jueves, mayo 8, 2025

ESCARAMUZAS POLÍTICAS

Gloria Analco
EUROPA EN DESACATO DE LA VERDAD HISTÓRICA
Occidente ha llegado al extremo de mentirle a la historia. Está en pleno desacato de la verdad histórica, y se atreve a hacerlo a la vista de todos.
Y lo hace sin rubor, como si pudiera suplantar los hechos con propaganda.
Esa postura no sólo es inmoral: es abiertamente anti civilizatoria, porque falsificar el pasado no sólo es una maniobra política, es dinamitar los pilares éticos sobre los que se fundó la Humanidad después del horror nazi.
El 19 de mayo de 1945 no fue un día más. Fue la victoria sobre el nazismo. Y esa victoria tuvo nombre y rostro: la Unión Soviética.
Fue el Ejército Rojo quien entró primero a Berlín. Fue un soldado soviético quien izó la bandera roja sobre el Reichstag. Fueron ellos los que vieron las cenizas de Hitler en su búnker.
Y fueron también quienes pagaron el precio más alto con millones de muertos, con ciudades destruidas, con generaciones sacrificadas.
Pero en este 80 aniversario, Occidente -y especialmente Europa- elige el silencio, la omisión, la distorsión.
Mientras Moscú se prepara para conmemorar -en medio de otra guerra- aquella gesta, los gobiernos occidentales borran deliberadamente a los soviéticos del relato, como si eso pudiera ser posible.
Eso no habla más que de una soberbia equivalente a la marca de Lucifer, que cada día los hace peores.
La historia ha sido amputada -la que Europa quiere escribir, claro-. En su lugar, se glorifica a un personaje como Volodímir Zelenski, elevado artificialmente al rango de estadista sin haberlo sido jamás.
Zelenski es, en realidad, un actor que siguió el guion que otros le escribieron. No llegó al poder como resultado de una voluntad democrática genuina del pueblo ucraniano.
Lo hizo tras la secuela de un golpe de Estado ocurrido en 2014, auspiciado por Estados Unidos y sus socios europeos, que impuso un nuevo orden político ajeno a la autodeterminación de Ucrania.
Su presidencia es heredera de esa ruptura del orden constitucional, y es importante subrayarlo: Zelenski no es un líder surgido de la resistencia, sino el producto refinado de una operación de ingeniería política, al servicio de intereses externos.
Su papel asignado ha sido el de convertir a Ucrania en campo de sacrificio para una guerra que no decidieron ni su pueblo ni su historia, pero sí Occidente.
El desfile en Moscú, que tendrá lugar mañana viernes, será -sí- un acto de poder que define la historia, y también una reafirmación simbólica de la verdad que Europa quiere sepultar.
Más de 20 líderes mundiales acudirán a Moscú para rendir homenaje a la memoria de aquellos que derrotaron al nazismo
Sin embargo, muchos de estos líderes han sido directamente amenazados por la Unión Europea, que ha utilizado la coacción, sin principios éticos ni elegancia alguna para que no asistan.
Varios países europeos cerraron su espacio aéreo para evitar -por ejemplo- que los mandatarios de Eslovaquia y Serbia, Robert Fico y Aleksandar Vucic, respectivamente, sobrevolaran su territorio y llegaran a tiempo a su cita en Moscú.
Las persistentes voces que han denunciado el regreso del nazismo a Europa, parece que con estás acciones les están dando la razón.
Y por algo, el canciller ruso, Serguéi Lavrov, elevó su voz en lo más alto para hacer ver que personas que predican los valores nazis, como Zelenki y gente que lo acompaña -como ya ha sido demostrado- “son bienvenidos en la UE, y a los que defienden nuestra memoria histórica común con Rusia, quieren privarles de todos los derechos”.
Así, ciertamente está el ambiente político en Europa, y esta actitud revela la decadencia moral de una Europa incapaz de asumir su propio papel en la historia, y mostrarse dispuesta a deslegitimar cualquier gesto que no esté alineado con sus intereses geopolíticos.
Aquí radica una de las grandes paradojas del momento:
Rusia, en un acto de dignidad histórica, conmemora una fecha trascendental en la lucha contra el nazismo, mientras que, por otro lado, los mismos líderes europeos que pretenden cambiar el curso de la historia -y no se contentan con distorsionarla- están, a la vez, abriendo las puertas de par en par a quienes abrazan ideologías cercanas al fascismo.
Un escenario en el que se hace imposible separar la mentira de la complicidad.
No se puede hablar de impunidad en este contexto. El acto mismo de distorsionar la historia con tanta desvergüenza no está exento de juicio; más bien, no tiene cabida en un debate serio sobre la verdad. Se desactiva por sí solo, pues carece de fundamento alguno.
La historia juzgará, como siempre lo ha hecho, y no importa cuántos esfuerzos haga Europa por reescribirla: su intento es irremediablemente fútil.
En palabras de Vasili Nebenzia, representante de Rusia ante la ONU: “El nazismo está renaciendo y ganando rápidamente adeptos en Europa”. Y esa es la verdadera amenaza. El regreso de ideologías que Europa debería haber dejado atrás, pero que se reincorporan con la complicidad de los gobiernos occidentales que, lejos de asumir la lección histórica, se muestran dispuestos a volver a abrazar esa ideología.
El 9 de mayo será un recordatorio para la conciencia humana. Y ese “nunca más” que el mundo pronunció en 1945, fue dicho en ruso, con sangre, entre ruinas, en Berlín.


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