jueves, abril 25, 2024

Huasca de Ocampo, el Pueblo Mágico No, 1

Adrián García Aguirre / Huasca de Ocampo, Hidalgo

 

* Belleza y quietud dan la razón al poeta Ramón López Velarde.

* Paisajes, minería y la historia de Pedro Romero de Terreros.

* Un viaje a este poblado hidalguense se convierte en algo inolvidable. 

* Los mexicanos tenemos la suerte de contar con 121 Pueblos Mágicos.

* Desde 2001, esa cifra permite explorar lo más increíble de la nación.

 

Recorrer las montañas del estado de Hidalgo y encontrar el verde tapizado de rojos, ocres y azules sorprende gratamente e incita a una estancia feliz en Huasca de Ocampo, el primer

Pueblo Mágico de México, con sus paisajes rodeados por los cañones y los bosques de las montañas que llevan a la Sierra Madre Oriental.

 

En el plano histórico, fue Pedro Romero de Terreros quien se asentó en ese sitio para obtener el primer título de propiedad importante para explotar las minas en el período colonial, en un área que había sido la encomienda de la familia de Diego de Paz a partir de 1558, reconocida por lo que, entonces, se llamaba una República de Indios hacia fines del siglo XVI.

 

“Los pueblos indígenas tenían cierto grado de autonomía de los españoles, y fue en el siglo XVII cuando las encomiendas se dividieron para convertirlas en haciendas”, explica Enrique Rivas Paniagua, investigador de la historia hidalguense, cronista bien reconocido..

 

El pueblo de Huasca se fundó bajo ese nombre entre 1760 y 1780, cuyo primer beneficiario de la explotación de plata fue Romero de Terreros, primer conde de Regla, fundador de las haciendas de San Miguel Regla, San Antonio Regla y Santa María Regla, que alcanzaron un merecido esplendor en aquellos años.

 

Sin embargo, ese auge concluyó a mediados del siglo XIX, cuando la mayoría de esos edificios quedó en ruinas ante el caos político y económico de las guerras de Independencia que, sin duda alguna, provocaron esa decadencia, sin alternativa de rescate hasta muchos años después.

 

Parte de esas tierras fueron convertidas en ejidos o en tierras comunales, cercanas a poblados rurales, y sus principales edificios -San Miguel Regla entre ellos- se volvieron hoteles y lugares de descanso; pero San Antonio quedó casi sumergida debido a la construcción de presas generadoras de electricidad.

 

Al paso del tiempo, Huasca de Ocampo fue designado como primer Pueblo Mágico de México y también el primero del programa federal creado bajo ese nombre en 2001, debido a que su arquitectura y sus calles empedradas regresaban en el tiempo al México de la mejor época de la minería, con sus casas de cantera blanca y tejados escarlata.

 

A ello se sumó una riqueza natural que dan la razón al gran Ramón López Velarde, el poeta de Jerez, Zacatecas, quien con sus versos nos enseñó a amar orgullosamente a esa suave patria impecable y diamantina.

 

Eso y más es Huasca, cuya belleza se ubica en una región apartada de la entidad hidalguense –entre la Huasteca y los llanos de Apan y Tulancingo-, impresionante, imponente y sencilla al mismo tiempo, al atrapar a los visitantes al caminar por esas calles, recorrer sus parajes, escuchar a la naturaleza en un ambiente que tranquiliza el alma.

 

Y qué decir de las noches frías con su manto sinfónico y un firmamento tapizado de estrellas que brillan hasta el amanecer, entre saltos de agua, el Sol naciente y bosques que provocan alegría en este “lugar de regocijo” -Huascazaloya en náhuatl originario-, tres palabras que identifican a esta población con su pasado.

 

Hay muchas opciones para conocer Huasca de Ocampo, empezando por lo más emblemático y explorar los alrededores, rodeados de lugares increíbles que no son tan conocidos, como puede ser un restaurante con la mejor comida, hasta un sendero que lleve a encontrar la mejor vista.

