MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN
Los tiempos que corren.
En México hay quienes mueren víctimas del Covid-19, otros por enfermedades asociadas a este mal, algunos por aquellas degenerativas que se comen al organismo paulatinamente.
Y en el gremio de los periodistas lo indignante es que hoy, bajo el régimen que se asume demócrata, dizque en abierta lucha contra la corrupción y la deshonestidad e incluso el Duce se asume cristiano e invoca la humildad y el amor al prójimo, hay quienes pierden la vida en la antesala de espera de justicia, justicia a secas, sin prebendas.
En esa antesala falleció Rodolfo Rivera Vázquez, en espera de justicia laboral y de que Andrés Manuel López Obrador cumpla con el juramento de defender a la Constitución, que implica defender a los mexicanos y sus derechos ciudadanos. Párrafo tercero del artículo 1 de la llamada Carta Magna.
Su Alteza Serenísima Andrés Manuel sabe quién es Rodolfo Rivera Vázquez porque supo de la crítica situación económica, laboral y, sobre todo, de salud que enfrentaba este periodista mexicano a quien la honrada, demócrata y justiciera administración federal de la 4T, con la sensible cuanto humanista Sanjuana Martínez Montemayor, como directora de Notimex, abandonó a su suerte en Venezuela, desconociéndole sus derechos laborales, obtenidos durante más de dos décadas en las que se desempeñó como corresponsal de la Agencia de Noticias del Estado Mexicano en aquel país sudamericano.
Rodolfo sufría Parkinson y al principio del régimen del licenciado presidente López Obrador, fue despedido junto con 19 corresponsales más de Notimex; echados del empleo sin remuneración alguna.
Enfermo, Rodolfo murió viudo y carente de recursos económicos, no me atrevería a decir que estaba en la miseria, pero su esposa, quien falleció hace unos meses, recibía una mínima pensión que era su sostén.
¡Caray, Andrés Manuel! ¿Hasta cuándo sostendrás en el cargo a Sanjuana? ¿Hasta cuándo permitirás que la inexperta secretaria del Trabajo y Previsión Social, Luisa María Alcalde Luján, cumpla con su trabajo y ordene se acate la justicia laboral que ha fallado a favor de los trabajadores de la Agencia del Estado Mexicano, Notimex?
Mire usted, lamentablemente esta labor de zapa emprendida por el Duce desde las disertaciones matutinas, mal llamadas conferencias de prensa, en contra de los periodistas y medios de comunicación ha logrado que el gremio, disperso y poco solidario, salvo contadas excepciones en fuentes informativas, se disloque y desconozca la condición en que viven y mueren colegas como Rodolfo. Lo más grave: alejado de México, en un país que le dio hospedaje y lo recibirá en sepultura.
Sí, lamentable.
Sin duda habrá pronunciamientos oportunistas de sedicentes representantes gremiales que se asocian con el poder y buscan quedar bien con el vocero presidencial, cuya tarea es precisamente desmadrar cualquier intento solidario y de unidad gremial, porque eso es lo suyo, tanto que nada ha hecho por concretar esa instrucción enunciativa del licenciado presidente para solucionar la huelga en Notimex.
Es posible que la semana próxima cuando diputados y senadores retornen del puente patrio sean enterados, del deceso de Rodolfo Rivera y hagan un pronunciamiento. Pero no alzarán la voz ni exigirán la remoción de la ínclita Sanjuana y mucho menos que se solucione la huelga y se reactive a la agencia.
A la autoridad laboral, al licenciado presidente, al Congreso de la Unión, a nadie desde el poder le importa este grave problema laboral que ya ha cobrado víctimas. Han muerto trabajadores de la agencia, pero el caso de Rodolfo es ejemplo de la indolencia y valemadrismo de Andrés Manuel López Obrador, depositario del Poder Ejecutivo Federal y responsable de velar por los derechos humanos de los mexicanos.
¿Por qué olvidaron a Rodolfo Rivera en Venezuela? ¿Por qué a Sanjuana le importa un pito la suerte de los corresponsales que le dieron brillo a Notimex en el extranjero? ¿Por qué la directora de Notimex abandonó a Rodolfo Rivera?
