Por: Tania Itzel Vargas
Por la puerta de la librería Voces en Tinta entra Frida, usa un pantalón y chamarra de mezclilla, ambos de color azul y una blusa amarilla. También lleva unos lentes y su bolsa. Se ve bastante menor de 40 años. Es una mujer de cabello corto, negro, lacio y de tez clara, sinaloense.
Cuando nos acercamos a saludarla nadie duda que se trata de una mujer.
Pero Frida no siempre fue visible para todos los demás. De hecho no lo fue por más de 20 años, porque Frida antes se llamaba Alfredo; así lo decía su acta de nacimiento, así lo decía su credencial del INE, su título profesional y hasta algunas partes de su cuerpo.
Cuando Frida llegó a la CDMX, todavía no sabía de la existencia de las personas transgénero. Fue gracias a su primera pareja en la capital chilanga que se enteró de que existían personas cuya identidad sexual no correspondía con las características biológicas de su cuerpo.
Frida me cuenta —no sin antes soltar la carcajada— que cuando su pareja le confesó que era un hombre transgénero, ella corrió a googlear de qué se trataba, pues su primera impresión fue que tal vez él padecía alguna enfermedad de transmisión sexual.
Cuando Frida descubrió que las personas transgénero existían y que al parecer tenían una disforia de género; es decir, que no se identificaban con el cuerpo que les había tocado al nacer, supo finalmente nombrar eso que a ella también le había ocurrido desde niña; pues pese a tener un cuerpo de niño, ella siempre se sintió Frida.
Empezó a atar cabos y a comprender el hecho de que existía la posibilidad de dejar de ser vista como Freddie y que finalmente, Frida fuera visible para todos y no solo para ella.
¡Tú no puedes ser una niña!
La pregunta que fue toda una revelación en su vida fue la que le hizo su terapeuta luego de varias charlas:
—¿Tú cómo te sientes… más niño o más niña?
Frida recordó entonces que cuando tenía 10 años y ante la vista de todos era un niño, aunque afeminado, soñaba con que de grande iba a casarse con un hombre y tener hijos, igual que sus hermanas. “Esto se llama disforia de género”, se dijo.
A los 10 años, un niño la besó en la escuela y ella corrió a contarle a su mamá, pues tuvo miedo de quedar embarazada. Frida dice que su madre nunca le dijo que no podía quedar embarazada, porque no era mujer y no tenía vulva.
—Mi madre me dijo: ¡calma no te vas a embarazar, porque los bebés no nacen por besos!
Las características anatómicas de Frida nunca coincidieron con lo que se espera del cuerpo de un hombre: su espalda no era ancha, su voz no era grave, nunca le creció la famosa manzanita de Adán ni tampoco la barba.
Todos, su familia, vecinos y compañeros se daban cuenta de que era un niño afeminado y no perdieron oportunidad para burlarse.
Frida recuerda que su papá le decía que hablaba como niña, caminaba como niña. “Pareces niña, lloras como niña”, le decía.
Los vecinos se burlaban y en lugar de llamarla por su antiguo nombre: Alfredo, la llamaban Alfreda o Frida.
Y luego de tantos años de aguantar el bullying por su apariencia y su forma de ser, de actuar, de correr, de llorar, de hablar; Frida se atrevió a decir que no era Freddie, que era una niña y se llamaba Frida.
Fue entonces que todos, excepto su madre, le dijeron que no podía ser una niña.
Reapropiación de mi cuerpo y ‘Cómo ser trans y morir asesinada en el intento’
-Yo no sabía que podía ser mujer, que podía hacer el cambio legal de mi nombre y la visibilización de mi cuerpo.
-Una vez en la CDMX , donde ya no se presentaban las mismas agresiones que en Sinaloa, lo primero que hice fue decir me llamo Frida. Más tarde, fui a comprar la misma ropa que tenía de hombre, pero en el departamento de chicas.
