Por Lucía Cecilia Gómez Favila
Héctor Martínez Serrano se definió a sí mismo como “locutor”
Sus comentarios tenían sabiduría, expresados con sencillez
Hombre comprometido con el trabajo, razón de su vida desde las 6 AM
Acostumbró a su audiencia a escucharlo 365 días al año.
CIUDAD DE MÉXICO.- Ayer se acercó mi esposo a la cocina, donde trabajaba yo, y me dijo, tengo que decirte quien se murió, con cierta regularidad me avisa de defunciones de gente conocida en el ambiente público, artístico o de amigos entrañables que, simplemente, se nos van adelantando en ese acontecimiento al que todos los humanos estamos citados.
Tardó en decirme, su expresión de condolencia me conmovió; repasé, rápidamente, los nombres de algunos familiares cercanos que pudieran dejarnos de manera intempestiva como suele suceder con la muerte que llega, casi siempre, sin avisar y que nunca estamos preparados para recibirla.
Pues acaba de morir Héctor Martínez Serrano…
Efectivamente, no estamos preparados para recibir la muerte y menos aún cuando estamos acostumbrados a tener, al lado, al otro lado de la radio escuchando un programa radiofónico legendario que nos ha acompañado desde los años 70, cuando recién casados, lo escuchábamos al despertar y mientras nos alistábamos para iniciar nuestro día de trabajo.
Abelardo, mi marido, admiraba su sentido común, su capacidad para integrar un equipo de trabajo con personas de diversas opiniones, a mi me gustaba su voz, su risa contagiosa, el gusto por mantener viva la música típica mexicana, por promover a nuevos talentos, por enseñarlos a “sacar la casta” y por su disposición para escuchar los sentimientos de todo tipo de personas, especialmente de la gente mayor y los niños.
Fue criticado por aconsejar a las mujeres a ser “prudentes”, “mesuradas” y a “evitar pleitos” que terminaran en divorcio. Innumerables veces fue tachado de machista y de fomentar la sumisión femenina frente al macho mexicano. Creo que, en el fondo, lo que trataba de fomentar era la prevalencia de la familia por encima de los errores que todos, hombres y mujeres, cometemos a diario en detrimento principalmente de los hijos.
Don Héctor, gracias por su profesionalismo, por su entrega puntual al trabajo, por alentar a la audiencia a ver buen cine, a sentirnos orgullosos de nuestra música, a expresar nuestros mejores deseos a la familia, por conformar un equipo de análisis periodístico mediante charlas objetivas, de reflexión, sin actitudes de arrogancia ni protagonismo y ser incansable formador de talentos artísticos al motivarlos a sacar lo mejor de su capacidad interpretativa independientemente de su género, condición social o creencia religiosa.
Sr. Serrano, lo vamos a extrañar. Usted cierra en México, y tal vez en el mundo, con broche de oro, un ciclo de periodistas y radiodifusores que hicieron historia. Muchas, muchas gracias por su amable compañía de todas las mañanas. Gracias por habernos deleitado con esa voz maravillosa que el cielo le regaló, por su disciplina y por su amor pueblo de México. Su audiencia lo recordaremos siempre con cariño. Hasta siempre…!
AM.MX/fm