Mire usted, no se trata de incurrir en defensas franciscanas o de asumir el papel de la Madre Teresa de Calcuta, porque está visto que a los periodistas sólo los defienden los periodistas –y no como acto de fe ni postura general–, que el poder público se sirve de ellos o los insulta y estigmatiza, divide y desprecia.
¿Cuánto cuesta la vida de un periodista?, pregunto al Duce Andrés Manuel.
Encontré un texto en el portal “Yo influyo”. Escrito por Edelmiro Franco V., publicado el 02 de abril de 2019, recoge como cabeza la declaración de Rodolfo Rivera “No puedo caminar ni hablar”. Lea usted.
“Desde 1998 Rodolfo, como reportero curtido y de piel dura surtió el hilo de Notimex con sus notas desde Caracas y nunca dejó de teclear en el teletipo, en la máquina de escribir, en la tandy, en el computador y en el móvil.
“Yo no tiemblo pero no puedo caminar ni hablar bien, me operaron el año pasado pero después me caí en una de las marchas y me di un golpe en la cabeza, recaí y me tienen que operar otra vez (…).
“Este fue el último mensaje que me envió este fin de semana desde Caracas, Rodolfo Rivera, corresponsal de la Agencia de Noticias del Estado Mexicano (Notimex), con cerca de 30 años al servicio de la agencia y quien vive el drama de la incertidumbre de su futuro laboral, como el resto de sus 19 compañeros.
“Pero la incertidumbre de los 20 corresponsales de Notimex, que vivimos desde el pasado 1 de enero, es más dramática en mi amigo Rodolfo, a quien conocí en 1998 cuando me recibió la corresponsalía en Caracas, mientras Notimex ordenó mi traslado a Bogotá.
“Desde 1998 Rodolfo, como reportero curtido y de piel dura surtió el hilo de Notimex con sus notas desde Caracas y nunca dejó de teclear en el teletipo, en la máquina de escribir, en la tandy, en el computador y en el móvil.
“Pero hoy el principal problema de Rodolfo, no es la incertidumbre laboral, es el avance del Parkinson en Caracas, sin atención médica, sin seguro, sin dinero y sin sus hijos. Hoy Rodolfo, mi amigo, colega y compañero, libra una batalla por la vida.
“Amigo Rodolfo, desde Bogotá, y esta tribuna de las redes sociales, te digo que no estarás solo en esta batalla por la vida, tus compañeros estamos contigo y estoy seguro que la solidaridad de los periodistas del mundo, de las organizaciones humanitarias estarán contigo para esta cruzada por la vida y puedas realizar la cirugía que requieres porque tu familia y las teclas te esperan”.
Ayer supe del deceso de Rodolfo y, como parte de esta familia del gremio periodístico mexicano, me duele. Porque no se requiere ser amigos para dolerse por la partida de un colega. Y espero me comprenda usted.
Desconozco si Edelmiro Franco logró apoyos para Rodolfo y lamento no haber sabido de esa convocatoria. En estos días que corren con la maledicencia desde Palacio, los periodistas requerimos hacer efectiva la comunicación entre nosotros. Solidaridad es la clave para enfrentar a la perversidad del Duce.
En este ánimo, pregunto a Su Alteza Serenísima Andrés Manuel: ¿hasta cuándo permitirá la injusticia en Notimex? ¿Qué le debe a Sanjuana? Y vaya papelazo el de la secretaria Luisa María Alcalde Luján, de pena ajena como florero. ¿Aún fuma como chacuaco?
Por cierto, anoche Su Alteza Serenísima se veía fresquecito, bien peinado y maquillado cuando, de la mano de la historiadora que estrenó vestido largo azul turquesa llegó hasta el balcón y, bandera en ristre, arengó con 20 vivas a la inexistente muchedumbre y, entre éstas, citó Viva la honestidad. Viva nuestra soberanía. Viva la fraternidad universal (¿la iglesia cristiana?) y Viva el amor al prójimo. ¿Le creemos? Por de pronto, ese amor se lo quedó a deber a Rodolfo. ¡Caray! Digo.
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