En el 2015, cuando salió la ley que derogaba el proceso psiquiátrico y juicio para cambiar de género (porque en épocas pasadas, las mujeres trans tenían que pasar por un proceso para convencer al psiquiatra y al juez de que eran mujeres), Frida hizo su cambio de nombre en su acta de nacimiento y su credencial del INE. Más tarde inició su tratamiento endócrino, gracias al cual tuvo chichis y eso le pareció suficiente.
—Y cuando tuve tetas me enfrenté a los estereotipos de género, esta vez dentro de la comunidad LGBT.
“Necesitas ser más femenina, arréglate (como si yo estuviera descompuesta, dice entre risas), muestra las tetas“, eran algunos de los comentarios que me hacían.
“Tienes que aprender a maquillarte”. De pronto, las mismas compañeras trans me estaban obligando a encajar en el concepto de Barbie; el mismo en el que obligaban a encajar a mis hermanas y al resto de las mujeres cisgénero.
Frida se negó a seguir todos estos estereotipos y entonces la empezaron a señalar como lesbiana.
Frida no era lo suficientemente femenina, ni lo suficientemente lesbiana, pero tampoco era una mujer con vulva, no menstruaba y entonces se quedó sin lugar, pues no cumplía con los estándares de masculinidad ni de feminidad necesarios para portar una etiqueta.
Además, en este transitar, Frida encontró que además de ser una mujer trans, era una mujer trans con orientación bisexual.
La sin lugar… (Hablemos de discriminación)
Las mujeres trans sufrimos diversos tipos de discriminación. A muchas personas les cuesta entender que también somos mujeres: mujeres trans.
Yo hice la reapropiación de mi cuerpo por autogestión. El acta, la credencial y el vestido no me convierten en mujer son solo elementos de reapropiación que pudieron hacer visible algo que ya estaba ahí, con lo cual me siento más yo, más libre, más segura, más Frida.
Yo no salí del clóset, salí del útero de mi madre y como persona trans me tocó autoparirme, volver a gestarme, hacer este proceso de visibilización. Aunque no me veía Frida siempre fui Frida. No cambié. Ese es mi proceso de autonomía sexual haberme autogestado y autogestionado.
La discriminación más fuerte que Frida ha sufrido ha sido de parte de mujeres.
—¿Por qué, Frida?
Algunos grupos feministas entienden que una mujer trans se planta en este mundo con la idea de usurpar el lugar de una mujer cis, pero para nada es así, las mujeres trans no intentan robar ni el cuerpo ni la violencia histórica que padecen las mujeres cisgénero, Es importante entender que la diversidad también se refiere a diversas formas de ser mujer.
Las mujeres trans somos mujeres que también padecemos otros tipos de violencias; sin embargo, también sufrimos acoso callejero, por ejemplo.
Soy Frida, soy una mujer trans
—No me hice mujer. Aunque no me veía como Frida siempre fui Frida. No cambié.
“Lo que hice y les comparto en este libro es que no le pedí opinión a nadie ni manual ni pregunté, todo fue de manera muy introspectiva, porque me parece que es desde uno mismo como se pueden sacar las herramientas filosóficas, políticas… las maneras de apropiarse, porque si tratamos de llevar el discurso que hay afuera hacia al interior nos vamos a conflictuar mucho en poder gestionar empoderamiento de autonomía desde nosotras mismas o desde nosotros mismos. Me parece que el primer planteamiento y el primer paso que hay que tomar es: una misma en silencio, en soledad, introspectivamente, replantearse, revivirse y después defender eso ante lo que está afuera”.
“Soy Frida, soy una mujer trans y no le pido permiso al mundo para existir, mucho menos para amar”.
Todo mundo tiene un cuerpo y en ese cuerpo le habita una sexualidad. Este no es un libro exclusivo para trans, sino un caso de autonomía sexual, y reapropiación córporea desde la autogestión, lectura para cualquiera que le gire la canica y se haya informado sobre sexualidad. pic.twitter.com/nr7BhlMmiH
— Frida Cartas (@Friedducha) May 29, 2019
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Twitter: @Friedducha
Si quieres conocer la historia completa de Frida tienes que tener su libro: “Cómo ser trans y morir asesinada en el intento”y lo puedes comprar aquí o escríbele a Frida al siguiente correo: friedducha@gmail.com