CIUDAD DE MÉXICO.- Cuando una pareja alcanza los 65 años, los cambios asociados a la edad se vuelven más visibles y, en algunos casos, más delicados. Entre ellos, el alzhéimer representa uno de los desafíos de salud más complejos, no solo para quien lo padece, sino también para quien acompaña día a día. Reconocer las señales tempranas permite actuar con mayor claridad, reducir la incertidumbre y planificar el cuidado con dignidad y anticipación.
Especialistas coinciden en que los primeros síntomas suelen confundirse con olvidos normales del envejecimiento. Sin embargo, existen diferencias claras que conviene observar dentro de la convivencia diaria. Estas señales no sustituyen un diagnóstico médico, pero sí funcionan como alertas tempranas que pueden orientar a la pareja y a la familia hacia una evaluación profesional oportuna.
Olvidar información reciente de forma repetida es una de las señales más frecuentes. No se trata de extraviar objetos ocasionalmente, sino de no recordar conversaciones, citas o eventos importantes incluso después de haberlos comentado varias veces. En la pareja, esto suele generar confusión, frustración y cambios en la dinámica diaria que se vuelven cada vez más evidentes.
La persona puede tener problemas para seguir pasos conocidos, como preparar una receta habitual o manejar pagos básicos. Actividades que antes realizaba con autonomía comienzan a requerir ayuda. En la convivencia, estos cambios se perciben como torpeza repentina, cuando en realidad reflejan un deterioro cognitivo progresivo.
Confundirse con fechas, estaciones o incluso lugares conocidos es una señal relevante. La persona puede perder la noción del día o no reconocer trayectos habituales. En parejas de larga convivencia, este síntoma suele ser especialmente alarmante, ya que rompe rutinas establecidas durante años.
El lenguaje puede volverse más limitado o impreciso. Se repiten frases, se interrumpen ideas o se usan palabras incorrectas. Esto dificulta el diálogo cotidiano y puede generar aislamiento progresivo, ya que la persona evita comunicarse por temor a equivocarse o no ser comprendida.
Guardar llaves en el refrigerador o documentos en espacios inadecuados es más que un simple descuido. Además, la persona puede acusar a otros de haber movido o tomado esos objetos. En la pareja, esta situación suele generar tensiones si no se comprende el origen cognitivo del problema.
El alzhéimer puede afectar la capacidad para evaluar riesgos. Gastos innecesarios, decisiones impulsivas o descuido en la higiene personal son señales frecuentes. Estos cambios suelen preocupar al cónyuge, quien empieza a notar conductas que no coinciden con la personalidad previa.
Irritabilidad, ansiedad, tristeza o apatía pueden aparecer sin causa aparente. La persona puede volverse más desconfiada o retraída. Para la pareja, estos cambios emocionales resultan difíciles, ya que alteran la convivencia y la forma habitual de relacionarse.
Dejar de interesarse por pasatiempos, reuniones familiares o rutinas diarias es una señal común. No se trata de cansancio, sino de una disminución en la motivación. En la vida en pareja, esto suele percibirse como desapego, cuando en realidad responde a un deterioro cognitivo.
Problemas para calcular distancias, leer correctamente o identificar objetos pueden aparecer de forma gradual. Estas alteraciones afectan la movilidad y la seguridad. En el entorno doméstico, aumentan el riesgo de caídas o accidentes.
Hacer la misma pregunta varias veces en un corto periodo de tiempo es una señal frecuente. Aunque la respuesta se haya dado, la información no se retiene. Para la pareja, esto puede resultar agotador emocionalmente si no se comprende el origen neurológico del síntoma.
Vestirse de forma incorrecta, usar utensilios de manera inapropiada o alterar el orden lógico de acciones cotidianas son señales de alerta. Estas dificultades afectan la autonomía y requieren mayor supervisión, modificando el equilibrio dentro de la pareja.
La persona puede evitar encuentros sociales por vergüenza o dificultad para interactuar. Este aislamiento acelera el deterioro emocional y cognitivo. En la pareja, suele generar preocupación y la necesidad de asumir un rol más activo en el acompañamiento.
En etapas tempranas, es común que la persona no reconozca sus dificultades. Esta falta de conciencia puede retrasar la consulta médica. Para la pareja, este punto es clave, ya que detectar y actuar desde la observación cuidadosa permite buscar ayuda antes de que el deterioro avance.
AM.MX/fm
