CIUDAD DE MÉXICO.- Hablar de productividad hoy implica, necesariamente, hablar de tecnología. Y no cualquier tecnología: las herramientas de IA para productividad se han convertido en aliadas cotidianas para organizar tareas, generar ideas, automatizar procesos y, en general, liberar tiempo. Aunque hace unos años sonaban lejanas, ahora están al alcance de cualquier persona que necesite trabajar mejor, no más. La clave está en saber cómo integrarlas de forma estratégica, sin depender por completo de ellas ni caer en la sobrecarga de opciones.
El primer paso es reconocer que la IA funciona mejor como apoyo, no como sustituto. En el día a día, esto se traduce en usar asistentes inteligentes para esas actividades que consumen tiempo sin aportar tanto valor: ordenar correos, elaborar resúmenes, preparar borradores o acomodar calendarios. Plataformas como Notion AI, Grammarly o los modelos conversacionales funcionan como una especie de “segunda mano” que acelera las tareas repetitivas. Lo importante es definir límites claros: qué parte del trabajo debe seguir siendo personal, creativa o estratégica, y cuál puede delegarse sin riesgo.
Otro uso inteligente está en la planeación. Mucha gente pierde horas organizándose, cuando la IA puede generar esquemas, listas de pendientes, flujos de trabajo e incluso recordatorios dinámicos que se ajustan dependiendo del avance real. Para quienes trabajan en equipo, estas soluciones se vuelven todavía más útiles ya que permiten coordinar entregas, revisar documentos y centralizar archivos sin estar saltando entre plataformas. La automatización no sustituye la comunicación, pero sí elimina fricciones que desgastan.
La creatividad también se beneficia. Aunque no se trate de reemplazar la imaginación humana, las herramientas de IA pueden servir como fuente de inspiración sugiriendo títulos, proponer enfoques, reescribir frases o construir mapas de ideas. Esto es especialmente valioso en momentos de bloqueo o cuando el trabajo exige generar contenido constante. Aquí vale la pena recordar que la IA es buena para abrir caminos, pero la voz final debe ser siempre auténtica.
No menos importante es aprender a filtrar. Con tantas opciones disponibles, es fácil caer en la tentación de descargar herramientas por todas partes y terminar con más caos en vez de orden. Lo ideal es elegir solo dos o tres que realmente aporten valor, dominarlas bien y mantenerlas actualizadas. La productividad mejora cuando las herramientas trabajan juntas, no cuando compiten entre sí.
Finalmente, el reto está en evitar la dependencia. La IA es un complemento poderoso, pero no toma decisiones ni comprende contextos complejos como lo haría una persona. La productividad real surge cuando se combinan habilidades humanas (criterio, intuición, creatividad) con tecnología que potencia el desempeño. Usarlas de forma consciente no solo agiliza el trabajo, sino que permite enfocar la energía en lo que realmente importa.
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AM.Mx/kmj
