Por Glen Rodrigo Magaña / HOMO ESPACIOS
El reemplazo del Riviera Maya Jazz Festival (RMJF), reconocido globalmente, por el Mexican Caribbean Music Fest, ha generado más preguntas que respuestas entre melómanos y expertos, cuestionando la lógica de desechar un evento consolidado por una propuesta indefinida. El jazz en México, crece en producciones audiovisuales, pero requiere de más espacios, apoyo educativo y reconocimiento institucional.
El coloso de los festivales de jazz en México ha sido reemplazado por un experimento que se echará a andar en el 2025 en el caribe mexicano y la interrogante es acentuada entre el gremio, público y prensa melómana: ¿A quién se le ocurre enterrar el Riviera Maya Jazz Festival (RMJF), catalogado dentro de los mejores cinco festivales de su tipo en el mundo -dicho por medios, curadores y directivos de festivales nacionales e internacionales- y reemplazarlo por algo llamado Mexican Caribbean Music Fest, el cual contará con una inicial edición en 2025, sin una fecha exacta y que justifican con la bandera turística de que se escuchará en diversos destinos con un cartel que integre más géneros musicales?
Digo, ¿no sería más sencillo usar el reconocido y reconocible nombre del RMJF?, porque si de otros estilos musicales se trata, este festival incluyo a artistas como Celso Piña, Illya Kuryaki and the Valderramas y hasta Pato Machete, entre otros que ni al caso para los puristas sincopados que arengaban estas incorporaciones al cartel, pero que, para su fundador Fernando Toussaint fue clave para atraer nuevos públicos. Además, la apertura del sincopado festival playense siempre fue incluyente con otros ritmos, así como es la naturaleza del jazz, que tiene la virtud de fusionarse al son que le toquen. A la suma, que buscan restar afirmando poca participación, pero si la audiencia cubrió toda Playa Fundadores en su última edición, la visión a pie de arenal mostraba un horizonte de público y si vamos más atrás, en Playa Mamitas, lleno total, hasta el mar brindaba un lugar para disfrutar de este encuentro melómano entre el enjambre de personas que éramos. Dicen que buscan “más turistas”, que sea una “atracción” este nuevo modelo, pero la atracción por veinte ediciones lo fue el Rivera Maya Jazz Festival o ¿será que buscaban la excusa para la falta de la edición 21 del RMJF? y si pretenden que el Mexican Caribbean Music Fest sea una evolución o rinda homenaje al RMJF, no eliminen la marca ni el formato de este único festival de jazz que nos da reconocimiento internacional, sonaría mejor el incorporarlo como la joya turística de este nuevo proyecto musical del caribe mexicano.
Hace un par de semanas, el querido Maestro de la radio jazzística, Erik Montenegro, publicó en su cuenta personal de Facebook un texto donde detalla con mejores atributos narrativos esto, y solo tomaré uno de sus párrafos querido senador del jazz: “Este Festival, amigos y amigas, sucede desde mucho antes que nuestro país tristemente fuera polarizado y hoy ciegos todos, nos damos de palos sin ver que vivimos en la misma calle, que estudiamos en la misma secundaria, que nos pega el mismo sol y que somos una sola y enorme nación, si me perdona usted el cliché”. Aquí el texto completo: https://www.facebook.com/photo?fbid=10161190188723214&set=a.74159848213
En otros renglones y bajo signos de interrogación sobre el jazz nacional, nos sorprendieron con algunas producciones este año: ¿Jazzabías o hasta ahorita? serie documental lanzada desde el 20 agosto de este año, bajo la tinta narrativa de Alain Derbez, que explora el impacto del jazz en México desde sus inicios hace más de cien años, combinando investigación y un análisis crítico con seis episodios bajo la firma de TV UNAM, usando entrevistas, archivos visuales y música para contextualizar la historia del jazz en el país; ¿De qué hablamos cuando hablamos de jazz? lanzada por El Convite y los hermanos Aguilar en Capital 21, quienes examinan la identidad y evolución del jazz mexicano con testimonios de músicos, periodistas y promotores, destacando la influencia internacional, el rol de las mujeres, el legado de figuras clave, la tradición afroamericana y las raíces mexicanas, estrenado el pasado mes de julio; así como la continuidad de un joven y bebible podcast “Jazz en las Rocas”, con el productor Jordi Funtanet como conductor de este espacio que indaga diversos enfoques del jazz tanto en su cronología, concepto y fusiones.
En materia de letras, nuestros cronistas, Alain Derbez y Antonio Malacara, continúan redactando y reditando muchos renglones de nuestro jazz, a veces Malacara impulsando el género con conciertos que se entrelazan con poesía en la Fundación Sebastián o las presentaciones del Maestro Derbez en ferias del libro, eso sin mencionar sus conciertos vastos en creatividad lírica en recintos ya conocidos del ritmo roto. La tinta periodística de la articulista Estefanía Romero en su página Bop Spots o el talento de investigación plasmado por el “antropólogo del jazz” Pablo Iván Argüello en su columna en El Heraldo de México, eso sin dejar pasar al equipo que mantiene los sonidos de la síncopa en el IMER, a todos los de Horizonte Jazz 107.9 FM, sumado a la cartelera así como entrevistas clave publicadas por Contratiempo Jazz y tendría que hacer todo un ensayo periodístico para incluir a quienes difunden el jazz en nuestro país.
Dentro del aspecto creativo, nuestras figuras no paran de crear nuevos proyectos, álbumes y posicionamiento a nivel internacional, pero en lo emergente, los nuevos talentos buscan mejores condiciones en sus instituciones educativas, se requieren más espacios, festivales y apoyos para las nuevas generaciones. Otras necesidades que brotan de las entrañas del jazz en nuestro país, es contar con un museo nacional para exponer la riqueza de este género, lograr que México sea la casa por lo menos una vez del Día Internacional del Jazz y un inminente Congreso Nacional de Jazz que integre a los actores, creativos, artistas, realizadores y comunicadores de este género.