jueves, marzo 28, 2024

DE ENCANTOS Y DESENCANTOS: “Esto no se acaba hasta que se acaba: Sexualidad en adultos mayores”.

*Mónica Herranz

Socialmente se tiende a pensar que los adultos mayores ya no ejercen su sexualidad. Que en recursos humanos, el último día de trabajo les entregan un cheque de liquidación, un número de cuenta para la pensión y una declaratoria de cese del deseo sexual, particularmente eso sucede con los varones, puesto que en las mujeres se tiende a asumir que una vez llegada la menopausia, se acabó lo que se daba.

Lo cierto es que esto es un mito, las personas de la tercera edad siguen teniendo deseo sexual, lo que sí sufre cambios es la manifestación de ese deseo, es decir, cómo se manifiesta y también cómo se ejerce. No vamos a pensar que el deseo y su manifestación son las mismas a los veinte que a los cuarenta que a los sesenta y cinco y más.

Comencemos pues por definir quién está en la categoría de adulto mayor. La tercera edad es un término que hace referencia a las últimas décadas de la vida, en la que una persona se aproxima a la edad máxima que el ser humano puede vivir. En esta etapa se presenta un declive de todas aquellas estructuras que se habían desarrollado en atapas anteriores, con lo que se dan cambios a nivel físico, cognitivo, emocional y social. La edad de inicio de esta etapa no se encuentra establecida específicamente puesto que no todas las personas envejecen de la misma forma, sin embargo, ya que la edad biológica es un indicador del estado real del cuerpo, se considera que se trata de un grupo de la población que tiene 65 años de edad o más. Así que si usted tiene 65 o más oficialmente es un adulto mayor.

La sexualidad es una motivación básica que dirige e intensifica la conducta de los seres humanos y que se encuentra basada en el deseo sexual, que es un estímulo personal influido tanto por estímulos externos asociados con la sexualidad, como internos asociados con pensamientos. Los seres humanos somos seres sexuados por lo que presentamos excitación, placer sexual y deseo, así que aunque no se tenga actividad sexual, la tendencia o energía motivadora de la sexualidad se mantiene, por lo tanto, en la tercera edad no se presenta una pérdida del deseo sexual y a pesar de ciertos cambios fisiológicos, la sexualidad no pierde su complejidad. En esta etapa la actividad sexual puede tener particulares componentes afectivos y motivaciones sin que haya pérdida del deseo.

Las relaciones sexuales en la tercera edad están relacionadas con el encuentro interpersonal y con la necesidad sexual, que es aquella necesidad en la que se buscan las manifestaciones de afecto (besos, caricias, abrazos), así como con la intimidad corporal, la excitación, el deseo, el sentirse deseado y el placer sexual y de intimidad emocional. Así, como verá, no se reduce en esta etapa el sexo a la genitalidad.

Los adultos mayores pueden tener dificultades para satisfacer esta necesidad ya que muchos de ellos pueden perder a su pareja y por lo tanto perder al compañero sexual y hay aspectos fisiológicos que pueden representar también dificultades en el ejercicio de la sexualidad (disfunción eréctil, constricción de los vasos sanguíneos, poca duración de la erección, falta de lubricación, la excitación lleva mayor tiempo, etc). Todo esto no quiere decir que el adulto mayor no pueda gozar de su sexualidad.

Socialmente la sexualidad en la tercera edad es rechazada o no es considerada, esto se puede explicar desde las falsas creencias, una de las principales es suponer que los adultos mayores no tienen capacidades fisiológicas para tener conductas sexuales, también suele asumirse que los adultos mayores no están interesados en actividades sexuales principalmente la mujer y esto es falso, ya que la mayoría de adultos mayores conservan la fisiología del placer sexual a pesar de que pueden presentar ciertas limitaciones físicas y más pensando en que dichas limitaciones físicas pueden ser tratadas o sobrellevadas, por lo que la desaparición del deseo sexual no está justificada por estos cambios.

En la mujer los cambios comienzan con la menopausia, los más significativos tienen que ver con la figura corporal y con la respuesta sexual. Respecto a la figura corporal la mujer se ve sometida a una gran presión por mantener la juventud, y en cuanto a la respuesta sexual ésta se vuelve más lenta y de menor frecuencia e intensidad. Sin embargo, estos cambios no implican razones fisiológicas para dejar de tener conductas sexuales coitales, ser acaricidas o acariciarse y en general disfrutar de una sexualidad plena.

En el hombre también hay cambios anatómicos, habrá pérdida de vigor en la erección y menor producción de esperma. Los cambios más significativos en cuanto a la respuesta sexual tienen que ver con un mayor intervalo de tiempo para conseguir una erección y un orgasmo, hace falta una mayor estimulación directa y continuada. El periodo refractario es más largo. Estos cambios, como en la mujer, no impiden la satisfacción sexual plena.

En lo psicológico la principal afectación en el hombre es la idea de “ya no dar la talla” y en la mujer la idea de ya no ser atractiva para el hombre.

Ahora, ¿qué hacer frente a este panorama? El envejecimiento no se puede evitar y si se quiere seguir gozando de una plena sexualidad a los sesenta y cinco y más lo que sí puede hacer es reforzar la comunicación con su pareja, comentar  cómo se siente cada quien con todos estos cambios y declives. Tener una abierta y franca comunicación con el médico, sin miedo a ser criticado o enjuiciado. Cuidar la salud, es decir, ocuparse de que el deterioro que tenga que haber lo haya, pero no colaborar a que sea más pronto de lo necesario. Hacer ejercicio, esto por ejemplo, favorecerá la buena circulación, la flexibilidad, el ánimo y otros aspectos que son importantes para el ejercicio de la sexualidad. Favorecer la socialización, puede ser que se haya quedado sin pareja, pero esto no implica que no pueda conocer a alguien aunque tenga sesenta y cinco y más.

Como se mencionaba anteriormente, es cierto que el ejercicio de la sexualidad sufre cambios a lo largo de la vida y ya ha quedado claro también que estar en la tercera edad no es sinónimo de ausencia de deseo sexual, es sólo que la sexualidad a esta edad se ejerce de forma diferente y esto no sólo tiene contras, sino pros también. La sexualidad tiende a ser más íntima, más estrecha emocionalmente hablando, claro que lleva más tiempo, pero si se sabe dar un enfoque adecuado a este tiempo puede convertirse en un tiempo placentero de goce para la pareja. Así que no se lamente por entrar a esta etapa, no importa si es hombre o mujer, reavive la chispa, atrévase a consultar sus dudas o inquietudes, hable con su médico, geriatra o psicólogo, socialice, cuide su salud y ponga a trabajar su creatividad. ¡Esto no se acaba hasta que se acaba!

 

*Mónica Herranz

Psicología Clínica – Psicoanálisis

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