Gloria Analco
- LA FECHA EN QUE ATACARÁ EE.UU. A IRÁN: DECISIÓN DE WALL STREET
El periodista Seymour Hersh -el mismo que reveló la verdad sobre la masacre de My Lai en Vietnam, la tortura en Abu Ghraib y el sabotaje al Nord Stream- ha dado a conocer que Estados Unidos lanzará un ataque contra Irán este fin de semana.
Su historial de revelaciones certeras lo convierte en una fuente de alto valor periodístico, cuya información no puede ser desestimada.
Según Hersh, la razón por la cual el ataque aún no se ha llevado a cabo no tiene que ver con consideraciones morales o legales, sino con una simple lógica de mercado: el presidente estadounidense quiere que el golpe coincida con el cierre de Wall Street para amortiguar su impacto financiero.
Lo que durante años vaticinaron analistas serios, ahora se está materializando:
El imperio en decadencia ha perdido la cabeza y, en su desesperación, se vuelve peligrosamente impredecible.
Y ese momento temido -el del choque frontal entre las dos fuerzas globales que disputan el orden mundial- ya está en marcha.
El periodista más prestigioso de los Estados Unidos, Seymour Hersh, acaba de dar la alarma:
Estados Unidos está por atacar Irán este mismo fin de semana.
Hersh, que ha demostrado en múltiples ocasiones la confiabilidad de sus fuentes -como en el caso del sabotaje al Nord Stream, donde reveló los detalles de la operación encubierta que Occidente trató de encubrir con absurdas historias sobre veleros aventureros-, ahora asegura que la Casa Blanca ha aprobado un bombardeo a gran escala contra instalaciones nucleares iraníes.
Se trataría, específicamente, del sitio de Fordow, cuyas centrifugadoras están enterradas a una profundidad de más de 80 metros.
El ataque ha sido programado cuidadosamente para evitar sobresaltos en el mercado: Trump habría exigido que se realice entre viernes por la noche y sábado, para que los efectos financieros se diluyan antes de que abra Wall Street el lunes.
Esto es novedoso: el calendario del ataque no lo define el Pentágono, sino el sistema financiero.
No es Israel el que encabeza esta ofensiva; es Estados Unidos, utilizando a Israel como ariete, del mismo modo que empujó a Ucrania en su guerra contra Rusia.
Pero a diferencia de aquel caso, donde el objetivo era desgastar a Moscú, el caso de Irán representa la última pieza de un proyecto hegemónico que se trazó hace más de dos décadas
Tras el 11-S, el general Wesley Clark reveló que el Pentágono tenía la intención de “aplastar siete países en cinco años”: Irak, Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudán, e Irán.
Todos fueron invadidos o desestabilizados. Solo ha estado pendiente Irán.
Y ahora se preguntan, ¿esta será nuestra oportunidad?
Pero hay un detalle que hace de este momento algo más grave que cualquier otro en las últimas décadas:
el mundo ya no es unipolar. Del otro lado se alzan con fuerza China y Rusia, que han advertido en los foros internacionales que no permitirán que siga esta política de agresiones disfrazadas de libertad.
Y aquí está el dilema global: lo que ocurra con Irán definirá el futuro inmediato de la Humanidad.
¿Responderá Irán cerrando el estratégico Estrecho de Ormuz, por donde transita casi el 30% del petróleo mundial, o se quedará esperando a que le pasen por encima?
¿Qué hará Rusia, que ya prácticamente ha ganado la guerra en Ucrania y cuya capacidad militar está intacta, mientras el ejército ucraniano está devastado?
¿Y China, que es el principal socio comercial de Irán y que se ha declarado abiertamente en contra de las intervenciones imperialistas?
¿Y qué puede esperarse de Occidente?
Recordemos su historial reciente: destruyeron Irak, pulverizaron Libia, intentaron desmembrar Siria, y sembraron el caos en Afganistán.
Encabezada por EE.UU. y secundada por Europa, la OTAN dejó a su paso muerte, ruinas y desolación.
¿Eso mismo quieren ahora para Irán?
Nada de eso se ha visto en la historia reciente de Rusia o China, que apuestan a la diplomacia y a la expansión por medios económicos y políticos.
Lo cierto es que estamos ante un momento definitorio: dos visiones del mundo se enfrentan abiertamente.
Una que insiste en prolongar su dominio por la fuerza, y otra que propone un nuevo equilibrio entre potencias. ¿Quién impondrá sus reglas? ¿Será este el paso decisivo hacia un mundo multipolar, o asistiremos al último zarpazo de un imperio dispuesto a arrastrar a todos en su caída?
El mundo contiene la respiración. Y en las próximas horas, la historia puede torcer su rumbo.