CIUDAD DE MÉXICO.- A partir del 4 de junio, las exportaciones de acero mexicano hacia Estados Unidos (EE.UU) enfrentan un nuevo desafío: un arancel del 50%, reinstaurado por la administración de Donald Trump, en un movimiento que revive las tensiones comerciales con México. La medida, que podría frenar la inversión en infraestructura y producción minera, también afecta directamente a la siderurgia, uno de los sectores industriales más estratégicos del país.
Aunque el golpe es innegable, también abre una puerta: la oportunidad de transformar la crisis en un punto de inflexión para diversificar la industria y fortalecer sectores clave como la construcción, la minería y la infraestructura energética.
En palabras de Zulma Herrera, socia y CEO de Mynotauro Co., “el desafío trasciende lo comercial. Más allá del efecto inmediato, este anuncio obliga a México a acelerar la diversificación de sus mercados, fortalecer su competitividad industrial y consolidar su soberanía manufacturera para mitigar la vulnerabilidad frente a las decisiones de nuestro principal socio comercial”.
Un sector estratégico en riesgo
De acuerdo con datos de la Cámara Nacional de la Industria del Hierro y del Acero (Canacero), México es el 14º productor mundial de acero, y su industria genera más de 683,000 empleos directos e indirectos. Solo en 2022, el sector captó inversiones acumuladas por 14,100 millones de dólares; esto confirma su rol como motor económico del país a largo plazo.
“Su relevancia no solo se refleja en su impacto interno, sino también en su integración con el mercado internacional, especialmente con Norteamérica. La industria siderúrgica mexicana forma parte esencial del ecosistema manufacturero regional, en el que los insumos cruzan varias veces la frontera antes de convertirse en productos terminados. Esta dinámica refleja una cadena de suministro altamente sincronizada en la que el acero mexicano no solo es materia prima, sino también valor agregado compartido”, explica Herrera.
Mientras el 77.5% del acero producido en México tiene como destino Estados Unidos, y un 11.8% de su composición proviene de insumos fabricados en ese mismo país, estas exportaciones sostienen cerca de 40,000 empleos directos en territorio estadounidense, según el Centro de Investigación en Economía y Desarrollo (CIDE). Esto, no solo ilustra el nivel de integración comercial, sino también la profunda interdependencia que define a la cadena de valor del acero en América del Norte.
“En un mercado tan estrechamente articulado como el norteamericano, medidas como estas elevan los costos, pero también erosionan la confianza para mantener inversiones y empleos clave. Su impacto va más allá de lo inmediato: debilita estructuras industriales construidas durante décadas”, señala la especialista.
Impacto regional y presión al T-MEC
Michoacán, Nuevo León, Veracruz, Guanajuato, San Luis Potosí y Coahuila, con una producción superior al millón de toneladas anuales son algunos de los estados más afectados por la medida.
“Estas entidades también concentran proyectos mineros y de infraestructura crítica. La incertidumbre podría frenar estos desarrollos y comprometer la posición de México como proveedor de minerales estratégicos para la transición energética global”, detalla Zulma Herrera.
Con la revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) prevista para la segunda mitad del año, el arancel se convierte en un punto de presión. Replantear la cadena de valor e impulsar la integración industrial regional serán clave para evitar una fractura estructural de consecuencias económicas duraderas.
Reinventar la manufactura mexicana
El desafío no es menor, pero es ineludible. La respuesta deberá ser firme y estratégica: con políticas públicas claras, inversión en tecnología y un renovado pacto industrial entre sectores productivos.
A pesar de que el entorno se vislumbra complejo, la industria ve una ventana de oportunidad. “México tiene los activos necesarios para reinventarse como hub de manufactura, “contamos con el talento, la infraestructura y los recursos para modernizar su cadena productiva, atraer inversión de mercados emergentes y consolidarse como un polo estratégico”, concluye Zulma Herrera, socia y CEO de Mynotauro Co.
AM.MX/fm