 

Uno de los lugares obligados son los Prismas Basálticos, columnas de basalto en la barranca de Santa María Regla, de los cuales solamente hay otros dos lugares en donde existen este tipo de formaciones: en Inglaterra y en Rusia, a orillas del río Lena, en la enorme región central de Siberia.

 

En este parque hay, además, puentes colgantes, cables para tirolesa y senderos para disfrutar de un día agradable de aventura y diversión, sin que falten las actividades acuáticas como el kayak y el remo en la presa de San Antonio.

 

Bajo ésta se encuentra una hacienda que se inundó en 1915, cuando se acumuló demasiada agua, al grado de inundarla y taparla por completo –excepto una chimenea que asoma en su superficie-, debido a que dejaron de funcionar las plantas hidroeléctricas. 

 

La barranca de Aguacatitla es un centro ecoturistico en donde se puede realizar rappel, senderismo, y con la posibilidad de pescar o visitar una cueva llena de murciélagos, en un parque que forma parte de la reserva de la Biosfera de Meztitlán, otro tesoro natural de la región.

 

La Peña del Aire es el lugar óptimo para caminar mientras se disfruta de la naturaleza o, si se prefiere, aprovecharlo para realizar ciclismo de montaña, ir en cuatrimoto o emprender una cabalgata hasta llegar a un divisadero desde el que hay una magnífica vista a la barranca en la que se levanta una gigantesca peña, ubicada en ese costado de Metztitlán.

 

No lejos, en medio del bosque de Huasca, se encuentra una cabaña que alberga el museo dedicado a los duendes, seres fantásticos que, cuentan los lugareños, habitan ahí para crear historias y experiencias con estos seres, que ciertas o no, son un punto que no se puede perder, lleno de misticismo y al mismo tiempo de narraciones extrañas. 

 

La ex Hacienda de Santa María Regla es una construcción del siglo XVIII ubicada en el fondo de una barranca, similar a una fortaleza que, al recorrerla, trae el recuerdo de otra época por sus patios, su capilla de estilo barroco y las bóvedas en donde se guardaba el material de trabajo y la comida de los mineros.

 

Actualmente es un hotel, en cuyos principales salones y recintos fue filmada la pelicula “La máscara del Zorro”, protagonizada por Antonio Banderas, Catherine Zeta Jones, Anthony Hopkins y Adrián Alonso, quienes actuaron en sus laberintos y túneles secretos.

 

La construcción de la Hacienda de San Miguel Regla data del siglo XVIII y su estilo colonial la vuelve una de las más bellas del lugar, utilizada para procesar los minerales que se extraían en las minas de plata de Real del Monte

 

El templo de San Juan Bautista data del siglo XVII, fue construido por los frailes agustinos y su arquitectura es sencilla; pero en su interior hay pinturas valiosísimas, acompañadas por esculturas de diversos santos y ángeles hechas en diferentes materiales.

 

Los artesanos de Huasca son conocidos por sus trabajos de alfarería colorada: elaboran platones, jarros y ollas tradicionales de la región que pueden adquirirse en las tiendas de artesanía de los portales de la plaza principal, sitio ideal para pasar la tarde caminando y disfrutando de una buena comida.

 

Hay que disfrutar de las delicias gastronómicas del lugar, entre las que se encuentran los tacos de carnitas, mole de panza, el caldo de hongos, los pambazos, los chinicuiles y escamoles; pero es imprescindible probar los pastes, cuyo nombre deriva de “pastries”, como les llamaban a esas empanadas los ingenieros ingleses que dirigían las minas.

 

Bien vale la pena ir a Huasca de Ocampo, orgullo del estado de Hidalgo, Pueblo Mágico No. 1-dice el profesor Rivas Paniagua-, localizado a 35 kilómetros de Pachuca y a 16 del Mineral de Real del Monte, rodeado por pinos, cubierto de vegetación abundante y niebla mañanera que se abre para permitir contemplar uno de los grandes prodigios turísticos nacionales.

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