jueves, abril 18, 2024

“En Siberia no hace tanto frío”

Luis Alberto García / Krasnoyarsk

* Reflexiones de Anna Grúzdeva, Denís Kozhévnikov y Raf Milach.
* Invierno, osos y peligros: mitos sobre los bosques y estepas de Rusia.
* Tres regiones tan vastas sin que haya inviernos ni nieves eternas.
* Los estudiantes toman sol en Krasnoyarsk, junto al río Yeniséi.
* El Ferrocarril Transiberiano, tesoro y orgullo nacional centenario.
* No se niega la vecindad con los enormes y feroces osos pardos.
* Hubo penales para los presos políticos del zarismo y el comunismo.

La periodista Anna Grúzdeva escogió tres de los estereotipos más persistentes sobre Siberia y les da un nuevo enfoque: el punto de vista de una persona para quien el invierno, los osos y los antiguos campos de prisioneros no son solamente parte de una marca turística y un mito cultural.

Siberia ocupa casi el 10% de la superficie del total de la superficie terrestre, limita por el Sur con las estepas mongolas y con las costas heladas del Ártico por el Norte, además de que en esta tierra de ex presos políticos, ex convictos y héroes, de yacimientos de gas, campos petrolíferos, carbón y oro, también se encuentra uno de los mayores espacios forestales del mundo.

Los viajeros van a Siberia –dividida en tres regiones: occidental, central y oriental- en busca de aventuras al aire libre, nuevos descubrimientos y adrenalina entre la taiga, las montañas indómitas, los ríos Yeniséi y Lena, ciudades con edificios de madera, y por supuesto, el Ferrocarril Transiberiano, el Transsib de 9 mil 200 kilómetros de extensión, tesoro y orgullo nacional iniciado en 1894.

Para Denís Kozhévnikov, periodista de la agencia informativa Tass, la frase “en Siberia hace frío” refleja probablemente una de las ideas más arraigadas sobre esta parte del mundo, y es, dice, así se piensa en el extranjero y en la misma Rusia: “En octubre de cada año hay que sacar las botas de invierno, el gorro y los guantes de piel o de lana; pero en Siberia no hay inviernos ni nieves perpetuos”.

El fotógrafo polaco Raf Milach, que ha viajado varias veces a Siberia para trabajar en la serie de fotografías “Las 7 habitaciones”, declaró: “Mi primera visita fue en verano. Llegué a Novosibirsk con botas de invierno y la temperatura estaba a + 40 grados sobre cero, con un calor infernal: pero entonces reflexioné y dije: ´En Siberia no hace tanto frío”.

Es cierto que en el Norte de la región de Krasnoyarsk, en el pueblo llamado Dikson hay montículos de nieve en junio y el mar de Kara está cubierto de hielo; pero es que esta zona forma parte y está en el límite del Círculo Polar Ártico, en donde se localizan numerosas poblaciones con menor densidad demográfica.

Sin embargo, si visita la ciudad de Krasnoyarsk en junio, se verá cómo las estudiantes toman el sol junto al río Yeniséi, y cómo hay que echarse crema solar para protegerse, mientras en otros lugares, como los montes Altái, hay una temperatura primaveral agradablemente fresca.

La siberiana Grúzdeva reacciona: “Tampoco vamos a negar que hace frío; pero eso también se puede tomar con humor. En 2014, el proyecto ´I am Siberian´ organizó la divertida campaña ´Playas blancas de Siberia´, para mostrar que las vacaciones de invierno en Siberia pueden ser tan alegres como las de verano en cualquier otro lugar”.
“En Siberia los osos andan por la calle” es otro mito que corre por el mundo, y es cierto que hay enormes espacios en la taiga donde habitan enormes y hasta feroces osos pardos, así que no tiene sentido negar la vecindad de los siberianos con nuestros hermosos y robustos plantígrados”, aclara la periodista.

Y añade: “Es habitual considerar al oso como símbolo de Siberia, una especie tan querida por los rusos, que fue adoptada como símbolo y mascota de los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980, se llamó ´Misha¨(Miguelito) y la península de Kamchatka, en la Rusia oriental, limítrofe con Alaska, es el territorio con mayor abundancia de osos pardos en el país y en el mundo”.

Claro que hay que tener precaución al verlos, y en cualquier caso hay que reconocer que todo depende del lugar que se visite; pero se trata de una marca turística que se ha ido formando con el tiempo.

Y en conclusión, advierte: “Si vamos de excursión a los montes Sayanes occidentales, aclara Anna, o llegamos hasta las diminutas aldeas de la región de Irkutsk, rodeadas por la taiga, la probabilidad de encontrare con un oso será elevada, y de vez en cuando también aparecen en las afueras de las poblaciones, y los motivos más frecuentes por los que se acercan a los humanos son los incendios y la escasez de bayas y frutos secos.

Si se llega del Sur de la región de los montes Altái, lo primero que llama la atención es el cielo en el que vuelan los halcones; si se pasa por las estepas de Dauria, al Sur de Zabaikalie, los pobladores del lugar explicarán que los principales animales salvajes de ese territorio son los manules –ágiles felinos trepadores- y los ciervos.

Sin embargo, si se llega hasta las regiones norteñas, se entenderá que el sentido de la vida para los pueblos nativos se encuentra en el reno, fuente inagotable para la para el sustento los pobladores de zonas alejadas de la civilización, de la cual se aprovecha la carne, la piel, las pezuñas, la grasa, la leche y todo lo que se pueda.

¿Siberia es un lugar peligroso? A veces se oye decir a los turistas que llegan a Siberia que sus familiares y amigos intentaron hacerles desistir de su viaje ya que “es un lugar peligroso”, y es probable que esto tenga que ver con historias siniestras y estrujantes, parte de pasajes de los que pocos hablan y que son evidentemente ciertos:
Durante la época soviética, de 1917 a 1991, se abrieron cientos de penales de la Administración Principal de Campos de Trabajo Correctivos (Glasnoye Upravleniye Trudovikh Lagarey en ruso), temibles los Gulag a los que el novelista Alexander Solzhienitsin dedicó algunas de sus obras, edificados más allá de los Urales, la cadena montañosa que separa la Rusia europea de la Rusia asiática.

Desde el tiempo de las autocracias imperiales –a partir del gobierno del zar Alejandro I (1777-1825)- miles de presos políticos y delincuentes comunes trabajaban en condiciones espantosas extremas e infrahumanas; pero, explican los historiadores, la Unión Soviética ya no existe y de esos campos de prisioneros solamente han quedado ruinas y malos recuerdos.

A raíz de la extinción de la Unión Soviética en diciembre de 1991, las tres gigantescas regiones siberianas reciben a turistas de todas partes, y por eso -acota Denís Kozhévnikov-, Siberia no es un lugar ni más ni menos peligroso que cualquier otro del planeta.

Dejando a un lado los estereotipos, hay que prepararse para vivir nuevas experiencias y emprender un viaje a Siberia y conocer sus prodigios naturales y humanos, las maravillas que son sus tierras, ríos, lagos y mares: habría que visitarla antes de morir.

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