de cien mil raleas… y con la resaca a cuestas vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a sus riquezas y el señor cura a sus misas… se despertó el bien y el mal, la zorra vuelve al portal, la zorra rica al rosal y el avaro a las divisas… se acabó, el sol nos dice que llegó el final, por una noche se olvidó que cada uno es cada cual: vamos bajando la cuesta, que arriba en mi calle ¡se acabó la fiesta!”
La violenta bota militar del dictador gallego, Francisco Franco, un chaparro cruel e indecente que juraba por ésta tener sobre su buró “el brazo incorrupto de Santa Teresa”, al cual se encomendaba por las noches, persiguió todas las expresiones que hablaban de otro panorama, diferente al sello que durante 39 años impuso, dividiendo tajantemente a la sociedad española.
En las latitudes del despotismo: el primo Del Mazo en el EdoMex
Pero, cierto, la fiesta acaba, así esté por largos años sostenida como las absurdas campañas priístas mexiquenses por los recursos de todo un pueblo, empeñados en favor del primito tricolor de Peña Nieto . En todas latitudes del despotismo los extremos se tocan, pero en México se unen para tañer la campana que convoca al linchamiento. Todo indica que está vez, la campana llamará a celebrar el triunfo.
La sociedad mexiquense, tanto del lado de la población vulnerable de los cinturones de miseria , como de la acomodada de los corredores urbanos asentados en los circuitos industriales, ha reaccionado ejemplarmente a los misiles de dádivas y compromisos del gobiernito federal, espantado, catatónico y errático ante la real posibilidad de perder el único bastión de importancia electoral que le resta, afortunadamente, en el territorio nacional.
Los miles de millones de pesos de todos nosotros, que en pocos días ha tirado por el caño el impresentable Eruviel Ávila Villegas, así como los cientos de millones que ha depositado en tarjetas bancarias electorales su hija, que oficia como Primera dama del Estado, cuentan con una incomprensible y suicida actitud gubernamental.
INE, silencio cómplice y pérdida de confianza y legitimidad
El silencio cómplice del deslegitimado Instituto Nacional Electoral del hijín de Arnaldo Córdova, obediente a todos los designios de la tolucopachucracia, así como la actitud más que lacayuna del Instituto Electoral del Estado de México, más que ayudas para el primo Alfreditito, están resultando una pesada lápida de fin de fiesta, que afortunadamente la población entiende en todas sus dimensiones.
Lo mismo está pasando en Coahuila, donde los panistas ya aventajan con mucho al candidato pelele de la dinastía Moreira y de la pareja Viggiano pachuquita, todo un pesado bulto destinado al ridículo electoral, lo mismo que en Nayarit, donde Miguel Angel Navarro Quintero, un médico prestigiado, o el junior panista Antonio Echavarría pueden muy bien hacer la “chica”…
… aún en contra de los gruesos flujos de dinero inyectados al favorito de Roberto Sandoval, Hilario Ramírez, Layín, el ex alcalde de San Blas, tanto por el encarcelado Edgar Veytia, rehén de El Chapo Guzmán en Brooklyn, como del Cartel Nueva Generación, de Jalisco, que para el caso es lo mismo. Ambos grupos delincuenciales han sido prohijados y consentidos por el sistema.
Sin el EdoMex, Veracruz y la CDMX el PRI se encamina a la derrota
Por el flanco electoral veracruzano, la elección municipal suena a réquiem para el PRI, ya no hay nada qué hacer. El triunfo será de los morenos, amarillos y alguno que otro blanquiazul de origen que desee sumarse a las coaliciones locales. El daño de Peñita ha sido mayúsculo, su última presencia en el puerto de Veracruz fue irremontable para cualquier candidato de su Partido.
Y sin esos padrones electorales, el mexiquense, el veracruzano y el capitalino –ofendido por la displicencia presupuestal de El Guasón Meade, quien junto a Edgar Amador, ha recortado todos los programas sociales, las obras imprescindibles de transporte, agua y conversión energética–, el PRI se encamina a la derrota. Nada puede hacerse frente a la pérdida anticipada del 40% de los votantes.
En sólo cuatro años del llamado sexenio atracomulca se ha develado la descomposición estructural del país, la decadencia servil, el entreguismo inaudito, la rapiña sin freno de una casta de inexpertos e improvisados que creía haber llegado para quedarse 25 años en el poder… y que no duró ni dos meses blindada de impunidad.
La irritación popular exacerbada; la gente ya no es agachona
Porque, realmente, la población está irritada al grado del exacerbamiento. Quien lo dude, puede consultar el pulso electoral que palpita hoy en aquellas regiones proclives a la mansedumbre y a la cooptación del estridente aparato de operadores electorales priístas. Ya no son los agachados de antes.
