viernes, junio 20, 2025

ESCARAMUZAS POLÍTICAS

Gloria Analco
ORMUZ: LA LLAVE DEL ÉXITO QUE AÚN RETIENE IRÁN
Mientras en Washington juegan a las cartas con trucos viejos, Irán sostiene la mano ganadora que nadie se atreve a enfrentar. Y eso, tarde o temprano, le dará el triunfo final.
Así que, si alguno en la Casa Blanca -o en Tel Aviv- cree que puede patear el avispero, vive peligrosamente equivocado.
Ormuz no es un dibujito que se pueda borrar con un simple borrador comprado en algún mercado.
La realidad es que Teherán posee un arma más letal, silenciosa y eficaz que un misil, un avión furtivo o un submarino invisible cargado con una bomba atómica.
Se trata de un apacible pasillo marítimo por donde transitan, diariamente, 20 millones de barriles de petróleo: el estrecho de Ormuz.
La historia está llena de ejemplos en los que fuerzas aparentemente pequeñas sacaron ventaja decisiva gracias a una posición estratégica. ¿Por qué no habría de hacerlo Irán, con el sencillo acto de cerrarlo temporalmente?
Porque Irán no necesita lanzar bombas nucleares para paralizar al mundo. Le basta con cerrar Ormuz durante 48 horas… y ver cómo las potencias económicas se ponen de rodillas.
Y Vladimir Putin, convertido en intermediario entre Irán y Estados Unidos, seguramente ya transmitió el mensaje: Irán cerrará el estrecho de Ormuz si no paran la guerra.
¿Y qué significaría esto?
Ormuz es la arteria más vital del sistema energético mundial. Si se cierra, paralizará el suministro de crudo desde las principales monarquías del Golfo: Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Irak y Catar.
Ese aparente simple acto desataría una tormenta perfecta:
Precios del petróleo disparados,
Mercados financieros en pánico,
Inflación descontrolada,
Tensiones diplomáticas al rojo vivo,
Y una posible recesión global.
Las finanzas internacionales, ya frágiles, no resistirían un shock energético de esa magnitud sin consecuencias profundas.
Ormuz es, en realidad, la arteria por donde respira la economía mundial. Casi un tercio del petróleo que consume el planeta cruza ese estrecho cada día. Cerrar ese paso no solo implicaría un golpe al suministro energético, sino una sacudida sísmica para el orden económico global.
Y el control iraní sobre Ormuz es firme, indiscutible. Irán ha invertido en defensas costeras, sistemas antiaéreos y una flota de pequeñas embarcaciones rápidas capaces de cerrar el paso en cuestión de minutos.
Cualquier intento bélico por parte de Estados Unidos o sus aliados para “liberar” ese corredor tendría que enfrentar un frente marítimo hostil, en un terreno que Irán domina como nadie y donde ya tiene previstas todas las alternativas.
Entonces, la gran pregunta es:
¿Será capaz Estados Unidos -o, en particular, Donald Trump- de darse cuenta a tiempo de que Ormuz es esa carta que Irán aún retiene?
Y si alguien en Washington -o, para no hacerles el feo, en Tel Aviv- cree que puede patear la puerta de Teherán sin consecuencias, que lo piense dos veces.
¿No lo creen? Hagamos un ejercicio mental. Solo con el anuncio de un bloqueo total:
Los precios del petróleo se disparan como cohete sin control: adiós al petróleo a 85 dólares, bienvenidos los 180, quizá 200 o más.
Las aerolíneas detendrán vuelos, las cadenas logísticas colapsarán y las ciudades -esas mismas que ahora observan todo desde los ventanales de Wall Street- entrarán en modo de emergencia.
Europa se quedará mirando al cielo, sin saber si lloverá crudo o misiles.
China no se quedará cruzada de brazos.
Y la OTAN… bueno, la OTAN entrará en sesión extraordinaria para discutir lo que no se atrevió a imaginar: que Irán, sí, Irán, tiene el gatillo más delicado del planeta.
Y todo esto sin tener que lanzar más misiles. Solo cerrando un pasillo marítimo. Solo usando geografía.
Porque mientras Estados Unidos despliega sus portaaviones, Irán juega con el mapa… y con las arterias por donde respira el mundo.
¿Quieren guerra? Que empiecen por calcular si les alcanza el dinero para llenar el tanque de gasolina.


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