lunes, noviembre 25, 2024

Iluminación y sabiduría para Claudia Sheinbaum Pardo, piden mujeres de 70 pueblos indígenas y afromexicanos

Por Sara Lovera
(saraloveralopez@gmail.com)

CIUDAD DE MÉXICO / SEMlac.- El primero de octubre, al iniciar la administración a cargo de Claudia Sheinbaum Pardo, miles de mujeres de los pueblos originarios hicieron un ceremonial, lleno de simbolismos, para entregarle el bastón de mando a la nueva Presidenta. Sólo mujeres, elegidas en sus pueblos y comunidades para venir y pedir que esta vez sí se haga justicia.

Mujeres originarias que rompieron la costumbre. En sus pueblos y comunidades ellas tienen poco poder. Esta vez tomaron el zócalo.
Esta fue la ceremonia descrita entre ellas y por ellas, mujeres de 70 pueblos según se dijo oficialmente, que aparecieron todas con bastones de mando, una costumbre sólo para los hombres. O sea, simbólicamente una ruptura.

Desde la Plaza de la Constitución, corazón de la Ciudad de México, en un día histórico, mujeres autoridades municipales y comunitarias -electas en asamblea en sus regiones-, en representación de los 70 pueblos indígenas y afromexicanos, hicieron entrega a la primera presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, del bastón de mando y servicio, símbolo del poder comunal, del noble don de servir al pueblo y de hacer justicia, ya que a través de él las autoridades “gobiernan obedeciendo”.

A las 5:00 horas del 1 de octubre en el Templo Mayor, epicentro de la cultura, cosmovisión y civilización de los antiguos habitantes de México-Tenochtitlán, hombres y mujeres, en representación de los pueblos del México profundo, llevaron a cabo una ceremonia de purificación y consagración del bastón de mando y servicio y de inicio del nuevo ciclo de gobierno de la presidenta constitucional, Claudia Sheinbaum Pardo.

El rito
Entre rezos, cantos, sahumerios, copal y un ambiente cargado de espiritualidad y simbolismo, médicas tradicionales y mara’akates (guías espirituales del pueblo Wixárika) consagraron e invistieron el bastón de mando y servicio con listones de cinco colores que aluden a los cuatro rumbos y al centro del universo, lo consagraron y purificaron para su entrega, y pidieron a sus deidades sabiduría, conocimiento y experiencia para que guíen el camino de la primera mujer presidenta de México.

Asimismo, a las 9:00 horas, una representación de 31 mujeres indígenas y afromexicanas acudió a la Cámara de Diputados para la toma de protesta de Claudia Sheinbaum Pardo como presidenta constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.

Posteriormente, en el Zócalo capitalino, ante una multitud congregada para atestiguar la ceremonia de entrega del bastón de mando y servicio, y escuchar el mensaje de la presidenta constitucional al pueblo de México, 114 mujeres indígenas y afromexicanas entregaron el bastón de mando y servicio, que representa un reconocimiento a su investidura solemne y un símbolo de servicio, por parte de los herederos de los más antiguos habitantes de México, desde lo más profundo de su identidad.

Reunidas en el templete donde la primera mandataria dio su primer discurso, en la plaza pública más importante del país, las mujeres autoridades municipales y comunitarias respaldaron y reconocieron a Claudia Sheinbaum Pardo como su legítima gobernante y depositaron en ella su confianza y esperanza, en el marco de una nueva relación basada en el reconocimiento de los pueblos indígenas y afromexicanos como sujetos colectivos de derecho público, en ejercicio de su derecho a la libre determinación y autonomía.

La ceremonia tradicional
Con su banda presidencial, por vez primera, salió de la puerta de honor de Palacio Nacional Claudia Sheinbaum Pardo, la primera mujer en cruzar ese recinto para llegar al Zócalo, donde la aguardaba una multitud para presenciar este momento histórico. Fue recibida por una comitiva de cinco mujeres: Rosa María Hernández Fita, afromexicana de Veracruz; Hortencia Palma Palma, ralámuli; María de Lourdes Jiménez Liera, mixteca; Yaneth Cruz Gómez, tojolabal y Guillermina Maya Rendón, nahua, que la conduciría al templete donde la esperaban 114 mujeres autoridades municipales y comunitarias.

