viernes, febrero 21, 2025

Falta infraestructura energética para impulsar la movilidad eléctrica

CIUDAD DE MÉXICO.- En años recientes, ha aumentado la presencia de autos eléctricos en México, desde modelos llamativos y caros como la Cybertruck de Tesla hasta opciones más accesibles como el BYD Dolphin, que ha ganado terreno en servicios de transporte ofrecidos a través de plataformas digitales. Pero ¿qué tan cerca estamos de que la mayoría de los autos que circulan en las calles de nuestras ciudades sean eléctricos?

En la actualidad, apenas 0.8% del parque vehícular en nuestro país es híbrido o eléctrico. No obstante, la cantidad de vehículos eléctricos que entran al mercado ha incrementado año con año hasta llegar a una tasa de 12% anual, según la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA).

“Para saber cuándo habrá más autos eléctricos que convencionales, se requiere de una bola de cristal”, dice a manera de broma el doctor Manuel Montoya, presidente del Clúster Automotriz de Nuevo León (CLAUT). “Hay indicativos de que va en aumento, pero, para que sea realmente masivo, hay que superar dos barreras: la del precio y la de la infraestructura”, detalla.

Con la barrera de la infraestructura, se refiere al hecho de que en México solo existen mil 340 estaciones de carga, contra las más de 13 mil gasolineras que hay en territorio nacional, de acuerdo con los datos del Instituto Mexicano del Transporte. Para que la electromovilidad sea una realidad, hay que poner a disposición de los usuarios una cantidad acorde de estaciones de carga. Esto, además, implica un aumento en la demanda de electricidad en el país.

“De la falta de infraestructura de carga no tiene la culpa el gobierno. Al final, es un tema de mercado; los coches eléctricos van a ser comprados por consumidores y las estaciones de carga se van a crear no porque una empresa del estado las ponga, sino porque habrá una necesidad y alguien verá la oportunidad de negocio”, comenta Montoya.

Donde el presidente del CLAUT sí ve un área de oportunidad es en la generación de energía eléctrica. “¿Qué sentido tiene un auto eléctrico que usa energía proveniente del combustóleo o el petróleo?”, pregunta.

Esta es una cuestión que también se plantean los consumidores, pues conscientes del impacto ambiental del sector transporte, buscan contribuir a reducir la huella de carbono como parte de sus objetivos personales o de negocios.

Según un artículo de Yale Climate Connections, un vehículo eléctrico tarda entre uno y dos años de conducción normal en amortizar sus emisiones iniciales: es decir, las que genera la producción del vehículo. Además, después de 10 años de uso, los coches eléctricos habrán generado menos de la mitad de las emisiones que los de gasolina.

“Aunque los vehículos eléctricos no emiten gases por el tubo de escape y no necesitan quemar combustibles internamente para funcionar, sí necesitan electricidad, que es generada por una combinación de combustibles fósiles y fuentes de energía”, recalca el análisis. Así, el cálculo de la huella de carbono incorpora un factor adicional: la infraestructura eléctrica de la región en la que se utilice.

En ese tenor, en el mes de enero de 2025, el Departamento de Estudios en Ingeniería para la Innovación de la Universidad Iberoamericana publicó un artículo donde alerta que, para que la electromovilidad sea una estrategia sustentable, se necesita una generación eléctrica más limpia. Cuando esto no sucede, es contraproducente: “un auto que utiliza gasolina emite 16 kg de dióxido de carbono (CO2) por cada 100 kilómetros, mientras que un auto eléctrico, al cargarse, emite de forma indirecta 19 kg por cada 100 kilómetros”, dice Enrique Healy Wehlen, académico del mismo departamento, refiriéndose a lo que sucede si esa electricidad no fue generada de manera limpia.

En México, según datos de la SENER, el sector transporte representa el 50.1% del consumo energético nacional; y alrededor de la mitad de la producción se realiza a partir de petróleo crudo. En contraste, las energías renovables representan solo 13.8% de la producción: debido a su intermitencia y a la falta de inversión en infraestructura, aún no es una opción viable para reducir las emisiones indirectas.

Por otro lado, el gas natural tiene un potencial considerable de crecimiento. En la actualidad, representa 21% de la producción energética. Incrementar su uso beneficiaría, también, a reducir las emisiones indirectas de los vehículos eléctricos, pues en comparación con el petróleo, genera entre 25% y 35% menos CO2 por unidad de energía generada.

“Está claro que el planeta nos lo estamos quemando entre todos”, alerta Montoya. La implementación de proyectos de infraestructura energética, y el uso de energías más limpias, seguirá siendo uno de los mayores retos para la aceleración de la electromovilidad en el futuro.
AM.MX/fm

 

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