Véalo si no: los tradicionales bastiones municipales priístas veracruzanos, donde antes se decía si pierde el PRI se acaba el mundo, en la misma voz de los poetas de llanada, los corredores azules del Estado de México, inconmovibles por el panismo ante cualquier oferta extraña, las sierras nayaritas antaño manipuladas por el partidazo, hoy pintan de otros colores…
… el enojo supino de las zonas mineras coahuilenses, que antes respondían al horrísono tricolor, hoy se han dado cuenta de la manipulación industrial y electoral, y piden a gritos el juicio público a la dinastía Moreira, cansada de chupar sus vientres al antojo. Lo mismo sucede en las zonas urbanas de Saltillo, Torreón, Piedras Negras, Acuña, Ramos Arizpe, y un largo etcétera.
Los dueños del poder exigen una cuota de satisfacción a toluquitas
Tolucos y pachuquitas han orillado al país hacia la región desesperada, donde no se encuentra un remedio posible. Han capitalizado el encono y la descalificación. Han partido la sociedad en dos: los muy pocos del uno por ciento que aprueba la gestión del peñato, seguramente por los favores recibidos, y el 99% restante que la reprueba, incluidos hasta los niños encuestados. De vergüenza suprema.
La tolucopachucracia es desde ya, pasto para las fieras. Se lo ha ganado a pulso. En los Estados Unidos, y no me refiero a Trump, sino a los intereses gravemente dañados por la falta de palabra y de operación gubernamental del peñanietismo, se enseñan las garras para despedazar judicialmente a los gerifaltes atracomulcas que han roto todos los récords de codicia y ambición, así como de entreguismo desconfiable.
Los dueños del poder exigen una amplia cuota de satisfacción, así como los pobladores de aquí, que nos preguntamos si alcanzará el país para pagar todas las carísimas facturas de campaña, extendidas desde la molicie y el desenfreno sin nombre de esta fiesta de retrasados mentales, revestidos de mentecatos mandatarios.
INE y TRIFE han actuado en las penumbras de la traición al electorado
Deben reconocer su derrota desde ahora en las urnas electorales las fuerzas de la derecha y de la rapiña ignorante que han provocado la irritación del país, generando un pesado ambiente de crispación, incertidumbre y revancha. No hay de otra. Lo contrario llevaría a la lucha fratricida, que jamás será consentida por los dueños del país.
Porque con base en los datos duros, el supuesto triunfo de la derecha toluquita sólo puede ser sostenido por el desasosiego imperante en los organismos y tribunales electorales, que han actuado en las penumbras de la traición, soportando los entrambuliques de quienes entregan sin recato el patrimonio nacional a sus verdugos. La insensatez y la ignorancia totales.
¡Se acabó la fiesta para la tolucopachucracia!
¿Usted qué haría?, pregunta el clown que llama a tirar la piñata desde su fiesta particular tras los muros artillados en Los Pinos.
Índice Flamígero: Un claro ejemplo de demagogia fue brindado, apenas, por el secretario de Trabajo, Alfredo Navarrete Prida, al responder a la misiva que le envió el pasado 27 de abril el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera Espinosa, sobre el tema del salario mínimo: “…si bien aún queda mucho por hacer, entre diciembre de 2012 y marzo de 2017, el salario mínimo ha recuperado en 12.2 por ciento su poder adquisitivo en términos reales. Y descontando el efecto de la inflación, lo que representa casi cinco veces más que lo alcanzado en los dos anteriores sexenios juntos… la brecha que existía entre el salario mínimo y la ‘Línea de Bienestar’ que define el CONEVAL, y equivale al valor de la canasta alimentaria más el de la canasta no alimentaria, por persona al mes, se ha reducido en estos cuatro años en un 28.2 por ciento… la mejora del ingreso de los mexicanos es una de las líneas de acción del Gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto establecida en el Programa Sectorial de Trabajo y Previsión Social 2013-2018, es decir, un año antes de que el Gobierno de la Ciudad de México se sumara al tema con una convocatoria pública… la política en materia de salario mínimo aplicada durante esta Administración Federal, en consenso con los factores de la producción, actores políticos y autoridades, ha sido la correcta, y sus resultados son avalados por organismos autónomos como el CONEVAL y el Banco de México.” Demagogia pura, ¿no cree usted? + + + Bajo el título “Revolución y seudo democracia”, don Rubén Mújica Vélez recuerda cómo “se acuñó la frase célebre ‘la Revolución devoró a sus líderes’. ¿Ahora, tendremos que luchar contra la magna corrupción, la insultante impunidad y contra el cinismo empoderado en los desgobiernos para abrir las alamedas que reclama el pueblo? ¿Y esa lucha podrá realizarse por la vía pacífica o mediante la violencia que considera el Artículo 39 Constitucional? Porque la amenaza del regreso de los tiempos excelsos de la “matona” están a la vista, alentados por un régimen aferrado a sus vicios, a su avaricia y a la supina negativa a comprender que su corrupción fue –como vaticinó Aristóteles– la vía para su decadencia. ¿Por qué no entender ‘por quién doblan las campanas’?”
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