domingo, octubre 13, 2024

Habilidades blandas y comunicación efectiva para la equidad. Desmantelando el racismo en el trabajo

Desirée Bela-Lobedde Boleche*

CIUDAD DE MÉXICO / SemMéxico.-Hoy quiero hablarte del papel fundamental que juegan las habilidades blandas y la comunicación efectiva en la práctica antirracista, tanto en la vida diaria como en el lugar de trabajo. El racismo estructural está presente en nuestras instituciones, aunque algunas personas que no lo experimentan directamente intenten negarlo. Para desmantelarlo, necesitamos un compromiso colectivo. Sin embargo, más allá de políticas o medidas formales, el verdadero cambio se logra a través de cómo nos relacionamos, cómo nos comunicamos y qué habilidades utilizamos en nuestras interacciones cotidianas.

El poder de las habilidades blandas en la práctica antirracista

Las habilidades blandas, como la empatía, la escucha activa y la resolución de conflictos, son imprescindibles para construir espacios laborales más inclusivos y justos. En el contexto antirracista, estas competencias no son opcionales; son esenciales. Nos permiten reconocer nuestras limitaciones y abrirnos al aprendizaje. Y, lo más importante, permiten crear un ambiente donde todas las personas se sientan escuchadas y respetadas.

Al ejercer la empatía, por ejemplo, puedes comprender que la experiencia de una persona racializada es completamente diferente a la tuya si no perteneces a ese colectivo. Este acto de escucha activa y de conexión emocional va más allá del reconocimiento superficial de la diversidad. Te lleva a afianzar tu práctica en la lucha contra las injusticias raciales. Cuando escuchas con atención a tus colegas, sin juzgar sus vivencias, contribuyes a crear un entorno laboral más justo y respetuoso.

La comunicación efectiva: el puente entre la acción y el cambio

Una comunicación efectiva no se limita a transmitir mensajes claros; implica hacerlo de una manera que invite a la reflexión y a la acción. En términos antirracistas, comunicar efectivamente significa hablar con convicción. Supone no evitar las conversaciones difíciles sobre temas como el racismo, la supremacía y el privilegio blanco. Al mismo tiempo, requiere hacerlo de forma que promueva el entendimiento y el respeto mutuo, en especial cuando estos temas provocan incomodidad.

Si lideras un equipo, probablemente te hayas encontrado con personas que usan excusas del estilo de «yo no soy racista» o «esto no es asunto mío». Estas frases, como decía Desmond Tutu, son posturas de neutralidad que en realidad perpetúan la opresión. La clave está en promover una comunicación firme y sensible, que permita el error y el aprendizaje, sin caer en la hostilidad.

Las dinámicas antirracistas que se apoyan en la comunicación efectiva ayudan a desmantelar los mitos que a menudo bloquean el cambio en las organizaciones. Pregúntate: ¿qué sucedería si, en lugar de evitar hablar sobre racismo estructural, se percibiera como una oportunidad para evolucionar? Esta es la pregunta que debe guiar a cualquier organización comprometida con la diversidad, la equidad y la inclusión (DEI).

El ego: el mayor obstáculo para el antirracismo

Ahora es cuando, para algunas personas, me pongo espiritual, si quieres verlo así, pero también me gustaría compartir contigo algunas reflexiones a las que llego gracias a mi práctica budista. Quédate conmigo.

Para conectar con estas habilidades blandas de forma genuina, hay que dejar de lado el ego. En un mundo que valora tanto la imagen personal y la autoprotección, la práctica antirracista exige humildad, compasión y honestidad radical. Esto significa poner el «nosotras» colectivo por delante del «yo» individual.

El ego es lo que te impide reconocer tus privilegios y aceptar que, aunque no quieras, sigues perpetuando un sistema racista, más allá de lo que eres consciente. El ego te lleva a poner excusas para justificar que no te involucres. Son reacciones que surgen de un intento por evitar el malestar.

Leyendo muchos libros de psicología sobre la instauración de rutinas y cambios de hábitos he aprendido que dos de las funciones del cerebro subconsciente, desde que vivíamos en cavernas, son:

Protegernos del peligro, garantizando nuestra supervivencia (por ejemplo, evitando calles oscuras de noche).

Ahorrar energía, haciendo muchas tareas en piloto automático (como llegar al trabajo sin pensar en la ruta).

Cuando hablamos de antirracismo, el subconsciente te protege de la incomodidad que supone hacer autocrítica. Cuestionar los sesgos es incómodo porque tu cerebro lo percibe como un «peligro». Invertir energía mental para reflexionar fuera de las respuestas automáticas del “yo no soy racista” es un desafío. Ahí es cuando el ego se activa, diciéndote que todo está bien y que #NoTodasLasPersonasBlancas son racistas.

La verdad es que todas estamos implicadas en este sistema. Las personas que no sufren las consecuencias más graves del racismo y la supremacía blanca es porque, de alguna manera, se benefician de ellas, incluso de forma sutil e inconsciente.

