Adrián García Aguirre / Cdmx
*Tan sustanciosas como un pípilo entero.
*Dos platillos en uno, dicen los que saben.
*Según se ha dicho, equivalen a un desayuno completo.
*Es un antojo callejero propio de los capitalinos.
No se sabe bien a bien si fue don Ángel Hernández, nativo de Mixcoac, al centro sur de la Cdmx quien se atribuyó la invención de semejante manjar, o fue la creatividad de los comerciantes que buscaban ofrecer una comida más sustanciosa a trabajadores y personas en movimiento.
Lo que sí se conoce es que su nombre, “guajolota”, proviene de una deformación humorística del término “guajolote”, nombre del pavo en náhuatl, apelativo que destaca la percepción de que una torta de tamal es tan sustanciosa como un guajolote o pípilo enterito.
“El nombre, ese sí, proviene de una deformación humorística del término guajolote, que es el nombre real y original del pavo en náhuatl”, sentencia don Ángel, quien de su especialidad sí que sabe.
Hoy, la “guajolota” equivale o es un desayuno completo y común en la capital mexicana, especialmente durante los meses más fríos. Existen diversas variantes dependiendo del tipo de tamal utilizado, ya sea de verde, rajas, mole, dulce o incluso de elote.
La “guajolota” es un claro ejemplo de la fusión y evolución de la comida tradicional mexicana en el contexto urbano contemporáneo, para explicarlo elegantemente y con lucidez propias de una gastrónomo avezado.
En la Ciudad de México, un puesto en las calles ha innovado en el ámbito de los antojitos mexicanos con una nueva y peculiar creación: don Ángel Hernández, conocido por su local rodante de antojitos, ha lanzado la “guachilotorta”, mezcla única de tamal y chilaquiles que busca deleitar el paladar de la ciudadanía de sus rumbos y vecindades.
Su confección es de lo más sencilla: el tamal seleccionado se coloca dentro del bolillo y se cubre con totopos y salsa verde, y claro, el comensal puede elegir el tipo de tamal, que varía desde el clásico tamal verde hasta opciones más dulces.
El tamal seleccionado se coloca dentro del bolillo y se cubre con totopos y salsa verde, para finalmente adornarse con cebolla, queso y crema, lo que resulta en una combinación de sabores única.
Una nueva comida ha tomado desprevenidos a los chilangos, quienes la consumen con avidez cada mañana antes de ir al trabajo, asegura Chilo, asistente de don Ángel, quien lo acompaña en donde siempre se ubican: en la avenida Patriotismo esquina con Holbein.
El puesto de don Ángel, que ya es famoso por sus otras creaciones como el “guajalotongo”, ha convertido a la “guachilotorta” en una opción popular entre los que disfrutan de desayunar en las calles de la ciudad.
Según quienes han probado este nuevo platillo, la primera mordida es una auténtica explosión de sabor, y para acompañar la “guachilotorta”, se recomienda un atole caliente, tras colocare una porción generosa de chilaquiles, queso y crema, una opción perfecta para las mañanas frías de Ciudad de México.
Para acompañar la “guachilotorta” se recomienda un atole caliente, tras colocare una porción generosa de chilaquiles, queso y crema, óptimos para las mañanas frías de la muy noble y leal Ciudad de México.
Además de la calidad de los ingredientes, don Ángel es conocido por su atención al cliente, haciendo sentir a los comensales como en casa -en este caso su calle-, no obstante que hay colegas competidores, pero al angelito sin alas le hacen los mandados, porque tamales como los de él no hay otros, ni en Mixcoac ni en ninguna otra parte.