Con sus bastones de mando, representantes de los pueblos Kickapoo, Ixil, K’iche’, Ixcateco, Chocholteco, Huave, Triqui, Chontal de Oaxaca, Tacuate, Amuzgo, mixe, Chatino, C,uicateco, Zoque, Mazateco, Chinanteco, Apayaneco, Chontal de Tabasco, Kiliwa, Cucapá, Pa ipai, Kumiai, Cochimí, Kaqchikel, Qato’k, Akateko, Chuj, Q’anjob’al, Mam, Tojolabal, Lacandón, Mayo, Guarijío, Seri, Tepehuano del Norte, Tarahumara, Pima, Tlahuica, Matlatzinca, Mazahua, Chichimeco (Jonaz, Guachichil), Texistepequeño, Tepehua, Popoluca de la Sierra, Pame, Cora, Tepehuano del Sur, Huichol, Tlapaneco, Tarasco, Huasteco, Ch’ol, Totonaco, Otomí, Mixteco, Tsotsil, Zapoteco, Tseltal, Maya, Mexikan, Nahua, Caxcan, Coca, N’dee/N’ee/Ndé, PirindYaqui, Mazateca, Otomí, Tarascoa y Afromexicanos aguardaban a la primera mujer presidenta de México para entregarle un Bastón de Mando y Servicio.

Purificación ritual, plantas medicinales y agua bendita fue la ceremonia
“Claudia: que los elementos sagrados te acompañen; que el agua bendita purifique tu alma; que el aire esté contigo”, manifestó Teresa Ríos García, médica tradicional mazateca, quien hacía una purificación ritual con plantas medicinales, humo de copal y otros elementos con lo que dio inicio la ceremonia tradicional.

La presidenta, junto a miles de personas, alzó los brazos y mostró las palmas de las manos a los cuatro rumbos y al centro del universo. Empezaron por el oriente, donde nace el sol; luego, girando en sentido contrario a las manecillas del reloj (sentido levógiro), como establece el movimiento ceremonial de los pueblos indígenas, “del lado del corazón”, hacia el poniente, donde se oculta; luego al sur y después al norte; y finalmente hacia el centro, hacia la Madre Tierra, en señal de humildad, para agradecerle y pedirle perdón.

“Hermanita Claudia, venimos con amor, con alegría, con gusto, tú eres la voz de las que no tuvimos voz por mucho tiempo, eres la voz de nuestros pueblos con dignidad, eres la esperanza que nosotros teníamos, hoy las mujeres indígenas estamos de fiesta, pero no solamente las mujeres indígenas, también estamos de fiesta todas las mujeres, porque por primera vez una mujer llega a este lugar tan preciado para nosotras, para el pueblo”, afirmó Ernestina Ortiz Peña, la guía espiritual otomí encargada junto a Ríos García de realizar el ritual de purificación.

En el ritual -lleno de simbolismos- invocaron a las deidades de la sabiduría y pidieron resistencia y fortaleza para la mandataria. “Invocamos a nuestros ancestros, ancestras, abuelas, abuelos, para que, con su sabiduría, conocimiento y experiencia guíen el camino de nuestra presidenta; que la conduzcan e iluminen con la luz, para que su proyecto de trabajo pueda llevarlo a cabo con la fuerza del universo. Que ella sea iluminada, que la sabiduría de los ancestros y abuelos guíen su caminar en todo momento”, aseveró.

Finalmente, mirando hacia la plaza, se le pidió a la presidenta mirar al universo, al cielo, levantar las manos. Las mujeres indígenas médicas tradicionales afirmaron: “hoy a la lucha de las mujeres finamente se le hace justicia”.