Aquí es donde la humildad genuina juega un papel crucial. Es el primer paso para derribar el muro defensivo que el ego levanta. Al permitirte ser humilde, dejas de centrarte en proteger tu imagen personal y te abres a escuchar y aprender de quienes viven el racismo día tras día. Y también de las personas que, además de vivirlo, nos dedicamos profesionalmente a educar para erradicarlo. La humildad no es un signo de debilidad; al contrario, es fuerza. Reconocer que no lo sabemos todo y que siempre podemos aprender es el punto de partida para un cambio real.

La compasión es otro pilar importante. Te permite ver a quienes te rodean como seres humanos con historias, luchas y heridas que, aunque no hayas vivido, puedes entender y acompañar. O, por lo menos, dejar de negar e invisibilizar.

Por último, la honestidad radical es esencial para mantener un compromiso auténtico con la justicia social. Ser honesta contigo misma significa reconocer tus complicidades dentro del sistema de opresión racial y estar en disposición de confrontar tus propios prejuicios, incluso cuando resulta incómodo. Este tipo de honestidad te permite actuar desde la autenticidad, aceptando que, aunque no siempre lo hagas a la perfección, es preferible actuar a quedarte en el silencio cómodo. Recuerda: el silencio perpetúa la violencia.

Cómo las habilidades blandas promueven la justicia social

Después de reflexionar sobre el papel del ego, volvamos a la conexión entre las habilidades blandas y la justicia social.

El racismo sistémico afecta a todos los ámbitos de la vida. En el lugar de trabajo se manifiesta de maneras específicas. Ejemplos de ello son la brecha salarial racial, la falta de representación de personas racializadas en cargos de liderazgo, o la ausencia de políticas explícitamente antirracistas. También afecta las relaciones interpersonales. El racismo puede crear barreras invisibles que dificultan el sentimiento de pertenencia de las personas racializadas en el lugar de trabajo. Esto puede suceder a través de microagresiones o suposiciones y preguntas incómodas.

Si eres líder o trabajas en recursos humanos o DEI, tu responsabilidad es identificar estas desigualdades y enfrentarlas de manera proactiva. Para ello, necesitas estas habilidades blandas. Son las herramientas que te permitirán abordar el racismo cotidiano de manera efectiva. Ser líder en la práctica antirracista significa crear espacios valientes donde se pueda hablar abiertamente sobre estas cuestiones, sin ser condescendiente ni eludir las realidades incómodas.

Una habilidad crucial es la gestión emocional. Hablar de racismo genera incomodidad, sobre todo entre quienes no tienen la costumbre de reflexionar sobre estos temas. A menudo, esto se manifiesta como ansiedad o miedo a equivocarse. Aquí es donde la comunicación efectiva y la escucha sin juicio son fundamentales. Crear un espacio donde se fomente el diálogo honesto reduce estos miedos y fomenta la participación general en el cambio. Al final, todas estamos aprendiendo, y es en ese proceso donde reside la oportunidad de transformación.

La importancia de la autorreflexión y la capacidad de respuesta

Para que las políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI) tengan impacto real, se requiere un compromiso emocional y ético por parte de quienes lideran las organizaciones. Este compromiso comienza con la autorreflexión. Pregúntate: ¿cómo influyen tus privilegios en la forma en que tomas decisiones? Reflexionar sobre tus propios sesgos es esencial para transformar el entorno laboral en un espacio más equitativo.

Además, responder adecuadamente a situaciones de racismo, ya sean sutiles o evidentes, demanda coraje y preparación. No es fácil enfrentarse a un comentario o comportamiento racista en el lugar de trabajo, pero ignorarlo solo perpetúa el problema. Aquí, las habilidades blandas de resolución de conflictos y asertividad te permiten intervenir de manera constructiva, fomentando el cambio sin exacerbar las tensiones.

La práctica antirracista no es un destino, es un viaje

Crear una cultura laboral que integre la práctica antirracista requiere paciencia y constancia. No es un cambio que ocurra de la noche a la mañana. Y esto es algo importante a tener en cuenta en un contexto en el que la inmediatez es la reina. Hablamos de un proceso a largo plazo en el que cada acción cuenta. Desde los procedimientos de selección y promoción de las personas hasta la gestión de conflictos internos. Todo influye en la construcción de un entorno laboral equitativo. Y en ese proceso, las habilidades blandas y la comunicación efectiva actúan como catalizadores del cambio.

Es crucial que invites a todas las personas de tu organización a participar en este proceso. Ya lo dijo bell hooks: la justicia social no es solo responsabilidad de las personas oprimidas; es un trabajo colectivo que involucra a todas. Cada conversación sobre racismo, cada acción en favor de la justicia racial, contribuye a crear un mundo más justo.

Lo que aprenden quienes forman parte de mi membresía

Las herramientas y estrategias que te he compartido hoy son solo un adelanto de lo que trabajamos en profundidad en mi membresía, el Laboratorio de Deconstrucción. En este espacio, exploramos cómo aplicar las habilidades blandas y la comunicación efectiva en contextos reales, ayudando a las participantes a convertirse en agentes de cambio activas y conscientes. Proporcionamos recursos, apoyo y, sobre todo, un espacio para promover una reflexión que lleve a la acción.

*Escritora, divulgadora, activista antirracista y afrofeminista, formadora, conferenciante.
AM.MX/fm

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