jueves, febrero 20, 2025

DE ENCANTOS Y DESENCANTOS: ¡Catrina quisiera ser!

Por Mónica Herranz*

Con frecuencia, cuando niños, los adultos nos preguntan ¿qué quieres ser cuándo seas grande? La respuesta habitual es querer ser bombero, doctora, futbollista, superhéroe, etc. Y lo respondemos así por que suelen ser estas profesiones nuestros primeros referentes. Hoy, pensando en el día de los fieles difuntos, en el más allá, en el retorno a casa del alma de nuestro seres queridos, de repente me encontré pensando acerca de lo que a mí me gustaría ser una vez que me muera, en caso de que algo o alguien pudiera ser. Si cuando niña pensé en lo que me gustaría ser de grande, ¿qué de particular tendría ahora pensar sobre lo qué me gustaría ser el día en que me muera?

No es tan complicado y me explico, cuando niña quería ser bailarina, terminé siendo psicoanalista y hoy en día sin duda pienso, que el día que me muera…¡quisiera ser Catrina!

Originariamente, la catrina, surge como una figura de protesta, una expresión de rebeldía allá por los gobiernos de Benito Juárez y Porfirio Díaz. Por aquellos entonces, comenzaron a circular escritos redactados de manera burlona, que eran publicados en periódicos denominados de combate. Estos escritos, que en realidad eran una crítica a la situación general del país y a las clases privilegiadas, iban acompañados de dibujos de craneos y esqueletos, que a modo de mofa, vestidos con ropa de gala y en situaciones de fiestas de alcurnia pero bebiendo pulque, pretendían retratar la miseria, los errores políticos y la hipocresía de la sociedad del momento.

Siguiendo el curso de la historia, José Guadalupe Posada, fue quien realizó el grabado de “La calavera Garbancera”, grabado que hacía referencia a “los garbanceros”, es decir, a aquellas personas de sangre indígena que vendían garbanza pero que buscaban aparentar ser europeos, renegando así de sus raíces y de su cultura, algo muy popular durante el Porfiriato. En el grabado de Posada, la calavera no tiene ropa, solamente lleva el sombrero y ahí justamente está la crítica hacia muchos mexicanos que siendo pobres querían aparentar un estilo de vida que no les correspondía, “en los huesos pero de sombrero francés con sus plumas de avestrúz”.

Fue posteriormente Diego Rivera quien “convirtió” a esta Calavera Garbancera en la tradicional Catrina, dándole ese característico atuendo con estola de plumas en su obra “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”.

¿Y a qué viene todo este breviario cultural? ¿Qué tendrá que ver, se estará preguntando, todo esto con mi deseo de ser Catrina? Pues bien, imagínese, así nada más para empezar, ser “musa” inspiradora de grandes artistas como Posada y Rivera y además surgir como un símbolo de protesta y rebeldía, y no cualquier símbolo, no uno de moda ni pasajero, sino uno que ha sabido mantenerse en el tiempo.

Además, la Catrina tiene garbo y desparpajo, es alegre, elegante, coqueta y sofisticada ¡la Catrina no tiene falla!. Ni jóven ni madura, esquelética divina, invitada a toda ofrenda, es el alma de la fiesta, eterna compañera, que disfruta sin pesar los manjares del altar.
Siempre hermosa y dicharachera, no tiene prisa ni va a la carrera. Ya no vive ni tampoco está muerta, es eterna y es eterea, flamante y deslumbrante… ¿más motivos necesita conocer?

Tremenda dama impresionante, imponente e inquietante, comadre de comadres, amiga siempre fiel. Compañera de parrandas, lo mismo juega cartas, que bebe y canta. A las tristezas no le saca, se las pasa entre los huesos, ¡ah esta calaca que hasta escribir le encanta!. Siempre correcta, siempre acertada, le gusta la lectura, es culta y educada; incluso en redes sociales se mantiene actualizada.

¿Más argumentos quiere saber? Para mi son suficientes…¡Placer ha de ser convertirse en esa mujer!

 

*Mónica Herranz

Psicología Clínica – Psicoanálisis

 

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