Por Norma L. Vázquez Alanís
(Primera de dos partes)
Como cada año desde hace 12 en ocasión del aniversario natal del humanista Erasmo de Róterdam, la Asociación Mexicana de Profesionales de la Edición AC (PEAC) celebró el Día Internacional de la Corrección de Estilo (DICE), esta vez con el tema ’50 años de corrección política:1968-2018’.
Para explicar ese título, la directora de PEAC, maestra Ana Lilia Arias, dijo que “los protagonistas del 68 nos dan oportunidad de saber cuánto se ha avanzado en la industria del texto”, porque todos: editores, correctores y comunicadores, han resistido los embates del poder en su trabajo y en su vida personal.
Las ideas de cambio -agregó- requieren su difusión, pero también su registro y por ello el tema de este año puso énfasis en el carácter político de la industria del texto y su trascendencia en el momento histórico de 1968.
Por ello fueron convocados actores fundamentales de la edición cuyo trabajo dio forma al debate social de la época, para que participaran en dos conversatorios denominados ‘El contexto. La corrección como actividad política’ y ‘El pretexto. La evolución del trabajo de corrección’.
En el primero estuvieron Magdalena Galindo Ledesma, con una amplia trayectoria en la cátedra y el periodismo, Humberto Musacchio, periodista y autor de tres libros de crónicas, así como del Diccionario Enciclopédico de México, y Alejandro Gálvez Cancino, profesor investigador en la Universidad Autónoma Metropolitana y responsable de la primera exposición de cartones de Rius.
“La corrección de textos es un asunto técnico muy alejado de la participación política, pero la realidad, que es muy imaginativa, me permitió unir las dos cosas”, señaló la maestra Galindo y añadió que el movimiento estudiantil del 68 modificó la realidad mexicana, desveló el carácter autoritario del Estado y dio paso a una toma de conciencia política.
Según su experiencia se conjugaron la corrección de estilo y la política, porque a su casa llevaron el mimeógrafo de la Facultad de Economía de la UNAM -donde ella estudió- para hacer los comunicados y volantes del movimiento estudiantil. Ella y su hermana Carmen redactaban los volantes y picaban los esténciles, mientras los muchachos movían la manivela para imprimirlos; en ese equipo fueron impresos los volantes que se repartieron para convocar al mitin del 2 de octubre en Tlatelolco.
Agregó que la verdadera unión entre corrección de textos y política se dio en la revista ‘Punto crítico’, a cuya formación convocó Raúl Álvarez Garín, uno de los líderes del movimiento estudiantil. Era un proyecto para una revista de corte político con el objetivo de conformar una organización política, y el intelectual Adolfo Sánchez Rebolledo fue su director durante seis años.
El personal de la publicación estaba integrado por muchos activistas comprometidos, pero que no sabían escribir, y llamaron a Magdalena Galindo para que les diera clases de redacción, lo cual hizo junto con su hermana Carmen y de ello nació el ‘Manual de redacción’ que ambas publicaron después de haber llevado el mismo curso a las universidades.
En ´Punto crítico’ fue necesario reducir varios textos de 50 cuartillas para dejarlos de cinco. Éstos eran enviados por académicos o militantes que estaban encarcelados y escribían mucho dada su necesidad de desahogo; también hubo quien entregó hojas de cuaderno escritas a mano y sin puntuación.
Por su parte, Humberto Musacchio, quien se declaró veterano del 68 y juró denunciar siempre a los criminales, relató que cuando dirigía la sección cultural del diario ‘El Universal’ se enfrentó a la corrección y la política, pues publicó dos artículos contra el escritor Martín Luis Guzmán. Sus jefes lo suspendieron sin que él supiera la causa, hasta que un día en la cantina ‘La Mundial’ el subdirector del suplemento le informó que la víctima de su ataque era director de la revista ‘Tiempo’, director de Pipsa, la empresa que surtía de papel a los periódicos, y asesor del presidente Gustavo Díaz Ordaz.
También en la sección juvenil del diario -a donde lo mandaron después de su “error”- se enfrentó a la corrección y la política cuando cubrió el festival de rock de Avándaro, que fue un momento de libertad después de la represión del 68 y el 71. A Valle de Bravo llegó más gente de la que se esperaba, muchos padres acompañaron a sus hijas, y se agotó todo el abasto del pueblo, por lo que en la mañana del domingo se suspendió la carrera de autos que estaba programada y empezó el retiro de los asistentes, muy lento porque la pequeña carretera estaba saturada de gente a pie o en vehículos que no podían avanzar.
La sorpresa -dijo Musacchio- fue que ese domingo todos los periódicos publicaron que había sido una orgía con gran consumo de marihuana; el gobierno trataba de demostrar que eran jóvenes que merecían la represión, y no le publicaron nada de lo que escribieron él y Jorge Meléndez, quien lo acompañaba como reportero.
Dijo por último que en el periódico Unomásuno corrigió originales y cables de agencias, mientras que en La Jornada tenía correctores en la mesa de redacción y en talleres. “La incorrección política se paga muy cara en la corrección de estilo”, concluyó.