sábado, abril 26, 2025

Esto puede ayudar a combatir la lluvia ácida en Valle de México

CIUDAD DE MÉXICO.- Además de las inundaciones, otro problema de la temporada de aguaceros es la posibilidad de lluvia ácida, que afecta tanto al medio ambiente como a la salud y el bienestar de las personas. Y, aunque no hay una solución única para este problema, hay medidas concretas que pueden reducir su presencia. Reconvertir la central termoeléctrica de Tula para transitar del combustóleo al gas natural, como lo propone el gobierno de Claudia Sheinbaum, es un ejemplo concreto de política pública que tendrá un impacto tangible en el bienestar de la población del Estado de México y la Ciudad de México.

La lluvia ácida ocurre cuando la precipitación normal se mezcla con contaminantes en la atmósfera y tiene distintas afectaciones. Por ejemplo, según la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, al caer reduce la disponibilidad de nutrientes en el agua, debilita los bosques al dañar raíces y hojas, e, incluso, deteriora edificaciones y monumentos históricos. Aún más, los gases contaminantes con que se asocia contribuyen a la formación de partículas finas que afectan a personas con enfermedades respiratorias e incrementan el riesgo de otros padecimientos.

Inaugurada en 1975 con 1,500 megawatts de capacidad instalada, la central termoeléctrica de Tula, Hidalgo, es una de las más grandes a nivel nacional. Y, según expertos, también es una de las más contaminantes, principalmente porque opera con combustóleo. “Desde la región de Tula se están liberando grandes cantidades de contaminantes primarios, como el dióxido de azufre y los óxidos de nitrógeno. Estos gases reaccionan en la atmósfera y dan lugar a la formación de lluvia ácida”, explica la doctora Elizabeth Vega, del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM. “Incluso cuando no hay precipitación directa, estos compuestos se transforman en partículas ácidas que pueden depositarse en otras zonas y generar afectaciones ambientales de manera indirecta.”

El combustóleo es un combustible con alto contenido de azufre y otros contaminantes. Como resultado, emite dióxido de azufre (SO₂), óxido de nitrógeno (NOₓ) y partículas suspendidas (PM10 y PM2.5), cuyos efectos, impulsados por los vientos, agravan la contaminación en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México por la orografía montañosa de la urbe, pues los contaminantes queden atrapados y tardan más en dispersarse.

El gas natural, alternativa para reducir emisiones
Según datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, la generación eléctrica es responsable de alrededor de 20% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero (GEI) en México. Por ello, reducir las emisiones de las centrales eléctricas implica atacar una de las dos principales fuentes de contaminación en el país (además de la quema de combustibles).

El gas natural es una alternativa significativamente más limpia frente al combustóleo. De acuerdo con datos de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés), el gas natural emite entre 0.1 y 0.7 gramos de SO₂ por millón de unidades térmicas británicas (MMBtu), mientras que el combustóleo libera entre mil y mil 500 gramos por MMBtu, dependiendo de su contenido de azufre.

Esto significa que el gas natural puede emitir hasta 99.96% menos dióxido de azufre que el combustóleo. Esto es fundamental, dado que el SO₂ es uno de los principales causantes de la lluvia ácida. “El cambio más importante que se observaría tras sustituir el combustóleo por gas natural en la termoeléctrica de Tula sería una reducción sustancial en las emisiones de dióxido de azufre. Por la magnitud de estas emisiones, Tula ha sido catalogada como zona crítica. Esta transformación tendría un impacto ambiental tangible en el corto plazo”, dice la académica especializada en modelación y medición de emisiones a la atmósfera.

En términos de CO₂ equivalente (medida usada para comparar emisiones de diferentes gases de efecto invernadero), de acuerdo con la EPA, el gas natural emite 29% gramos por MMBtu menos comparado con el combustóleo.

Por ello es relevante el anuncio de Claudia Sheinbaum sobre la reconversión de la termoeléctrica de Tula de combustóleo a gas natural. De hecho, en su conferencia del 9 de abril, se reforzó este compromiso, señalando que se tendrá “una inversión de 827 millones de dólares y una capacidad de 912 megawatts. Este proyecto tiene como objetivo iluminar cinco millones de hogares y generará dos mil empleos directos durante su construcción”.

En términos ambientales, este proyecto que, según la presidenta, arrancará este mismo año, tiene el potencial de reducir los niveles de lluvia ácida en el Valle de México dado que se estima que la central termoeléctrica es causante de alrededor de tres cuartas partes del SO₂ y poco más del 40% del NOₓ que llega al Valle de México. En este sentido, es clave lograr la terminación del gasoducto Tuxpan-Tula para garantizar un suministro de gas natural confiable y asequible que alimente la demanda de la central.

Aunque Tula representa el caso emblemático de la necesidad de reconvertir las centrales eléctricas a combustibles menos contaminantes, este es únicamente el primer paso. Todavía alrededor del 10% de la generación eléctrica se produce con combustibles altamente contaminantes que, de desarrollar infraestructura suficiente, podrían ser reemplazados por gas natural y así reducir las emisiones del segundo sector más contaminante de México.

“Una mejor calidad del aire se traduce directamente en mejoras para la salud de la población: menos ausencias laborales, menor saturación hospitalaria y menos enfermedades respiratorias. Esto tiene un impacto económico positivo, no solo en Tula, sino también en las zonas vecinas afectadas por la dispersión de contaminantes”, finaliza Vega.
AM.MX/fm

 


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