“Pedimos vida, iluminación y sabiduría para la presidenta Constitucional, pedimos para ella tu luz divina, que la acompañes, que la ilumines a cada paso que dé, en cada decisión que tome, a ella y a su equipo de trabajo, la encomendamos a nuestras ancestras africanas, que le den la resistencia y la fortaleza para que gobierne con amor, con compromiso, con entereza y con humildad al pueblo de México”, afirmó Rosa María Hernández Fitta, afromexicana de Veracruz.

Una vez concluida la ceremonia de purificación, dos mujeres fueron las encargadas de entregar el Bastón de Mando y Servicio a la primera mandataria del país.

“En este lugar sagrado, México Tenochtitlán, representantes de los pueblos indígenas estamos aquí para respaldarla, le entregamos con amor y esperanza el Bastón de Mando y Servicio, seguros de que con su sabiduría y liderazgo habremos de construir una nación en la que pueblos indígenas y afromexicanos tengamos un lugar justo y digno como lo mandata la nueva norma constitucional, con su guía haremos de México una verdadera casa para todas y todos”, manifestó Virginia Flores Flores, mujer O´dam de Durango, gobernadora tradicional de San José Xoconoxtle.

Por su parte, Eloísa Bautista Campos, integrante de la comunidad de Cheranatzicurin (Cheranástino) Paracho, se fundió en un abrazo con Claudia Sheinbaum Pardo, luego de dedicarle un mensaje en su lengua materna; purépecha.

De esta manera, las mujeres del México profundo, “la verdad más íntima” del país, concretaron el reconocimiento de los pueblos indígenas y afromexicanos a la primera titular del Ejecutivo.
Una vez concretada la entrega y recibimiento del emblemático bastón de mando y servicio, empuñado por la primera mujer presidenta del país en su primer acto público, al pronunciar su discurso, esta reafirmó su compromiso de implementar la Reforma constitucional sobre derechos de los pueblos indígenas y afromexicanos, continuar los planes de justicia y garantizar los derechos culturales y lingüísticos.

“Estamos saldando las deudas históricas que teníamos con los pueblos y las comunidades indígenas y afromexicanas; se aprobó por unanimidad en el Congreso los derechos plenos de los pueblos indígenas y afromexicanos; nos va a tocar a nosotros hacerlo realidad; van a continuar los planes de justicia para todos los pueblos; e igualmente promoveremos los derechos culturales y las lenguas originarias. Aquí están las mujeres indígenas que son las que siempre llevan la lengua madre”.

El Bastón de Mando y Servicio representa la voz, la energía, la justicia, la unidad, la fuerza y la sabiduría colectiva de los pueblos del México profundo, dentro de la cual se considera también la humildad, honestidad y la obediencia. Como tal, es uno de los símbolos más importantes y con un alto significado cultural, espiritual y político que se ha venido enriqueciendo a lo largo de las transformaciones históricas de esta nación.

Además, representa el poder comunal; el noble don de servir al pueblo y de hacer justicia, por medio del cual las autoridades “gobiernan obedeciendo” y el poder que se ejerce mediante el mandato de las Asambleas, a través de los sistemas de cargos cívicos y religiosos; que está presente en todo tiempo y en todo espacio, en los momentos de alegría y dolor; y quien lo porta representa a su pueblo.

La entrega del Bastón de Mando y Servicio consagrado es una ceremonia en la que la comunidad deposita su confianza y esperanza en sus Autoridades y vigila su buen desempeño mediante el respeto, el diálogo y el consenso.

Finalmente, las lideresas representantes de los pueblos indígenas y afromexicanos del país afirmaron que en esta nueva era de la cuarta transformación de la vida pública nacional, basada en el humanismo mexicano, los pueblos indígenas y afromexicanos hacían entrega del Bastón de Mando y Servicio a la presidenta Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, con la firme esperanza de que, con su liderazgo, se podrá construir una Nación en la que nuestros pueblos tengan un lugar justo y digno, para hacer de México realmente la casa de todas y todos, haciendo honor a nuestra grandeza lingüística, cultural e histórica.
AM.MX/fm

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