FRANCISCO RODRÍGUEZ
Todos los hombres del Presidente… y él también
Poco o nulo caso le habrían hecho si se hubiera tratado de una investigación periodística, como ha habido por decenas en las que se desenmascara al sexenio más corrupto de la historia: el de López Obrador… y de ahí no pasa.
Pero resulta que fueron morenistas quienes pusieron al descubierto el escandaloso robo al erario a través de una red político-criminal en la que participan todos los hombres del presidente. Y seguramente él también.
Los más cercanos son sus hijos Andy y Bobby López. Pero también su “hermano” Adán Augusto, lo mismo que aquellos en quienes depositó su confianza –o convirtió en cómplices– al designarlos responsables de la Marina Armada, de la Defensa y, entre otros, del espionaje gubernamental: Rafael Ojeda, Crescencio Sandoval y Audomaro Martínez.
No por su género femenino habría que descartar a Olga Sánchez, primera secretaria de Gobernación del primer sexenio de AMLO, quien recomendó a Ricardo Peralta para que fuese también el primero de los cinco titulares de Aduanas; ni a Higinio Martínez, quien empujó para ese cargo a su ahora contrincante Horacio Duarte; como tampoco a Rafael Marín Mollinedo, el cuarto director general de esa Administración General, recomendado por su primo Nicolás Nico Mollinedo, el ahora millonario exchofer de López Obrador; ni mucho menos al quinto, general André Georges Foullon, cuya hija Diana (a) Lady Di está en la mira de las autoridades estadounidenses. Sólo el tercero se salva: Ricardo Ahued, quien denunció ese y otros fraudes, por lo que salió asqueado del gobierno federal sin cumplir siquiera un año en el cargo.
La “pudrición” del régimen de Cuarta… Transformación, como la definió el propio hermano de AMLO, ¡en plena efervescencia!
Y ni López Obrador ni su autónomo fiscal –no se ría— Alejandro Gertz oteaban lo que a su alrededor se fermentaba, o si lo olían se cubrían la nariz para seguir adelante con el disimulo de la honestidad valiente, del no mentir, no robar y no traicionar.
Así transcurrió el sexenio más corrupto de nuestra historia. El mismo que otra cuatrotera, Claudia Sheinbaum, pretende encubrir con las mentiras y las contradicciones que también son las más evidentes de nuestro tricentenario trayecto como país.
¡Como miente, señora Presidente!
El comportamiento de la señora Sheinbaum, tan errático y veleidoso, le ha facilitado alcanzar el enorme y universal título de la más mentirosa del mundo mundial. Un galardón más para este saqueado y estrujado país.
Entre muchas otras lo comprueban sus reiteradas afirmaciones de que México lindo y querido es “el más democrático del planeta”, por el hecho de que una rascuache minoría manipulada y chantajeada haya elegido a la mitad del Poder Judicial de la Federación.
Como el “presidente López Obrador” –a quien se le llegaron a contabilizar decenas de falsedades cada mañana–, como ella le llama con enfermiza insistencia, doña Claudia miente consuetudinariamente.
Es la práctica cotidiana de lo que algunos llaman gaslighting que es la manipulación de alguien para que cuestione su propia percepción de la realidad.
Las mentiras que a diario escuchamos en las actuales “mentiñeras” consisten en dar voluntariamente a quienes la interrogan una visión de la realidad diferente de la que todos tenemos por verdadera
A Sheinbaum pueden atribuirse diferentes dimensiones de mentiras. Algunas se relacionan con aspectos psicológicos del liderazgo. Miente para la autoglorificación, por ejemplo, cuando se autoproclama como defensora number one de la soberanía nacional.
Sin embargo, son más comunes sus mentiras para implementar políticas públicas y evitar oposiciones fuertes y tienen como propósito de convertirse en el equivalente privado de las mentiras piadosas –mal menor–, aunque muchas veces esconden los verdaderos efectos esperables de las políticas o acciones.
Por ejemplo, señalar que los fondos presupuestados para la salud aumentaron un 106% para el próximo ciclo fiscal. Sin embargo, si se toma en cuenta la inflación que se proyecta habrá en ese período, no hay un aumento en el presupuesto y, por el contrario, sí una disminución.
También entra en esta categoría lo que en Oriente se conoce como tatemae, información que todos saben que no es verdadera, pero que se cree conveniente para sostener un discurso público o proteger las instituciones.
El encubrimiento, la protección a López Obrador, a sus hijos, lo mismo que a todos los hombres que lo acompañaron en su primer sexenio –el más corrupto de la historia, reitero– ella podrá argüir que es algo que no está bien, pero que, de hacerse público, podría ser muy perjudicial para el sistema que las sostiene.
Pero lo peor para la señora Sheinbaum es que cada vez que sus mentiras son descubiertas y puestas en evidencia, es como una bomba para el edificio de la confianza. En un segundo se destruye todo lo que le tomó años de esfuerzo construir.
Y el peor castigo del embustero es no ser creído, aun cuando diga la verdad, como dictó Aristóteles.
Indicios
Claudia Sheinbaum desmintió ayer al Presidente colombiano Gustavo Petro al señalar¨ entre risas nerviosas que nunca ha sido militante del movimiento M-19. ¿A quien le creemos? ¿A Petro, que fue uno de los dirigentes de esa guerrilla? ¿A Sheinbaum, quien siempre miente, miente, miente? * * * Por hoy es todo. Para usted mi reconocimiento por haber leído este Índice Político. Y, como siempre, mis deseos para que tenga ¡buenas gracias y muchos, muchos días!
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